REPORTE ESPECIAL: Los Policías de Cancún asignados a “puntos fijos”, relegados a su suerte


Cancún.- Han pasado años desde la última vez que algunos policías de Cancún usaron una arma. Muchos de ellos no han realizado prácticas de tiro desde la administración pasada. Y algunos más, cuando han sido llevados a ensayar disparos -hace mucho tiempo de eso-, sólo les han dado tres balas para disparar. Pero otros, aún trayendo una arma al cincho, ruegan a Dios no tener que usarla, pues temen que al hacerlo, puedan herir a un inocente o hacerse daño ellos mismos. Son los policías de Cancún, especialmente aquellos asignados a puntos fijos, que incluye la vigilancia de los bancos, las oficinas de gobierno, los puestos carreteros y otros servicios menores.

Un policía cuida la entrada de un Banco en Cancún, pero no tiene arma. Y aunque tiene permiso para portar una, no tiene pistola porque sus jefes se la quitaron para dársela a un policía del Grupo Geri, uno de los egresados de la academia de policía de Benito Juárez, aunque éstos nuevos elementos no cuentan con permiso para portar armas.

El policía que cuida el Banco tiene muchos años de servicio y después de salvar la vida tantas veces en acción contra la delincuencia, hoy cuida su vida en este “punto fijo” sólo con su chaleco antibalas, aunque éste ni siquiera tiene placa. Pero además no siempre lo usa, porque le da mucho calor. Así, éste policía libra la delincuencia.

Una mujer policía de Cancún tiene dos años de no accionar una arma. La última vez que asistió a una práctica de tiro parece hoy una anécdota lejana. No tiene miedo de enfrentar a los delincuentes. Lo que sí le da mucho miedo es tener que usar una arma, porque no tiene la suficiente práctica ni capacitación para ello. Lo que teme es que al accionarla, pueda lesionar a un tercero inocente o peor aún, que en el uso de una pistola, sea ella misma quien se accidente. La mujer cuida con valor y empeño lo que sus jefes le encarguen, pero espera que el garrote, el gas lacrimógeno y sus puños, sigan siendo suficientes para enfrentar a los delincuentes y no tenga que usar una pistola.

Por ello esta policía no carga arma, renunció a ella porque como dice, para que tengo una si no sé usarla bien. La mujer cuida hoy la entrada de un edificio de gobierno y ante la falta de capacitación y rezago de la que es objeto, no le queda de otra más que cuidarse ella sola.

Hay un caso de otro policía que hace más de un año no lo llevan a prácticas de tiro. La última vez que tuvo oportunidad de accionar su arma fue hace mucho. La anécdota es patética. Lo llevaron al campo de tiro, pero le advirtieron que sólo le darían tres balas para practicar, aunque al final, sólo pudo usar dos. En el primer tiro al blanco, le acertó a la zona de 50 y en el segundo, le dio al 100, y por esta razón, al parecer porque su puntería no es mala, el oficial le dijo que era suficiente y por eso hasta hoy sigue esperando que le cumplan con la tercera bala para practicar. Fue más el tiempo que estuvo en tránsito al lugar de la práctica que el tiempo que uso su pistola.

El policía por cierto, sabe usar varias armas, la R-15, la 9mm y la 38 mm, pero como él mismo dice, de qué me sirve saber usarlas, si no estoy fino, por eso, como no ha practicado hace tanto tiempo, mejor carga al cincho una 36 mm, su compañera en la oficina de gobierno donde cuida la seguridad.


Estos y otros casos, son los policías asignados por sus jefes a lo que llaman puestos fijos, es decir, aquellos lugares, como bancos, las entradas y salidas de la ciudad, las oficinas de gobierno y otros servicios especiales, donde pasan largas horas al día resguardando un lugar.

La mayoría de estos elementos tienen más de una década de servicio. Y en muchos casos, han sido relegados, dejndolos﷽﷽﷽﷽s casos, han sido relegados, dejunos ones ardando un lugar la ciudad, las oficinas de gobierno y otros rno donde cuidaándolos en el abandono de la capacitación. No obstante, estos policias ﷽﷽﷽﷽﷽﷽e, estos policncunenses dos, dejunos ones ardando un lugar la ciudad, las oficinas de gobierno y otros rno donde cuidaías cuidan a miles de cancunenses que todos los días van a los bancos, a las oficinas de gobierno y que circulan por los accesos y salidas de la ciudad. Su tarea no es menor.

Los policías no pueden reclamar ante sus jefes ni autoridades del Ayuntamiento de Cancún estas vejaciones, pues son objeto de represalias, por eso recurren en el anonimato, a compartir con la sociedad los problemas que les aquejan, pues como muchos cancunenses, ellos también corren riesgos.
Publicar un comentario

Comentarios