Miguel Ramón Martín Azueta resuelve problemas


Por: Carlos Barrachina Lisón

¿Qué es lo que quiere cerca un responsable político, alguien que cree problemas, o alguien que tenga la voluntad para gestionarlos?  La administración de Carlos Joaquín enfrenta un contexto político muy complicado y no puede permitirse el riesgo de crearse más problemas. Tampoco debe quejarse del escenario. Si CJ fue electo y apoyado por la gente, es porque tanto en México, como en Quintana Roo, el escenario político está muy complicado; y porque la gente quiere alternativas que gestionen las cosas de forma diferente. 


Miguel Ramón es un operador político clásico, en el que destaca la fuerza de voluntad por superar cualquier inconveniente, y un instinto de sobrevivencia impresionante. Con momentos de frustración, como los que todos tenemos, y un pasado con errores y debilidades importantes, sin embargo, tiene la capacidad de reinventarse y recuperar el norte. Finalmente, los resultados hablan y hasta la fecha, ya ha resuelto por lo menos tres situaciones a favor de Carlos Joaquín González.

Me recuerda a José Luis Pech. Los dos comparten varias cosas en común: tienen incontables enemigos; son inteligentes y tienen un trato amable; conocen el sistema político y operan en consecuencia; pueden ser duros, pero en su entendimiento tratan de ser justos (aunque cometan errores, o esa justicia se auto justifique o confunda con interés personal). Sin embargo, lo que más les acerca es su impresionante instinto de sobrevivencia. 

Pech será Senador en 2018 casi con toda seguridad y habrá superado para ello un montón de obstáculos; Miguel Ramón, si no me equivoco, ocupará la posición de poder más importante de la actual administración, y dejará atrás los esfuerzos de muchos por descalificarlo. En ese sentido pareciera que los modelos clásicos estarán de moda en los próximos años.

¿Qué situaciones ha resuelto Martín Azueta? 1. Fue un operador político clave en la campaña de CJ. Negoció con innumerables actores, y estuvo presente en diferentes frentes de forma solvente; 2. Logró que el Congreso se decantara a favor del ejecutivo, y que la independencia de los poderes sea todavía un sueño; 3. Acaba de resolver el problema que se generó en el centro del estado, y ha logrado un pacto con campesinos para que concluyan los bloqueos en las carreteras. En los tres casos ha operado de la forma tradicional: ha dialogado, y ha invertido recursos. 

Pudiéramos pensar que no es tan complicado. Sus enemigos, especialmente los que tiene en el interior del gobierno, le restan méritos. Afirman que Miguel Ramón acapara más reflectores de los que merece; y que en general todos los éxitos que se puede atribuir son resultado del esfuerzo de muchos, y por supuesto de la cantidad de dinero invertido para llegarle al precio a la gente. 

Si eso es así, ¿por qué es el único funcionario de primer nivel que puede atribuirse diferentes resultados positivos? 

En el inicio de la administración de CJ (no hace tanto tiempo), Juan de la Luz y Rocío Moreno no soportaron las formas de operar de Miguel Ramón, y lo intentaron bajar del futuro gobierno. Lo acusaron de no saber trabajar en equipo, básicamente porque no seguía las instrucciones que ellos trataban de definir, y que han generado incontables problemas en la imagen del Gobernador. López Mena surgió como un instrumento útil para eliminar la influencia de Martín Azueta, y Manuel Alamilla se disciplinó y rompió su relación con Miguel Ramón Martín Azueta, convirtiéndose en otro operador del grupo Tepito, para hundir de forma definitiva al ex presidente municipal de Solidaridad. 

Miguel Ramón no se subordinó e inició una contraofensiva interna que le permitió ocupar la posición que ostenta en la actualidad. El Jefe de la Oficina del Gobernador se reinventó, y ya está desempeñando algunas de las funciones políticas que debería desempeñar el secretario de Gobierno.  Entre ellas, resolver el problema que se generó en el centro del estado.

El caso del conflicto con los campesinos de José María Morelos y Carrillo Puerto es una muestra más de las diferentes perspectivas que tienen los políticos cercanos a Carlos Joaquín de cómo deben resolverse los problemas. Fuentes bien informadas señalan que Juan de la Luz, en una reunión se expresó de los campesinos en los siguientes términos: “estos mayitas me la pelan”. 

Esta afirmación evidencia no sólo el desprecio racial explícito en la afirmación, sino el estilo autoritario de trato con los ciudadanos que caracteriza a un sector de los colaboradores de Carlos Joaquín. En cierta manera, es lo mismo que sucedió con Juan Vergara en el caso del reemplacamiento del parque vehicular. Despreció a los ciudadanos, y finalmente el Gobernador tuvo que salir a corregir la situación mostrando sensibilidad social.  Ahora resulta, sin embargo, que se filtra de forma interesada que las protestas y consecuentes bloqueos de los campesinos de José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto fueron orquestadas por Pedro Pérez y el líder de la Unión Nacional de Organizaciones Campesinas Marcelo Carreón para golpear y debilitar a Juan de la Luz Enríquez Kanfachi. 


Regresando a la pregunta inicial, el Gobernador requiere de resultados. Suficientemente complicada está la situación, para que las “grillas” del poder desvíen la atención del verdadero objetivo de la administración. Si algo ha quedado claro es que no se puede gobernar despreciando a la gente. Esa sensibilidad social, y las ganas de gestionar problemas colectivos son las que deben presidir el actuar político en Quintana Roo; en otro caso el conflicto está servido y Carlos Joaquín no responderá al mandato por el cual buena parte de los quintanarroenses le apoyaron.
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