Cuento de Navidad: Chi´ik y Cha Chaak Maac (El Tejón y El Hombre Rojo)


Un problema tienen los niños de Santa María Poniente, una humilde comunidad maya de Felipe Carrillo Puerto. Para hacer sus pedidos al “Cha Chaak Maac” (El Hombre Rojo), deben escribir sus cartas en Español, un idioma que no es el suyo. Y el problema es todavía mayor si no hay quien los ayude. Pero desde que el Chi´ik (Tejón) tuvo una genial idea, ese problema quedó resuelto cada Navidad.

Por: Esmaragdo Camaz

La primera vez que escuchó hablar del “Cha Chaak Maac” (El Hombre Rojo) fue apenas meses atrás. Chi´ik (Tejón), como le decían todos en el pueblo, todavía no cumplía tres años de edad, pero como todo niño de Santa María Poniente que ya tiene uso de razón, estaba ansioso por saber más de este enigmático ser.

Shi´ik era un niño vivaracho. Era, para sus casi tres años, más pequeño que la mayoría de esa edad. Su mirada pícara y sus ocurrencias  lo hacían ver a decir de su familia, como un tejón.

En la comunidad de Santa María Poniente, un pintoresco pueblo ubicado 120 kilómetros al sur-poniente de Felipe Carrillo Puerto, donde la lengua corriente es La Maya, se acostumbra llamar a los niños por el apodo de algún animal que refleja su forma de ser. Más común que su nombre verdadero es el apodo del animal que los identifica.

En ese lugar, en Santa María Poniente, habitan unas mil 500 personas, muchas de ellas de condición humilde, muy humilde, tanto que en ocasiones no tienen para comer.


Pero cuando llega la temporada navideña, los niños del pueblo, que no entienden de las carencias, reavivan sus fantasías con la ilusión de que el “Polok Na´ak” (El Barrigón), bajará al pueblo para dejarles, como a los niños de la ciudad, un regalo navideño.

Pero Chi´ik, quien ya había aprendido de los niños del lugar que para pedirle un regalo al “Cha Chaak Maac” debía escribirle una carta, no entendía cómo el  “Polok Na´ak” iba a encontrar la misiva.

En Santa María Poniente, en las humildes casas de sus pobladores, no hay un árbol de Navidad. No es que la costumbre no se conozca, sino que las familias no tienen dinero para instalar uno en casa.

Chi´ik sabía por el dicho de los niños mayores, que en las casas de los pequeños de la ciudad, donde a “Cha Chaak Maac” se le conoce con otro nombre, el “Polok Na´ak” recoge las cartas de los niños en el árbol de Navidad y de esa forma sabe qué regalo debe dejarle al solicitante.

Por eso Chi´ik no sabía cómo hacerle para que llegado el momento, el mítico personaje vestido de rojo pudiera encontrar su carta. Otro problema que tenía el pequeño era escribir su petición en el papel.

En Santa María Poniente sólo los niños mayores pueden escribir cartas a “Cha Chaak Maac”, sabía Chi´ik.


Al segundo o tercer año de primaria, los niños del pueblo ya saben escribir en Español, pues las cartas de Navidad, por alguna razón que Chi´ik no entendía, no se podían escribir en la Lengua Maya.

Él, que como todos los niños pequeños del pueblo sólo hablan La Maya, había escuchado ya entre los adultos y niños mayores esa lengua que le parecía extraña, la que le dicen “Español”, pero que no sabía hablarla aún.

Sus papás, que se dedicaban al trabajo del campo, le hablaban normal y no con esas raras palabras que él todavía no podía entender.

En Santa María Poniente los hermanos mayores ayudan a los pequeños a escribir su carta para el Barrigón, pero en eso Chi´ik también tenía un problema, pues él era hijo único y no tenía quien le ayudara a escribir su carta.

Y el problema era mayor aún porque sus papás tampoco sabían cómo hacerlo. Los papás de Chi´ik no sabían leer ni escribir. Su padre trabajaba todo el día en la milpa y su madre, como muchas madres del pueblo, se pasaban el día improvisando cómo darles de comer a sus hijos.

Los niños del pueblo, que para esos días ya habían escrito sus cartas en Español y habían ayudado también a sus hermanos menores, iban entregando las cartas a sus padres, quienes en la soledad, veían con angustia un año más de dificultades para lograr entregar a sus hijos un juguete que nunca cumplía con las expectativas de sus hijos.


Pero la vida en Santa María Poniente es así y aunque los niños al despertar el 25 de Diciembre siempre encuentran un juguete distinto al deseado, la felicidad es la misma, pues para ellos lo que importa es que un regalo en casa significa que el “Polok Na´ak” por fin llegó.

Pero para Chi´ik, quien nunca había recibido la visita del Hombre Rojo, la ilusión era mayor. Los niños más grandes ya sabían que el regalo solicitado podía no ser el mismo que el recibido, pero el tejón no.

Esa Noche Buena previa a la Navidad, cuando Chi´ik dormía, sus papás encontraron en el piso, al lado la cama del niño, una hoja arrugada con un dibujo todo garabateado.

El ingenio del niño, que era mucho, resolvió todos sus problemas. Un lápiz de color y una hoja que encontró en casa le sirvieron para plasmar sus deseos.

Desde entonces, en Santa María Poniente los niños acompañan sus cartas con dibujos, para que el Hombre Rojo sepa qué es lo que ellos esperan de él.

Nadie sabe si el tejón recibió el regalo que esperaba, pero en el pueblo existe la creencia de que el Chi´ik (El Tejón) ayuda a los niños más pequeños para que el “Cha Chaak Maac” los visite cada Navidad.
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