“Hay que acabar con los derechos de papel”, dice dirigente de Antorcha Campesina
Por:
Expediente Quintana Roo
Publicado:
En un comunicado, el dirigente de Antorcha
Campesina, Aquiles Córdova Morán, plantea la necesidad de acabar con los
“derechos de papel”, en un texto en el que explica con detalles.
Aquí el comunicado:
La administración del estadio Azteca canceló el
contrato de arrendamiento que tenía firmado con el antorchismo mexiquense para
el 3 de noviembre próximo por una emergencia relacionada con los problemas de
la selección nacional de futbol.
Nada tenemos que objetar a eso, y sólo nos resta
expresar nuestro deseo de que, en ocasión más propicia, podamos contar con ese
emblemático recinto para reunir al Antorchismo Nacional, que se apresta a
celebrar sus primeros cuarenta años de existencia.
La cancelación del evento nos obliga, eso sí, a
echar mano de otros recursos para dar a conocer los difíciles problemas que
estamos enfrentando en estos días, cuya naturaleza y circunstancias no permiten
guardar silencio en torno a ello.
Como se recordará, en noviembre de 2011, todavía
como aspirante a la candidatura presidencial del PRI, el Lic. Enrique Peña
Nieto publicó un libro bajo el significativo titulo de: MÉXICO, la gran
esperanza, que varios de sus lectores coincidimos en señalar como una obra
bien estructurada, coherente, respaldada con cifras indiscutibles y, sobre
todo, bien escrita, en un lenguaje claro, conciso y con una sintaxis más que
correcta, virtudes todas bastante raras en obras de esta naturaleza.
De ese libro me voy a permitir hoy tomar algunas
citas breves, no sin dejar claro que el autor, antes de entrar en materia,
precisa que su obra “…no es una oferta de gobierno sino un conjunto de ideas
para el futuro del país…”. Por tal motivo, yo, a mi vez, aclaro que lo cito
sólo como autor, y no como Presidente de México, que es el alto cargo que
actualmente desempeña.
“El mayor valor al que debe aspirar una república
–se lee en la página 18– es la verdadera igualdad de derechos entre sus
habitantes”. Y renglones adelante precisa: “En México se vive una contradicción
inaceptable: se reconoce legalmente una serie de derechos civiles, políticos,
sociales, económicos y culturales; sin embargo, en la práctica, un gran número
de mexicanos no disfrutan de esos derechos básicos”.
Difícil sería expresar con más exactitud y
concisión la situación que se intenta describir. Renglones antes, en la misma
página, al hablar de las tres grandes tareas que a juicio del autor resumen el
reto de un Estado eficaz, menciona en primer lugar lo siguiente:
“1) que los derechos de todos los mexicanos no
sean sólo ideales plasmados en la Constitución, sino que en verdad los
disfrutemos en la vida cotidiana, es decir, que pasen del papel a la
práctica…”.
Ahora bien, supongo que nadie discutirá que entre
los derechos básicos del ciudadano destacan por su importancia la libertad de
opinión y de manifestación pública del pensamiento, pues se ha dicho, incluso,
que tales libertades distinguen a la democracia de una dictadura.
Pero no hace tanto que me permití reseñar, sin
que nadie me haya desmentido hasta hoy, cómo a los antorchistas se nos ha
impedido ejercer el elemental derecho a emitir nuestro juicio en legítima
defensa contra arteros ataque mediáticos, cerrándonos las puertas de todos los
medios importantes (con una sola excepción), a pesar de que se trataba de
inserciones pagadas con un claro responsable de la publicación.
Hoy vivimos una dolorosa e inmerecida tragedia:
el secuestro de don Manual Serrano Vallejo, sencillo vendedor de diarios y
revistas cuyo delito es ser padre de Maricela Serrano, alcaldesa antorchista de
Ixtapaluca, al mismo tiempo que se cancelan las mesas de diálogo para atender
nuestras demandas sociales y se suspende la entrega de recursos a los
ayuntamientos antorchistas.
Frente a esto, las maniobras para silenciarnos y
dejarnos inermes ante funcionarios y medios, arrecian, se hacen más duras,
abiertas y desafiantes de la ley. La caracterización de la situación que hizo
en 2011 el Lic. Peña Nieto, pues, así como la necesidad de combatirla a fondo,
son hoy más vigentes y urgentes que entonces.
