Los primeros cien días de Jaime Hernández


El análisis de los primeros cien días de Jaime Hernández como alcalde de Cancún llevan a un punto irremediablemente claro: aprovechar una contingencia para obtener millonarios fondos con el justificante de que esto servirá para resolver los problemas de la ciudad, aun cuando la aplicación de estos recursos será –como siempre- discrecional.  

Por: Esmaragdo Camaz

En tan sólo 100 días al cargo del Ayuntamiento de Cancún, Jaime Hernández transformó la comuna, de una entidad ineficiente y endeudada, a una inoperante y en banca rota, pues aún con el grave problema ambiental que persiste, la inseguridad manifiesta, las irregularidades del transporte público, miles de baches, y muchos problemas más sin resolver, el alcalde ya gestionó un préstamo que equivale a la mitad del presupuesto que ejercerá el nuevo gobierno municipal el próximo año.

Hoy se sabe que tras las acaloradas disputas entre perredistas por la presidencia municipal, Jaime Hernández y su grupo –incluidos priístas como Víctor Viveros-, visualizaron un plan que les dejaría millonarios recursos para administrar.

Al asumir el cargo el 25 de Julio pasado, el edil, suplente de Gregorio Sánchez, presentó un discurso demagógico en el que “el plan de austeridad” era la parte central.
Este “plan de austeridad” se traduce cien días después en un nuevo endeudamiento, esta vez hasta por mil 400 millones de pesos, que sobrepasa por mucho el último empréstito que Gregorio Sánchez le heredó a la ciudad, por 280 millones de peos, mismo que al final –se sabe hoy-, fue usado para gasto corriente y no para obra pública, como se argumentó en aquel entonces para obtener ese crédito.

Mismo argumento que hoy presenta Jaime Hernández para justificar la pesada carga financiera que arrastrará ahora la comuna. En ese mismo discurso ha esgrimido también el elegante término de “reestructuración de la deuda”, que no es otra cosa que pedir prestado al banco, en este caso mil 400 millones de pesos.

En la administración pública de México, el ejecutivo ejerce un gasto discrecional sobre los recursos del erario público. Aquellos términos como “recursos etiquetados”, “ramo 20” y otros, son denominaciones para identificar la procedencia de los recursos, pero en la práctica, el gobernante en turno decide el gasto del liquido.

Una cosa es el procedimiento de liberación de recursos y otra la decisión de usarlos, en cuanto a tiempo y forma.

“Hasta que lo autorice el presidente” es una frase que cualquiera que ha estado en la administración pública sabe que eso es lo que determina la aplicación del gasto y no la retórica del discurso público.
Quienes solicitan el crédito son los mismos que aprueban su uso, es decir, el presidente municipal y su cabildo. Bajo esta premisa, no hay órgano fiscalizador confiable, de acuerdo a lo que la experiencia ha demostrado en las últimas décadas, no sólo en Cancún, sino en todo el sistema de administración pública de México.

En el sistema político mexicano, todo voto tiene un precio. Y en la administración pública de nuestro país, eso se traslapa a las cámaras legislativas, que en el caso de los ayuntamientos, equivale al cabildo. 

Durante estos primeros cien días, Jaime Hernández se ha dedicado a las actividades sociales. Desde la demagógica reunión con los vecinos del Ombligo Verde, que no se contentan con 700 arbolitos que el munícipe mandó a sembrar para resarcir la devastación de esa zona de la ciudad, hasta un ring de box que lo proyectó –según sus allegados- como un futuro candidato a un cargo de elección popular. Este edil aspira a una diputación, según ha confiado quien más cerca de él está.


El cancunense no entiende cómo las actividades sociales del presidente municipal pueden servir para tapar baches, o para llevarse la basura de las calles, o mejor aún, para resolver el problema de las tarifas del transporte público, que ahora nadie sabe bien a bien cuáles son y los camioneros cobran de acuerdo a como el pasajero se lo permite.

En cien días de la administración de Jaime Hernández, su departamento de comunicación social ha inundado los correos electrónicos informando las actividades del alcalde, sin que estas resuelvan las necesidades de los cancunenses.

Toda acción de servicios y obra pública ha sido detenida para crear las condiciones adecuadas para acceder al crédito bancario del que ya se ha informado.

Entre los preparativos para la Cumbre de Cambio Climático de la ONU, que tendrá como sede Cancún y en la que el Ayuntamiento de Benito Juárez tiene acaso una participación de ornato, junto a la contingencia por la basura, los baches y el transporte público, los nuevos fondos encontrarían en estos rubros su justificación.

Sin embargo, la abultada nómina de seis mil empleados del Ayuntamiento es la fuga permanente.

Expediente Quintana Roo dio cuenta de dos nóminas que reflejan los altos sueldos que Jaime Hernández ha asignado a su equipo más cercano. Otra prueba de lo engañoso de su “plan de austeridad”.

En concreto, en estos primeros cien días de Jaime Hernández no ha pasado nada, excepto más servicios incumplidos reclamados por la ciudadanía y el acuerdo con regidores para llevar a la comuna a una nueva deuda.

Lo que se suponía sería un presidente municipal suplente discreto para terminar de la mejor manera posible tan fallido trienio, se transformó en un edil que pasará a la historia como el endeudador más eficiente y veloz que Cancún haya tenido.

Información útil para el elector.
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