El 4.1% crecimiento de QR: Falta de reciprocidad de la Federación y la postura de Carlos Joaquín
Por:
Expediente Quintana Roo
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Expediente
Por: Esmaragdo Camaz
Con Carlos Joaquín Quintana Roo creció 4.1 por ciento en su economía. Eso no lo hizo ni Obama. No, el ex presidente norteamericano creció con su país a un ritmo anual de 2.9 por ciento. Con Trump, los Estados Unidos está creciendo a un promedio de 2.8 por ciento anual. Y con Andrés Manuel López Obrador en su primer año como presidente, México no crecerá más allá de dos puntos porcentuales. Cierto que las comparaciones son odiosas, pero en ocasiones necesarias. Ayer el gobernador quintanarroense dio en el clavo cuando en el Foro Forbes planteó con justa razón, que el gobierno de la 4T no es recíproco con los beneficios que Quintana Roo le aporta a Federación. El crecimiento económico del estado quintanarroense es superior incluso al de algunos importantes países y regiones del mundo. Brasil crece este año al 2.5 por ciento y Europa junto con Asia Central crece al 3.8 por ciento. Sé que para algunos estas comparaciones parecen exageradas, pero no lo son. Nadie en México y tampoco en Quintana Roo, parece querer darse cuenta que el Caribe Mexicano es por sí solo una potencia económica.
Siguiendo con las comparaciones. Este año China “bajará” su crecimiento al 6.6 por ciento anual. Esta es la economía más potente del mundo. Y otro gigante, la India, alcanzará el 7.7 por ciento de crecimiento entre este año y el próximo. Y en términos generales la región Asia-Pacífico crecerá 5.2 por ciento entre el 2020 y 2021. Todos estos datos derivan del informe del Banco Mundial “Global Economic Prospects: Heightened Tensions, Subdued Investment (Perspectivas económicas mundiales: Altas tensiones, escasas inversiones)” de junio de 2019.
Hay un dato -para mi recurrente- a la hora de explicar, comparar, la potencia de la economía de Quintana Roo con el resto de México o incluso con la de otros países: El Aeropuerto Internacional de Cancún.
Ayer una crónica del lastimoso paro taxista en la Ciudad de México explicaba que los choferes bloquearon la Terminal I del Aeropuerto de la capital del país, pero que más tarde incluso bloquearon también la Terminal II causando un caos total. El Aeropuerto Internacional de Cancún tiene cuatro terminales. Con hasta más de 500 operaciones en un día, la terminal aérea cancunense ya es la primera de México en vuelos internacionales. Y con la política aeroportuaria retrógrada de López Obrador, el AIC probablemente termine superando en otros rubros también al AICM. Para decirlo simple, el Aeropuerto Internacional de Cancún es más grande y con mayor capacidad de operación que el de muchos países. Esto -como decía anteriormente- da una idea del crecimiento y potencial económico de Quintana Roo.
Carlos Joaquín dijo ayer en el Foro Forbes: “Quintana Roo es un receptor de demanda laboral regional y nuestra industria turística aporta millones de dólares”. Cierto. En términos llanos, la gente que llega a Quintana Roo siempre tiene trabajo. Yo tengo un indicativo para eso. En su primer año el nuevo quintanarroense que se avecinda en los destinos turísticos del norte del estado, tiene el privilegio de cambiar constantemente de trabajo hasta que poco a poco termina acomodándose en el que más le conviene. En el resto del país encontrar un trabajo es una suerte y quien lo encuentra lo cuida pues sabe que difícilmente encontrará otro.
En las ciudades del norte de Quintana Roo como Cancún y Playa del Carmen, miles de extranjeros llegados de todo el mundo se establecen cada año. Cuando se les pregunta por qué vinieron a estas tierras, la respuesta generalizada es que llegan aquí para mejorar sus condiciones de vida. Se quejan de la falta de trabajo en sus países. Y no exagero al decir que muchos de éstos extranjeros no pensaron en México cuando planearon venir, sino su destino siempre fue Cancún o Playa del Carmen, o alguno otro de los destinos turísticos del norte de Quintana Roo. Muchos de ellos incluso no conocen la Ciudad de México porque arribaron a Cancún vía aérea directamente de sus países.
