No es una fábula. Para los priistas, los
más jóvenes, esto es el regreso al pasado. Elba Esther Gordillo culpa a Pedro
Joaquín Coldwell por el rompimiento de la alianza PRI-PANAL, mientras Enrique
Peña Nieto ya está preocupado por la segura pérdida de al menos, 1.5 millones
de votos. En Quintana Roo, los Joaquinistas sólo esperan que uno de los suyos
no se haya equivocado con tan delicada decisión.
Por: Esmaragdo Camaz
Parece el título de una fábula, pero para
los priistas, los más jóvenes, esto no es más que una reminiscencia del pasado.
Y eso no les hace mucha gracia.
Pedro Joaquín Coldwell –Pedrito-, como le
dicen de cariño sus más allegados en Cozumel, dio un paso temerario, al romper
la alianza con Elba Esther Gordillo y su poderoso sindicato magisterial.
La ruptura del PRI con el partido de Elba
Esther le resta a la elección de Enrique Peña Nieto 1.5 millones de votos que
como mínimo le produce a la maestra su poderoso sindicato magisterial.
Mención a parte la multiplicación por tres,
ecuación aceptada entre los partidos políticos como pronóstico electoral.
El argumento de que la separación de Elba
Esther se produjo por la mala imagen que la maestra tiene ante la opinión
pública es falsa.
Es cierto el repudio popular en contra de
la profesora, pero es falso que eso le importe a los partidos políticos al
momento de juntar votos para ganar una elección, más si es presidencial.
Y el PAN es la mejor prueba de ello.
Elba Esther rompió en 2003 con el PRI y para
las elecciones del 2006 llevó a Felipe Calderón al triunfo con una alianza hoy
memorable.
En 2003 la maestra rompió con Roberto
Madrazo Pintado, aguerrido, intransigente y chapucero dinosaurio del PRI.
Esta vez con Pedro Joaquín Coldwell al
frente del PRI, la profesora rompió con el tricolor por las mismas razones que
con Madrazo, por el regreso de los Dinosaurios, pero esta vez con otros
nombres.
Los Marines (el ex gober precioso, Mario
Marín, de Puebla); los Murats (el ex gobernador de Oaxaca, José Murat; Los
Labastidas (el ex gobernador de Sinaloa, primer candidato presidencial perdedor
del PRI, actual senador y principal crítico de Humberto Moreira), entre otros.
El dirigente del Partido Nueva Alianza, Luis
Castro, lo definió así al explicar que el rompimiento entre el partido de la
maestra y el PRI no es con el candidato presidencial, sino con la vieja guardia
del tricolor:
"Peña Nieto es otra generación de
políticos con un discurso de modernización, pero se le atraviesan los Marines,
los Murats y los Labastidas. Ojalá que sea capaz de vencer esas
resistencias".
La maestra y sus operadores han tenido el
cuidado de filtrar con prontitud que los acuerdos que habían tomado
directamente con Enrique Peña Nieto no fueron respetados a unas horas de la entrega
de candidaturas al senado, por la intervención de los “viejos” priistas.
Otra versión que emana directamente del CEN
del PRI dice que Pedrito está borrando todo lo que suene a Moreira. Y parece
que lo está cumpliendo.
Tanto que ni el propio candidato
presidencial ha logrado sacudirse a la vieja guardia.
Un operador muy cercano a Peña Nieto confió
que a éste no lo dejó satisfecho el rompimiento con Elba Esther y que la
preocupación del ungido por los millones de votos que esto significa es
ascendente.
En Quintana Roo, donde tiempo atrás los
cuadros del PRI, en su mayoría jóvenes, ya venían advirtiendo el inconveniente
del regreso de los Dinos, no salen de su asombro por el repentino rompimiento
de su partido con la profesora.
Y si bien al principio la llegada de un
cozumeleño a la dirigencia nacional del PRI fue proclamada en Quintana Roo como
el ascenso de los políticos locales a las grandes ligas, hoy esta primera
euforia se ha tornado en una profunda preocupación en dos sentidos:
1.- Que esta decisión de Pedrito tenga
consecuencia directa en el resultado de la elección presidencial.
2.- Que eso lo puede llevar a las alturas
si el resultado es positivo; pero que de ser negativo, lo puede hundir a él y a
toda su prole política.
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