Perredismo en QR: Julián vs Greg o cómo llevar al PRD a la lona electoral
Por:
Expediente Quintana Roo
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No es que sorprenda el pleito entre
perredistas, pues esta condición es algo ya común, lo verdaderamente
sorprendente son las temerarias acciones de sus militantes que se dan con todo
unos a otros, en un Quintana Roo en el que esta vez como nunca, el PRD hace
todo lo posible por auto marginarse de las preferencias del público.
Por: Esmaragdo Camaz
Son muchas las aristas que surgen en los
conflictos internos de perredistas en Quintana Roo, pero el episodio Julián
Ricalde Magaña vs Gregorio Sánchez Martínez supera por mucho la ficción.
A finales de Agosto de 2008, y pese a la
oposición de regidores de aquel entonces, entre ellos perredistas incluso, como
Latifa Muza Simón, Gregorio Sánchez Martínez nombró a Julián Ricalde Magaña,
coordinador de Obras y Servicios Públicos.
El nombramiento en ese momento era el
previo a la creación de la Súper Secretaría de Servicios Públicos, misma que
Greg le entregó a Julián, para desde ahí, impulsarlo para la presidencia
municipal de Cancún.
Desde ese entonces el plan estaba trazado.
Gregorio Sánchez puso en manos de Julián Ricalde Magaña el “Dragón”, la
maquinaria “estrella” del gobierno de Greg, con la que rompió muchas calles
para repavimentarlas y promocionar no sólo su entonces inminente nominación
perredista a la gubernatura, sino también, el ungimiento del súper secretario
Ricalden para la presidencia municipal de Benito Juárez.
Con el “Dragón” y otros programas de
servicios públicos, como la tan llevada y traída clausura del relleno sanitario
de Villas Otoch para llevar a cabo la construcción de una nueva central de
desechos sólidos en el polígono 89-90, Julián Ricalde navegó al amparo y
resguardo de Sánchez Martínez hacia la candidatura por la presidencia de Benito
Juárez.
No todos los programas ofertados por la
dupla Greg-Julián resultaron en realidades, pues el relleno sanitario de Villas
Otoch, quizá el conflicto ecológico y de salud pública más grave de Cancún,
sigue vigente, aún cuando el entonces súper secretario de Servicios Púbicos y
hoy alcalde, tiene la facultad, pero sobre todo, la obligación de resolverlo.
Pero con estas y otras deficiencias, la
pareja Greg-Julián continuaron con su plan. Es un clásico hoy cómo Ricalde
defendió en ese entonces la obra de Sánchez Martínez.
Cuando llegó el momento de la campaña, la
pareja convino el traslado de 320 empleados del Ayuntamiento de Cancún a la
casa de campaña de la Andrés Quintana Roo y López Portillo, el búnker entonces
de estos personajes.
Ambos, Greg y Julián, hicieron uso y
usufructo a favor de sus respectivas campañas -que se manejaban de forma
paralela-, del trabajo de los 320 empleados del Ayuntamiento de Cancún, que era
pagados “por fuera”, como se dice, con regularidad por la Comuna.
Eran trabajadores de diversas áreas. En ese
entonces en Palacio, era común que los trabajadores, en su gran mayoría de
confianza, se preguntaran unos a otros si, se iban a la campaña, o si se
quedaban donde estaban.
Para el empleado común que necesita de su
quincena para la manutención de su familia, esta dualidad de trabajar para el
Ayuntamiento y a la vez servir a la campaña de estos personajes, no representó
ningún bochorno, pues como muchos dijeron en su oportunidad, la cuestión era
mantener la chamba.
Durante los días de las campañas y hasta
poco antes de que Sánchez Martínez fuera detenido por la PGR en Mayo de 2010,
la dupla Greg-Julián continuaba en proselitismo conjunto.
No obstante, el rompimiento entre ambos
personajes, a diferencia de lo que se cree, no empezó hace poco, sino más bien,
el distanciamiento nació en el preámbulo de la detención de Greg, cuando Julián
filtró a periodistas su molestia por el exagerado protagonismo del también
cantante-religioso.
Este distanciamiento que el propio Julián
propaló también fue un resquicio que los opositores políticos de Greg supieron
aprovechar. No pasó mucho tiempo de eso cuando Sánchez Martínez fue enviado a
prisión.
Al suceder esto, los 320 empleados del
Ayuntamiento asignados a las campañas de Greg y Julián entraron en pánico.
