Adiós violento 2017: Se va el peor año de Cancún en materia de Seguridad Pública



Por: Esmaragdo Camaz

Cancún.- El 2017 cierra con 227 ejecutados en Cancún (Corte a las 19 horas de hoy) y un diciembre sangriento que registró 32 asesinatos, el más reciente ocurrido en las primeras horas de este último día del año, un dantesco colofón que enmarca la violencia que se extiende a extorsiones, robos de todo tipo y la pérdida de la tranquilidad en este polo vacacional que ha visto el peor momento de su historia en materia de Seguridad Pública desde la llegada a la presidencia municipal del pri-verdista Remberto Estrada Barba, quien además ya registró su primer “warning” de los Estados Unidos. 


Cancún registró 63 asesinatos en el 2016, una cifra que ya se consideraba alta considerando la otrora tranquilidad de la que Cancún gozó desde su nacimiento hace 46 años.

Pero en 2017 la violencia desbordó toda proporción y la seguridad pública de Cancún fue a dar al traste. El resultado es una ola delictiva marcada por las ejecuciones, pero también por todo tipo de robos, mismos que se han multiplicado contra casas habitación, comercios y vía pública. Las extorsiones a particulares y al comercio organizado también se multiplicaron, especialmente en contra de bares y restaurantes, algunos de los cuales fueron conocidos públicamente cuando sus propietarios compartieron en redes sociales su decisión de bajar las cortinas debido al acoso del crimen organizado.

El crimen organizado ha encontrado campo fértil en Cancún y esto no es casual. Remberto Estrada Barba -el alcalde de Cancún- no tuvo un secretario de Seguridad Pública hasta hace apenas unos meses. 

Durante su primer año al frente del gobierno municipal, Remberto Estrada puso en seguridad pública apenas a un encargado de despacho y en Mayo de este año instaló ahí mismo a un “súper asesor”, al militar retirado Julián Leyzaola, quien llegó de Tijuana, un personaje que el alcalde presentó a los cancunenses con bombo y platillo con la promesa de que así terminaría con la ola delictiva.

Pero no fue así. Al contrario, los crímenes en Cancún continuaron su ascenso y para agosto de este año, Remberto Estrada dio posesión al también militar retirado, Darwin Puc Acosta, como secretario de Seguridad Pública, otra vez con la promesa de que este personaje sí resolvería el grave problema de la seguridad pública.

Pero Remberto Estrada fracasó una vez más. Los delitos se mantienen a la alza pese a que por fin -y a más de un año desde el inicio de su mandado-, Seguridad Pública cuenta formalmente con un titular.

Dos importantes manifestaciones públicas de policías registradas en el Palacio Municipal dejaron claro los problemas que hay en Seguridad Pública de Cancún. Los policías hicieron público que Remberto Estrada no les da equipo de trabajo, que no les paga a tiempo y que tiene un sistema de salarios desigual para la tropa, pese a que todos arriesgan la vida de igual forma.

Las quejas de los policías también dejaron ver que la tropa no reconoce al titular de Seguridad Pública como su líder y que Remberto Estrada habría escamoteado -por decir lo menos-, el dinero del programa de apoyo a Seguridad Pública, conocido como FORTASEG, una suma que los uniformados reclamaron y por la que al alcalde le gritaron “rata”.

Ya en corto, policías de Cancún se quejan de múltiples prácticas que suceden dentro de la corporación y que juntas son condiciones para que el crimen organizado se mueva con cierta comodidad.

No sobra mencionar que en algún momento este mismo año, Remberto Estrada Barba tuvo roces con el gobernador Carlos Joaquín por el tema de la inseguridad rampante en Cancún. El alcalde estuvo renuente durante algún tiempo para trabajar coordinadamente con el gobierno del estado en este rubro. Una versión que el propio Remberto reconoce aunque la matiza a su favor.

Esta violencia ascendente en Cancún -ya inocultable- también resultó en un “warning” que el gobierno de los Estados Unidos lanzó sobre este polo vacacional. Y por más que el gobierno y los hoteleros quisieron matizarlo, sus efectos ya se dejaron sentir en el flujo del turismo, tal como lo reconoció hace apenas unas semanas el propio secretario del ramo, Enrique de la Madrid Cordero, quien insiste en pedirle a la prensa local “no hacerle el trabajo” a la competencia informando los hechos criminales que en Cancún suceden un día y el otro también.

Esta ola delictiva en Cancún también cimbró a la industria hotelera y en algún momento la enfrentó contra el gobierno del estado. Ejecutivos de AM Resorts, Dreams y Secrets, reconocieron en octubre ante medios de comunicación los efectos del “warning”, lo que generó un terremoto interno y externo por una declaración veraz de lo inocultable.

Ya en la víspera del fin de este 2017, el Congreso de Quintana Roo desechó una iniciativa de Ley para aumentar de 3 al 4 por ciento el Impuesto al Hospedaje, recursos que serían usados para la Seguridad Pública, pero el rechazo manifiesto de los hoteleros -que tensó las relaciones con el gobierno del estado-, resultó en que los diputados recularon.

En el gobierno municipal también hubieron efectos del warning. En Cancún el titular de Turismo, Frank López, huyó del cargo momentos después de conocerse la advertencia del gobierno de los Estados Unidos. Hoy el ex funcionario -quien es hijo del actual secretario general de gobierno, Francisco López Mena-, se dedica a echar lodo sobre su ex jefe, Remberto Estrada Barba, a quien exhibe en las redes sociales, ésta también una clara y burda estrategia para ganar simpatías entre los cancunenses, pues el ex director de Turismo municipal se promueve como candidato del PAN a la presidencia municipal para el 2018.


En conclusión, la Seguridad Pública es el talón de aquiles de Remberto Estrada y el peor de los muchos problemas que enfrenta Cancún. Este 2017 será recordado como el más violento y toca a las autoridades actuar para que el 2018 no desbanque el tope de los 227 ejecutados que se lleva este año que ya termina.
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