Al desglosar algunos de los derechos básicos que
deben ser convertidos en realidad cotidiana, el texto reza así:
“Cuando decimos que el derecho a la seguridad
pública pase del papel a la práctica significa que todos, sin excepción,
podamos salir a las calles sin el temor a ser asaltados, o que los padres y las
madres de familia puedan dormir tranquilos porque tienen la certeza de que sus
hijos regresarán a casa.
Significa que ningún mexicano viva con miedo a
ser secuestrado o asesinado. Implica que todos, sin excepción, podamos acceder a un juez que de
manera rápida y honesta resuelva una sentencia en la que sean los culpables, y
no los inocentes, quienes reciban un castigo por haber infringido la ley”.
Claras, exactas y generosas palabras que explican
por qué su autor es hoy el Presidente de México.
Ellas me animan a recordar a los mexicanos que la
familia Serrano Hernández y quienes la queremos y valoramos como nuestra, no
podemos dormir tranquilos desde hace 16 días porque el padre de todos está
secuestrado, sin tener siquiera el pretexto de una ostentosa fortuna para
justificar la brutal agresión.
Y que tampoco hemos podido acceder a una justicia
pronta y expedita; lejos de ello, la procuraduría mexiquense ha condicionado
abiertamente su acción a que Maricela “demuestre sus acusaciones” contra el
Gobernador, acusaciones que ella niega rotundamente. ¿De qué se trata? ¿Qué se
quiere lograr poniendo condiciones incumplibles? ¿No es simplemente una manera
de decir que no habrá justicia para nosotros?
Varias personas serias y conocedoras de la
política a la mexicana, han llamado mi atención sobre el pasaje del libro en
que, partiendo de que la democratización del país provocó la “fragmentación del
poder político”, se afirma: “Sin embargo, algunas estructuras económicas y
sociales que se conformaron en el contexto del régimen pos revolucionario no se
transformaron, lo que permitió que algunas de ellas mantuvieran una gran
concentración de poder frente a un sistema político desconcentrado, alcanzando
la capacidad para bloquear reformas que consideran contrarias a sus intereses”.
¿No crees, me dicen, que Antorcha pueda entrar en
este marco? No, no lo creo. Porque si así fuera, sería un increíble error de
daltonismo político, incompatible con la clara mirada social, política y
económica del libro. Primero, Antorcha no tuvo ni tiene ninguna “concentración
de poder”, político o económico, se le mire por donde se le mire; segundo, por
lo tanto, tampoco tiene ninguna capacidad de “bloquear reformas”; y tercero y
más decisivo, Antorcha no considera ninguna de las reformas que está impulsando
el Ejecutivo como “contraria a sus intereses”.
Lejos de ello (y no tengo más remedio que decirlo
así), mucho antes de que apareciera el libro del Lic. Peña Nieto Antorcha ya
planteaba un enfoque distinto del combate a la inseguridad; una mejora
sustancial de nuestro sistema judicial; salud y educación de calidad para
todos, vivienda, seguridad social, servicios, ambiente sano, etc., para los
menos favorecidos; en resumen: una reorientación profunda del gasto social y
una política impositiva progresiva y redistributiva de la renta nacional.
Todo esto está escrito o grabado y quien quiera
hacerlo puede constatar fácilmente la clara coincidencia de enfoque y de
principios entre nuestro ideario y el sustentado en el libro de referencia.
Antorcha, pues, no puede representar, ni ha
representado nunca, un peligro o un obstáculo para la democracia mexicana ni
para la marcha del país hacia un futuro mejor; es, aunque muchos lo nieguen,
una fuerza más que empuja en esa dirección.
Confiando en esto, me dirijo respetuosamente a
las altas autoridades del gobierno federal para que intervengan, según sus
facultades legales y sus responsabilidades sociales y políticas, para que don
Manuel Serrano regrese sano y salvo al seno de su familia, y para que se
atiendan, en serio, las demandas de los antorchistas, que son parte de las
demandas de los menos favorecidos de nuestro país.
Confiando en esto, me dirijo respetuosamente a las altas autoridades del gobierno federal para que intervengan, según sus facultades legales y sus responsabilidades sociales y políticas, para que don Manuel Serrano regrese sano y salvo al seno de su familia, y para que se atiendan, en serio, las demandas de los antorchistas, que son parte de las demandas de los menos favorecidos de nuestro país.
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