Palo a burócratas: Humillación, incertidumbre y revanchismo en Gobierno de Carlos Joaquín


Chetumal.- Trabajadores del gobierno del estado son objeto de humillación por parte de los nuevos directivos nombrados por el gobernador Carlos Joaquín. Sus nuevos jefes los culpan de las irregularidades cometidas durante el gobierno anterior pese a que ellos –dicen-, sólo atendieron órdenes de sus superiores. Esta situación –generalizada en todas las dependencias-, tiene su origen en la Oficialía Mayor, donde su titular, Manuel Alamilla, ya tomó revancha e “hizo justicia” por mano propia despidiendo a todos los directores de área y a otros empleados calificándolos como “traidores”. En tanto el gobierno está paralizado porque los joaquinistas no hacen ni dejan hacer, afirman los afligidos burócratas que desesperan en una profunda incertidumbre al no saber qué será de ellos y de sus familias.

Los actos intimidatorios y de humillación llegaron a los empleados del gobierno del estado hace una semana y el viernes pasado los nuevos directivos empezaron a deshacerse de ellos.

Como se recordará, el oficial mayor del gobierno del estado, Manuel Alamilla, giró un oficio el pasado jueves 29 de Septiembre pidiéndole a toda la burocracia su renuncia por el simple hecho del cambio de gobierno.

Y aunque después Alamilla declaró públicamente haber sido “un error” la redacción del documento, sus dichos sólo fueron una simulación, pues el acoso hacia los trabajadores continuó y les cumplió sus amenazas, pues muchos empleados fueron separados del cargo a partir del pasado viernes 30 de Septiembre.

Quienes actualmente permanecen en sus puestos en diversas áreas del gobierno del estado reportan la humillación y acoso del que son objeto, pues son constantemente señalados por los nuevos funcionarios como los causantes del quebranto ocurrido en el gobierno pasado, tema que desde su campaña Carlos Joaquín promocionó profusamente.

Gobierno Paralizado

Esta situación ha dado paso a un estado de parálisis en el gobierno que pone en riesgo la operatividad del mismo.

Por un lado los nuevos directivos, manejados desde la oficialía mayor por Manuel Alamilla, no permiten que los empleados de la pasada administración que aún quedan en sus puestos, realicen sus labores diarias.

Nada se mueve si ellos no lo autorizan –dice uno de los trabajadores.

Y es que el problema reside en que los nuevos jefes tampoco trabajan, pues en la mayoría de los casos no tienen la menor idea de las funciones que se desempeñan en la administración pública.

No hacen ni dejan hacer –dice otro de los desorientados trabajadores.

Y para muestra sólo un botón. El 2 de Octubre pasado debieron encender el alumbrado color rosa en el Palacio de Gobierno, como parte de la importante campaña contra el Cáncer.

Pero el alumbrado no funcionó y a los nuevos funcionarios les valió.

Es importante mencionar que en la práctica, la Oficialía Mayor del gobierno del Estado es el punto neurálgico del gobierno, pues desde ahí se manejan las nóminas, los recursos para adquisiciones, contratos, los recursos materiales, actividades cívicas, recursos humanos, recursos para eventos, giras y prácticamente toda la operatividad del sistema gubernamental.

Y por ello también ahí, en Oficialía Mayor, se manejan recursos millonarios.

Van por el dinero

Manuel Alamilla se deshizo de los cargos claves para quitarse ojos de encima y poder operar a placer.

Echó a los directores de Recursos Materiales, Servicios Generales, Recursos Humanos, al director general de Administración, junto a otros funcionarios con amplia experiencia en los cargos y la operatividad de esas áreas.

Pero además de que los echó, no les pagó el finiquito que por ley les corresponde, sólo les dio una promesa de pago que aún no cumple.

Alamilla los acusó y los juzgó de ser los culpables de las irregularidades en el manejo de los recursos, mancillando sus derechos, pues el oficial mayor no tiene facultades judiciales.

Y acto seguido metió a su “gente”.

Sergio Manzanero, Rocío Erales, Óscar González y Xóchilt Bastarrachea son sus principales colaboradores.

Uno de ellos –Óscar González-, quien en todo momento se mantiene en la oficina de Manuel Alamilla, es sobrino del constructor Abraham Rodríguez, uno de los principales financiadores de la campaña de Carlos Joaquín en el sur del estado.

Juntos, Manuel Alamilla y Óscar González, tienen la misión de recuperar desde la Oficialía Mayor, millones de pesos invertidos en la campaña del hoy gobernador, aparte cobrarse las ganancias, que no serán pocas.

Desde su llegada a Oficialía Mayor, Alamilla indagó las fuentes para hacerse de dinero y su mayor interés se centró en la emisión de contratos de prestación de servicios, mismos que se otorgan a discreción y sin mayor fiscalización.

Y cuánto dinero pueden sacar de Oficialía Mayor –Uh! Todo lo que quieran- advierte un funcionario conocedor del tema.

Los Guaruras

En contraposición a lo ofrecido por Carlos Joaquín, sus funcionarios ya gozan de guardias personales, una práctica que el nuevo gobernador prometió erradicar.

Pero a una semana en el cargo, los excesos de los nuevos funcionarios ya son visibles y sorprenden hasta a aquellos que creían haberlo visto todo dentro de la administración pública estatal.

El mismo Manuel Alamilla cuenta con una escolta permanente de dos agentes de seguridad que lo siguen a todas partes.

No se recuerda a un oficial mayor que haya tenido seguridad –acota otro funcionario con amplia experiencia en esos menesteres.

Incertidumbre, Revanchismo y Futuro incierto

Para cientos de familias que dependen del trabajo burocrático, la llegada del gobernador ex priista impulsado por la alianza PAN-PRD se ha convertido en el peor de los escenarios.

Carlos Joaquín prometió en su primera rueda de prensa tras su triunfo electoral, que no habría en su gobierno cacería de brujas ni revanchismo, discurso que no cuadra con la realidad.

La burocracia es la principal fuente económica de Chetumal y prácticamente de todo el sur del estado, eso da una idea del ambiente de miedo, incertidumbre y futuro incierto que ronda en cientos de hogares de esta capital.

Los empleados de la pasada administración, que cumplieron con su trabajo tal cual les fue requerido por sus superiores, no entienden porqué les quitan el derecho al trabajo si sólo actuaron en los términos de sus funciones, que es acatar las órdenes recibidas.

Acaso los nuevos burócratas harán lo que quieran o como nosotros tendrán que acatar órdenes de los nuevos jefes –se cuestiona uno de los trabajadores en capilla.

La política destruye todo lo que toca y ahora está destruyendo la estabilidad de cientos de familias que su único pecado es haber quedado en medio de dos corrientes políticas. Un sinsentido.

A quince días de iniciado el gobierno de Carlos Joaquín –con muy altas expectativas de cara al público- no existen en el gobierno de Quintana Roo planes de acción.

Lo único que han hecho hasta ahora es cobrar venganza -concluyen los afectados.
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