El negocio del reemplacamiento y su costo político para Carlos Joaquín


Por: Esmaragdo Camaz

El reemplacamiento es un burdo negocio de Carlos Joaquín. Y el costo político que pagará por ello será muy alto, pues muchos quintanarroenses molestos ya lo ven como un traidor. Las placas le costarán al gobierno 300 pesos, pero se las va a vender a la gente en 1,081 pesos. O sea que le va a ganar 781 pesos por auto. De ahí los 350 millones de pesos que el mandatario va a obtener por la comercialización de los nuevos metales.

Si en realidad el argumento fuera cumplir con una disposición de la SCT que pide placas sin logotipos, entonces ¿Por qué no darle al público las nuevas placas al costo? ¿Por qué el gobierno de Carlos Joaquín las tiene que vender al triple de su precio? ¿No sería mejor que el público se las compre directamente al fabricante?

Carlos Joaquín no tiene argumento válido para hacer su negocio.

Si el Gobierno no da las placas al costo, entonces es un negocio. Y este argumento no es válido.

Y si el producto de este negocio es para pagar pasivos del gobierno, entonces esto significa que el público pagará las deudas de Roberto Borge. Y este argumento tampoco es válido. Los quintanarroenses quieren que Carlos Joaquín le quite a Borge el dinero que éste se llevó y que esa suma -que se entiende como monumental-, la use para pagar las deudas del gobierno y no que el pueblo tengan que pagarlas.

En este contexto, el negocio del reemplacamiento causará un efecto de descrédito para Carlos Joaquín. Es muy temprano aún para que un gobernador con tanto respaldo popular eche por la borda tan valioso capital político sólo por la ambición de unos millones de pesos. 

Los joaquinistas prefieren las redes sociales por encima de los Medios de comunicación. Pero ahora que las redes sociales les son adversas, los joaquinistas buscan refugio en los Medios convencionales para convencer al público de las bondades del negocio. Pero los quintanarroenses se desbordan en el Facebook en contra del reemplacamiento y en contra de Carlos Joaquín. Más de uno ya lo tilda de traidor.

Carlos Joaquín ya endeudó a Quintana Roo a largo plazo y ahora quiere venderle placas a la gente. Está mandando muy malas señales al público. Quizá es momento que el gobernador se de cuenta que mientras él expone el pellejo ante los quintanarroenses, sus funcionarios hacen grandes negocios a sus costillas sabiendo que a fin de cuentas el responsable ante el público es el gobernador. Y aún en un escenario convulso, éstos funcionarios oportunistas todavía tendrían oportunidad de salir por piernas con destino a sus lugares de origen con las alforjas llenas de billetes.

Carlos Joaquín debe sopesar con mucho detenimiento sus acciones. Aún está a tiempo.

NOTA: El costo real de 300 pesos de las placas y la utilidad de 781 pesos por su venta al púbico en 1,081 pesos son datos reales aportados ayer por el financiero de Carlos Joaquín.
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