Los que sí medran con la grandeza de los Mayas, acusa el dirigente del Movimiento Antorchista
Por:
Expediente Quintana Roo
Publicado:
Puebla.- El dirigente de Antorcha Campesina,
Aquiles Córdova Morán, acusó al presidente “maya” de Felipe Carrillo Puerto, de
darse ínfulas de “emperador de sangre azul”, medrando así con la grandeza de
los Mayas, así lo manifestó en un comunicado.
Aquí
el comunicado:
De las muchas y variadísimas
culturas que florecieron en Mesoamérica (grosso modo: lo que hoy es la mitad
meridional de México y Centroamérica), no hay duda de que la más valorada,
admirada y reconocida en el mundo entero por sus grandes logros en los terrenos
arquitectónico, urbanístico, cultural, artístico y científico (astronomía,
agricultura y matemáticas, principalmente) es la civilización maya, que abarcó
el sureste mexicano, casi todo el territorio de Guatemala y parte del de
Honduras.
Sus asombrosos edificios, palacios y
templos; el trazado de sus ciudades y centros ceremoniales, el alto grado de
perfeccionamiento de las comunicaciones entre los grandes centros urbanos; la
complejidad y eficacia de su sistema de escritura y de su registro y cómputo
del tiempo, de que dan testimonio sus bellísimas estelas históricas y
conmemorativas y los gigantescos tableros de sus templos; su virtuosismo en la
observación y estudio de los astros, que se comprueba hoy por el exacto
“descenso de Ku-Kul-Kan” cada solsticio y en el cálculo exactísimo de la
duración del año solar; el aprovechamiento sabio del agua y del suelo (todavía
está vigente su clasificación en la edafología moderna) siguen asombrando al
mundo de nuestros días.
Pese a su grandeza, los mayas no
lograron evitar el sombrío destino que reservó la conquista española a todas
las culturas mesoamericanas. Es verdad que su derrota y esclavización sólo pudo
consumarse plenamente diez o más años después de que la Gran Tenochtitlan,
corazón y centro administrativo y militar del gran imperio de los mexicas,
había sucumbido a los cañones y a la piqueta brutal de los conquistadores (13
de agosto de 1521).
Los mayas pudieron seguir
resistiendo varios años más por varios motivos, algunos todavía no bien
esclarecidos por los historiadores. En primer lugar, por su ubicación lejana y
hasta cierto punto periférica en relación con México-Tenochtitlan, centro
neurálgico de la conquista; en segundo lugar, por los terribles obstáculos
naturales que oponía su hábitat (selvas, pantanos, marismas, etc.) y, en tercer
lugar, sostienen algunos, por su gran valentía, que se vio potenciada por la
instrucción militar de Gonzalo Guerrero, el español que se hizo maya entre los
cheles de Quintana Roo, y es, por eso, el verdadero fundador de la mexicanidad.
Sea como sea, lo cierto es que los
mayas resistieron heroicamente todo el tiempo que pudieron; y, cuando al fin
sucumbieron, su terca fidelidad a su religión y a sus dioses nativos, su
tenacidad para seguir practicando su arraigado culto en montes, cavernas y
cenotes escondidos, fue el pretexto para que sobre ellos callera la más feroz
represión, tanto en forma de masivos “autos de fe” que los exterminaban por
fuego, ahorcamiento o decapitación, como en forma de arrasamiento e incendio de
sus comunidades y el consiguiente despojo de sus tierras, aguas y bosques, que
pasaban sin más a manos de los conquistadores.
Desde entonces, los hijos y los
herederos de esa inmensa cultura, orgullo de México y admiración del planeta entero,
se convirtieron en esclavos, en parias y en mendigos en su propia tierra, en
medio de las ruinas colosales de su grandioso pasado y de la gran riqueza
natural que un día fuera toda suya.
Y desde entonces comenzó ese doble
juego perverso, esa indignante mascarada que consiste en elogiar hasta el
ditirambo, hasta la caricatura, sin ton ni son muchas veces, la grandeza de la
cultura maya en discursos, escritos, fiestas y ceremonias cívicas, mientras en
los hechos se mantiene intacta (o casi) la injusticia, el despojo, el abandono
(y de cuando en cuando la represión brutal) y el desprecio con que fueron
tratados por los conquistadores españoles.
Los mayas de hoy, degradados
físicamente y espiritualmente por la pobreza, el hambre, la desnutrición, la
nula atención a su salud, a su educación; por la falta de vivienda digna y de
servicios urbanos en sus comunidades, por la carencia de empleo o de una
actividad productiva remuneradora, vagan sin rumbo y sin esperanza por todo el
que fuera su grandioso imperio, sin que nadie haga por ellos más que demagogia
burda y discursos huecos en tiempos electorales.
Sus tierras de cultivo, sin recursos
ni atención seria por parte de los gobernantes, o se inundan en temporada de
huracanes o no rinden cosecha por causa de la sequía, y las “aseguradoras” se
niegan a pagar el seguro respectivo; sus viviendas, la inmensa mayoría hecha de
varas y lodo u otro material perecedero, son también las primeras víctimas de
tormentas y ciclones; sus comunidades, mal comunicadas o incomunicadas de
plano, se quedan aisladas con cada gran tormenta y no sólo no se puede entrar y
salir en caso de emergencia, pero ni siquiera recibir la precaria ayuda que el
gobierno da en esos casos.
La “modernidad” sólo les ha traído
un nuevo despojo, les ha arrebatado lo último que les quedaba, esto es, el
prestigio universal de la belleza de su tierra y de su ancestral cultura, que
hoy están convertidas en “gancho” para atraer turismo a la llamada “Riviera
Maya”, en provecho exclusivo de los grandes inversionistas mexicanos y
extranjeros.
Y allí está para probarlo un
contingente muy representativo de la grandeza, valor y tenacidad de los mayas,
así como del abandono, la injusticia social y el desprecio de que son víctimas
en los tiempos que corren. Más de tres meses (desde el 20 de septiembre pasado)
lleva en “plantón” un grupo de ellos frente al palacio municipal de Felipe
Carrillo Puerto (donde despacha, por cierto, un hermano de raza de los pobres
que protestan) en demanda de que se atiendan sus carencias más sencillas,
humanas y urgentes.
Y el presidente “maya” Sebastian Uc
Yam, con ínfulas de “emperador de sangre azul”, los ha ignorado olímpicamente
hasta hoy. Lo mejor que se le ha ocurrido al señor es pagar sueltos en la
prensa para distorsionar los motivos de la protesta y para calumniar al líder
de los mayas quintanarroenses, Lic. Dimas Romero González, tachándolo de
corrupto, chantajista y prevaricador con la pobreza ajena.
Es la misma vieja canción de todos
los gobiernos insensibles, incapaces y (ellos sí) corruptos hasta la médula, a
quienes les produce urticaria que el pueblo se atreva, no a suplicar, sino a
defender y a exigir sus derechos ante supuestos “servidores públicos”. Pero es
hora de que las cosas comiencen a cambiar. Desde aquí llamo a todos los mayas
marginados, olvidados y maltratados que haya en el sureste mexicano, para que
se organicen con nosotros, con el Movimiento Antorchista Nacional, y juntos
demos la batalla por una suerte mejor. A mi compañero Dimas Romero González le
envío el decidido apoyo de nuestro Movimiento, y le sugiero que comencemos una
marcha regional hacia Felipe Carrillo Puerto para obtener justicia. El
Antorchismo nacional está con él para lo que sea necesario.
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