Gradualmente, los recursos dejaron de fluir y el grupo, antes compacto, se
fragmentó.
En esos días, era común ver a muchos de
estos empleados rondar el Ayuntamiento de oficina en oficina, tratando de
cobrar sin éxito su quincena.
Julián Ricalde avanzó con éxito en su
campaña y dos circunstancias le fueron de gran ayuda para obtener el triunfo.
Uno, el factor Greg, pues este personaje se convirtió en víctima del
perredismo. Y dos, el fuego amigo que obró dentro del PRI para debilitar a
Guadalupe Novelo, quien hacia el final de la contienda interna del tricolor se
impuso sobre Laura Fernández Piña, para ser la candidata del priismo
cancunense.
El PRD en su conjunto tuvo grandes avances
en Quintana Roo. Ganó tres alcaldías y sus representantes en la Cámara local y
las regidurías de todos los Ayuntamientos se establecieron sin inconvenientes.
Con Greg en prisión hecho mártir para
muchos de sus seguidores, y Julián al frente del perredismo en Quintana Roo, el
PRD se consolidó como una realidad electoral en el estado, situación que hoy
está cambiando.
La liberación de Greg vino a dar al traste
con el liderazgo de Julián. Otra vez como en la campaña, el presidente
municipal se siente relegado por el protagonismo del también cantante-religioso
y de las bases perredistas que en muchos casos, revolotean en torno a él.
Pero a diferencia de la vez anterior, ahora
el clima entre ellos no es una desavenencia, sino una verdadera trifulca, al
estilo, eso sí, del PRD.
La gota que derramó el vaso no fue la
victoria de Greg sobre los juliancistas en la disputa por un lugar en el
consejo del PRD Nacional, sino la intervención directa de Andrés Manuel López
Obrador a favor de Sánchez Martínez y la reprobación tácita para Ricalde Magaña.
Por eso la situación para el PRD en
Quintana Roo no puede estar peor.
Julián Ricalde hace todo lo posible por
operar a favor del PRI-Gobierno en espera de mantenerse en el futuro mediato en
las lides políticas, aún a costa de golpear a su propio partido.
Mientras Gregorio Sánchez hace lo propio
contra Julián, jala adeptos del PRD al PT y hace alianzas con personajes del
PRI que a su vez, son hostiles con el poder en el Gobierno.
En ambos casos, Julián Ricalde y Gregorio
Sánchez, están llevando al perredismo y a la izquierda ficticia de Quintana
Roo, a la sepultura electoral.
Ricalde Magaña enfrenta la acusación de las
bases perredistas que ya lo ven como un traidor y el reclamo ciudadano por
acciones que ha dejado de hacer en el ámbito de sus responsabilidades como
presidente municipal.
Gregorio Sánchez Martínez por su parte,
tiene cuentas pendientes por desvío de recursos en su gestión como presidente
municipal. Ya sea por 89 millones que lo acusa la Legislatura, o por los 168
millones que andan bailando de un crédito de 200 millones de pesos, el caso es
que aún –al parecer-, tendrá que rendir ante la justicia.
Greg y Julián planearon apenas hace poco
tiempo, un camino promisorio para el PRD en Quintana Roo.
Gregorio Sánchez Martínez sería el gobernador
de Quintana Roo y Julián Ricalde Magaña el presidente municipal de Cancún. Nada
podía ser mejor que eso en su visión perredista.
Hoy, apenas meses después, Julián Ricalde
le da a entender a la prensa que Greg es un peligro para Quintana Roo.
Ricalde advierte que Greg quiere ganar la
Senaduría para después convertirse una vez más en presidente municipal de
Cancún.
En cualquier caso, estos dos personajes que
alguna vez cimentaron positivamente el avance del PRD en la entidad, hoy lo
tienen al borde del colapso, al menos en lo electoral, porque no se entiende
cómo con una fractura de ésta índole, el elector, cada día más informado, va a
reaccionar a favor de ellos a la hora de votar, esta vez, por los lugares en
las cámaras federales.
No es que sorprenda el pleito entre perredistas, pues esta condición es algo ya común, lo verdaderamente sorprendente son las temerarias acciones de sus militantes que se dan con todo unos a otros, en un Quintana Roo en el que esta vez como nunca, el PRD hace todo lo posible por auto marginarse de las preferencias del público.
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