Carlos Joaquín pega a taxistas: Se gana a la gente


Por: Esmaragdo Camaz

A prácticamente un mes de las elecciones, Carlos Joaquín se fue por la libre y decidió la entrada legal y definitiva de UBER a través de una ley confeccionada y aprobada por un Congreso que le favorece a modo. La medida tiene una amplia aceptación popular. Originalmente UBER operó exclusivamente en Cancún, pero con esta nueva ley, ahora podrá hacerlo prácticamente en todo el estado, lo cual pone doblemente feliz a los quintanarroenses, excepto a los taxistas sindicalizados y a sus familias, que acusan al gobernador de traidor.

En octubre pasado anticipé en un artículo titulado “UBER en Cancún, ¿Herramienta electoral?, que el tema del transporte por APP tenía un tinte político-electoral. Y no es de extrañar que esta súbita decisión del gobernador llegue en el preámbulo de las elecciones.

UBER es un tema electoral en muchos sentidos. Carlos Joaquín se decidió finalmente por el voto abierto. Veamos algunos posibles escenarios electoreros.

1).- Los cancunenses se sienten contentos por el regreso de UBER y en consecuencia votan a favor del candidato del Frente que gobierna Quintana Roo (PAN-PRD-MC), que en este caso es Eloy Peniche, éste a su vez el candidato impuesto por el gobernador, quien al mismo tiempo operó para desechar a “Chanito”. Carlos Joaquín gana en este escenario.

2).- Los taxistas de Cancún dan voto de castigo al gobernador. Emiten voto reaccionario a favor de MORENA, cuya candidata es Mara Lezama, ésta a su vez, la candidata del gobernador. Carlos Joaquín también gana en este escenario.

3).- Los quintanarroenses en general se sienten a gusto por la entrada de UBER en todo el estado y votan a favor de los candidatos del Frente PAN-PRD-MC, que son “los partidos del gobernador”, ésto último sólo un decir. Carlos Joaquín gana una vez más en este escenario.

Los votos de la población abierta son más que el sufragio de los taxistas y sus familias juntos. Lo único que podría fallar en esta ecuación es un alto abstencionismo en las urnas, situación que se descarta considerando que el 1 de julio los quintanarroenses también votarán por presidente de México, tradicionalmente estas las elecciones más copiosas.

Por el lado de los taxistas la cosa está que arde. Los chafiretes se dicen engañados por Carlos Joaquín. Dicen que el gobernador les dio atole con el dedo por más de un año. Y lo llaman traidor.

Ya mostraron el músculo prácticamente al mismo tiempo que los diputados votaban la Ley de Movilidad. Crearon un caos en Playa del Carmen en minutos. Y casi a la medianoche crearon otro caos en la entrada a la Zona Hotelera de Cancún, donde la gente muy molesta con los taxistas, les aventaron piedras y hasta rompieron el parabrisas de un taxi.

En una cápsula informativa del sindicato de taxistas Andrés Quintana Roo, se lee que “El gobernador le declara la guerra a los taxistas”. Mal augurio de lo que podría suceder en los próximos días.

Los taxistas sindicalizados se sienten engañados y utilizados por Carlos Joaquín, a quien dicen haber entregado el voto para hacerlo gobernador y que hoy los traiciona.

El caos que los taxistas pueden crear en las ciudades del norte de la entidad es de pronóstico reservado. En tal caso el Estado tendría que hacer uso de la fuerza pública y el caos podría ser todavía mayor. En esta hipótesis, Carlos Joaquín contaría de todas formas con el apoyo y el respaldo de los quintanarroenses que quieren UBER, y que prácticamente son todos.

Los taxistas hicieron lo necesario para echarse a los usuarios encima y crearon las condiciones propicias para la llegada definitiva de UBER, Carlos Joaquín sólo aprovechó la oportunidad. 

Carlos Joaquín se anotó un punto a su favor con la legalización de UBER. La gente lo aprueba. Y bien que ya le urgía por fin ganar algo. Su falta de resultados en otros campos, como el tema de la seguridad por ejemplo, lo están debilitando gradualmente ante el público.

Hay muchos frentes abiertos, yerros, abusos y excesos en torno a Carlos Joaquín y su gobierno, pero al menos hoy quedó bien con el público, que desde hace mucho exigía con justificada razón una opción al transporte más allá de los insufribles taxis sindicalizados.  

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