“El Infierno” no será una película taquillera


La lógica de los realizadores es que una buena producción cinematográfica siempre recauda bien en taquilla, pero esta vez no es así. Una excelente película mexicana que los mexicanos no quieren ver.

Por: Esmaragdo Camaz

“El Infierno”, la cinta mexicana del director Luis Estrada, no será una película taquillera. 
Hay un elemento básico en toda película taquillera: la fantasía. Y el problema con esta cinta es que no tiene nada fantástico. Es una hora y 45 minutos que expone la realidad que vivimos en materia socio-económica, narcotráfico, violencia y corrupción política y de gobierno. Y nunca los cinéfilos de cualquier parte del mundo han hecho taquillera una cinta que les estampa en la cara la realidad en que viven. Puede funcionar si el espectador ve la realidad ajena en pantalla, pero nunca la propia.

Eso no les gusta a los consumidores de cine.

“El Infierno” es una excelente película que expone las vicisitudes de las bandas del narcotráfico en México, de su poderío económico, de cómo compran a policías y más que todo, de cómo ejercen control a través del dinero y la intimidación sobre políticos y autoridades, a quienes les pagan campañas electorales a cambio de permitirles actuar con libertad, con impunidad.

En el estreno de esta cinta, el pasado viernes 3 de Septiembre, en la sala 13 de Cinepolis de Plaza Américas -en Cancún-, no habían más de 100 personas, al menos, en la función de las 22:20 horas.

La película no es fantástica en ningún sentido. El guión no es otra cosa más que el extracto de las noticias que a diario difundimos sobre los hechos del narcotráfico. Y eso no es por cierto, menos meritorio.

Si acaso la única diferencia con la realidad es el acomodo caprichoso de los sucesos en una línea cronológica necesaria que permite a productores y audiencia, ponerse de acuerdo y establecer un principio y fin de un hecho que es en la vida real cíclico y que por ello no respeta orden de aparición y ni tiempo. Aunque esto más que salir de la realidad, es simplemente una técnica de producción inevitable para hacernos entender con el espectador al momento de contar una historia.

La realización, contando en ella la ambientación, vestuario, ritmo, textura de imagen, narrativa, el guión mismo y en lo general la producción, es internacionalmente competitiva y por lo mismo cumple con los estándares de calidad de una película que puede ser comercializada en cualquier parte del mundo.

Es una buena película pues.

Como en todo trabajo cinematográfico, en esta cinta hay varias cosas qué aprender y aunque cada espectador ve lo que quiere ver, no está por demás citar algunos puntos en los que esta película le va a mover el cerebro, o simplemente le va a hacer recordar las noticias, o más simple aún, le va a reforzar conocimientos que Usted ya tiene:

·         No importa cuántos narcotraficantes mueran, siempre van a haber más.
·         En el narcotráfico se gana mucho dinero.
·         Los policías municipales –que ganan una miseria de sueldo-, son serviles de los narcotraficantes, aunque estos les pagan también miserias, apenas cantidades similares o superiores a su salario.
·         Delegados de corporaciones federales están en otro nivel: sólo pactan con el capo-jefe.
·         Pero los agentes de estos son capaces de soltar a narcotraficantes, cuando éstos les ofrecen cientos de miles de pesos.
·         La máxima autoridad, entiéndase el gobernador y/o alcalde, llegaron al poder con el dinero del narcotráfico y por ello también están a sus órdenes.
·         Los narcotraficantes tienen terror al Ejército y quieren evitarlos a toda costa.
·         Otros sectores de la sociedad, incluida la Iglesia, también presta servicios al narcotráfico.
·         Las drogas se venden en todas partes, hoteles, cantinas, tiendas varias, etc.
·         Se destaca una cultura del narcotráfico en la que jóvenes visualizan una oportunidad de vida.
·         Se deja en la audiencia el tema del Bicentenario de México en medio de la guerra contra el narcotráfico con una gran interrogante: ¿qué celebramos? 
  
Desde luego que hay más aristas en las que el espectador puede concluir. En todos los casos, la visión de quien paga los 61 pesos de entrada es la mejor.

Pero hay un punto que parece ser el más importante y que por cierto, poco ha sido difundido en medios de comunicación.

En la película como en la vida real, es fácil notar que el periodo de tiempo en que un narcotraficante “goza” de la abundancia del dinero es tan corto, que pareciera no tener sentido involucrarse en este negocio.


Ya sea que muera a manos de otros cárteles o de la policía, que en este caso sería más bien a manos del Ejército, los barones de la droga sólo viven unos años -que en la mayoría de los casos no es ni una década siquiera-, entre las mieles de la riqueza, o al menos, con dinero, pues con estatus de fugitivo permanente, es difícil –según se ve-, estar aunque sea un momento en paz.

Y peor aún, los trabajadores del narcotráfico, es decir, no los grandes capos, no los jefes, sino lo que se dedican al trabajo sucio, viven todavía menos. Mención aparte decir que, en el camino van dejando viudas e hijos en el más profundo desamparo que sólo los lleva a la pobreza que en vida les quisieron evitar y que fue su razón o justificante para ingresar a las filas de la delincuencia organizada.

En la mayoría de los casos jóvenes, los trabajadores del narcotráfico no logran completar un año en el negocio. En la cinta el caso es recurrente, y aunque de un día para otro el narcotráfico pone en sus manos cientos de miles de pesos y van de inmediato a la agencia de carros por una de esas ostentosas camionetas y se visten en consecuencia, el mismo narcotráfico les arrebata la vida, o peor aún, se pasan la vida en chirona.

La semana pasada apenas, los 5 jóvenes que incendiaron en Cancún el bar “Castillo del Mar”, declararon que les pagaron 3 mil pesos para cometer el crimen en el que murieron ocho personas. Otras fuentes dicen que fueron 2 mil pesos. Lo que haya sido, estos chicos pasarán el resto de sus vidas en la cárcel.
El narcotráfico pues, no es negocio.
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