Por: Esmaragdo Camaz
A dos semanas de su llegada como gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín tiene un polvorín dentro del Palacio de Gobierno. Dos bandos se disputan los cargos de la burocracia y el novel mandatario exaspera ante la fuerte presión que esto le representa. Quizá debió explicar con antelación los detalles de su plan de “transición”, pero al no hacerlo, agarró a todos desprevenidos y hoy ya sin argumentos que lo justifiquen, lanza un yo acuso contra quienes –dice él- quieren desestabilizar el estado. ¿Dónde escuchamos eso antes?