Quintana Roo pierde el Tianguis Turístico por fracaso de operación política del gobierno


El estado de Quintana Roo se quedó sin Tianguis Turístico, como antes se había quedado sin aeropuerto de la Riviera Maya. Solo una alarmante deficiencia de operación política, y la falta de un proyecto serio y eficiente, pudo hacer que el principal destino turístico de México quedara relegado al tercer lugar en la elección de la nueva sede del Tianguis. Obras anunciadas y nunca comenzadas, y la seguridad pública del general Bibiano Villa, que mantiene a las cárceles del estado en constante riesgo de amotinamientos, son las otras deudas de una administración que aun no comienza a gestionar y se mantiene con la inercia del gobierno anterior.  

Por: Hugo Martoccia


Setenta mil cuartos de hotel, 10 millones de visitantes cada año, el segundo aeropuerto más grande del país, uno de los tres principales puertos de crucero del mundo, y uno de los más importantes acervos culturales del mundo maya, no fueron suficiente para que el gobierno de Quintana Roo convenza a la secretaría de Turismo federal (Sectur) de que este estado merecía ser la sede del primer Tianguis itinerante del país.     
Semejantes números, lejos de aliviar el dolor por el fracaso, explican lo que sucedió sin lugar a demasiadas especulaciones: Quintana Roo merecía ese Tianguis, pero el gobierno estatal no tuvo la capacidad política para imponerse a otros estados.
El propio mandatario estatal Roberto Borge Angulo dijo en los días previos a la elección final de la Sectur, que existía el riesgo de que se tomara una decisión política y no técnica. Así fue, y el gobierno del estado demostró que está muy lejos de pelear algo seriamente cuando la batalla se da en las grandes ligas de la política mexicana.  
Los estados de Nayarit y Jalisco le arrebataron otro proyecto al gobierno de Roberto Borge Angulo, que aun no atina a iniciar su administración con algún éxito contundente. 
El propio texto de la propuesta ganadora (la dupla Nayarit y Jalisco) es casi una declaración de lo que Quintana Roo no supo hacer. 
Esta dupla se vendió con el lema “Dos destinos, un paraíso”, en referencia a la Riviera Nayarit y a Puerto Vallarta. Ambos tienen alrededor de 30 mil cuartos de hotel y un centro de convenciones para siete mil personas. 
¿Puede compararse esa dupla a la que conforman Cancún-Riviera Maya, con más del doble de habitaciones, y con todas las ventajas inobjetables de los datos que abrieron esta nota?  
No, no pueden compararse. Es evidente que el fallo vino por el lado del propio gobierno estatal, que no supo imponerse en una batalla que tenía potencialmente ganada. 
Proyecto insuficiente 
La explicación que brindó el secretario estatal de turismo, Juan Carlos González, luego del fracaso, fue llamativa. Dijo que las dudas sobre el Centro de Convenciones que albergaría el evento fue parte fundamental de la decisión final de Sectur, y asumió el tema como un fracaso personal, para comenzar a cuidar la imagen del gobernador.   
Cuando se le consultó si tomaba esto como un fracaso, dijo:  
“En lo particular sí, pero no para el estado” 
Y minimizó el impacto del Tianguis en la actividad turística del estado, lo cual terminó de confundir el asunto.   
“Estamos hablando de más de setenta y tantas mil habitaciones, de las cuales se iban a ocupar 2 mil 500, pues no es un evento por el que nos vamos a quedar sin trabajo o del cual podamos depender o del cual se vaya a fortalecer mucho más la relación de turismo con el Gobierno Federal, Gobierno Municipal y Gobierno Estatal. Pero sin lugar a dudas si nos sentimos un poquito decepcionados con esta decisión”
El funcionario dijo que la sede ganadora recibió ayuda política, que también la decisión, aseguró, tiene que ver con la realización inminente de los Juegos Panamericanos en uno de esos estados (Jalisco). Sin embargo en el caso de Puebla, que será la segunda sede del Tianguis, en 2013 (Quintana Roo será la tercera en 2014) el funcionario se quedó sin palabras.
“En el caso de Puebla lo veo un poquito más complicado pero también les deseamos éxito”, dijo. Habló de que a ese destino “le falta de conectividad y muchas otras razones”, y aún así no supo explicar convincentemente cómo hizo para superar a Quintana Roo. 
El tema es ahora saber cuál será el destino de Juan Carlos González, porque alguien debería pagar el fracaso del gobierno. Tarde o temprano, el gobernador Roberto Borge deberá comenzar a cargar sobre alguien la responsabilidad de los errores o fracasos de su administración, para que no se vea lastimada su imagen.
Si bien el gobierno utilizó todo el aparato de medios de comunicación que le responde para cuidar la imagen del mandatario ante este nuevo traspié (se repartieron culpas en todas direcciones, menos, por supuesto, en el gobierno estatal) lo cierto es que en algún momento deberán rodar cabezas en una administración que parece vivir del recuerdo de su antecesor, Félix González Canto. 
Obras inexistentes, represión e inseguridad pública 
Sin embargo, la imagen del mandatario tiene mucho más de que cuidarse que del Tianguis Turístico. Su primera apuesta política, que fue el aeropuerto de la Riviera Maya, ha quedado en el limbo luego de que el pasado 20 de mayo la licitación se declarara desierta, en otro déficit de operación política.     
También la seguridad pública del estado pasa por un momento muy complicado. Luego de la llegada del general Carlos Bibiano Villa Castillo, que llegó con todo el apoyo del gobernador, casi erigiéndose como su principal política de seguridad, las cárceles del estado suman motines y asesinatos como nunca antes, y se disparan el secuestro y la inseguridad urbana, sobre todo en las ciudades del norte el estado. 
A ello se suma el incipiente enojo de las administraciones municipales, tanto priístas como de oposición, que deben acompañar con sonrisas al mandatario estatal en eventos para inaugurar obras que luego nunca inician, y que ellos deben justificar ante los ciudadanos.   
Casi como la cereza de este explosivo pastel, la próxima vez que Roberto Borge aparezca en las páginas de los diarios nacionales quizá sea para explicar las demandas en su contra por represión a periodistas, las cuales aun no cesan. 
Parecen demasiados frentes abiertos para escasos cuatro meses de gobierno. Es posible que la hora de la primera autocrítica seria a la gestión de gobierno haya llegado.  
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