No he escuchado que los mexicanos establecidos en Quintana Roo se quejen de falta de empleo por la ocupación de extranjeros en puestos de trabajo. He escuchado quejas sí en cuanto a las desigualdades y competencias entre unos y otros. En cuanto a la calidad del trabajo para unos y otros. También en relación a actos de discriminación que eventualmente surgen. Pero sé de múltiples casos de mexicanos con alta preparación que ocupan importantes puestos ejecutivos por encima de sus pares extranjeros. Y también he escuchado muchos lamentos de extranjeros que por su condición de ilegales se les dificulta en ocasiones tener un mejor empleo. “Los mexicanos tiene la suerte que no necesitan permiso laboral”, les he escuchado decir a muchos de ellos.
“Sin embargo esto no es determinante para la asignación de recursos federales. Por ello, propondremos un nuevo esquema de coordinación fiscal”, agregó Carlos Joaquín en su exposición en el Foro Forbes al hablar de la generación de empleos en Quintana Roo. Y tiene mucha razón. El gobierno, su gobierno, tiene que atender cada mes a cientos de nuevos quintanarroenses que llegan a establecerse a las ciudades que están en pleno crecimiento y los recursos públicos son insuficientes para atender la demanda de servicios y vivienda.
Cancún, Ciudad Mujeres, Playa del Carmen, Puerto Morelos, Tulum y el corredor Riviera Maya, son ciudades en pleno crecimiento y no existen datos ni consideraciones que supongan que este crecimiento vaya a terminar en el mediano plazo. De todas ellas Cancún es la ciudad “más vieja” con apenas 49 años de vida y ya tiene el tamaño de algunas ciudades mexicanas fundadas hace casi 500 años. Algunos creen que estos destinos quintanarroenses juntos se convertirán en las siguientes décadas en una mega-urbe.
Carlos Joaquín explica este crecimiento y su respectiva demanda de servicios en estos términos: “El constante crecimiento económico deQuintana Roo incrementa el flujo demográfico, lo que exige la creación de más oportunidades, empleos y servicios públicos. Esto representa un gran reto para nuestro Estado”.
El estado, es decir, el Gobierno de Quintana Roo, pierde muchos recursos fiscales que el Gobierno de México recupera vía impuestos derivados directamente de la riqueza que genera la potente industria turística quintanarroense. Estos recursos podrían servirle al gobierno estatal para enfrentar la demanda derivada del crecimiento descrito aquí. En cambio, el gobierno quintanarroense tiene que estar a expensas de las decisiones del gobierno de la 4T para ver si le llegan de vuelta aunque sea algo de los recursos que la Federación ya tomó de la economía quintanarroense.
Hay otro tema que no es menor. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador eliminó el fondo para la promoción turística. Al parecer al presidente de México le cuesta trabajo entender cómo funciona la industria del Turismo. AMLO se queja de los gastos y dispendios en torno a la promoción de los destinos. Sataniza las ferias, las fiestas, la publicidad, la mercadotecnia en eventos deportivos internacionales, las relaciones públicas, la farándula y toda aquella actividad que le parece superflua. ¡Pues es que de eso se trata el turismo señor presidente!
La nuestra no es una industria siderúrgica. Tampoco petrolera. Ni ganadera. Ni maquiladora. Tampoco textilera. Ni manufacturera. No es agrícola. Entiendo que el presidente tabasqueño se acomode mejor con el overol. Con la camisa petrolera. Con el sombrero del campo. Con la grasa y los fierros de las fábricas. Y hasta con el árduo y duro trabajo de los obreros y campesinos que se parten la espalda bajo el sol abrasador en los campos agrícolas y ganaderos de la zona de Macuspana y la Chontalpa.
Pero acá no. No señor presidente, acá la cosa es el coto -como dicen los chavos-, acá la cosa es el reven, el jolgorio, la fiesta, el bikini -el bañador como dicen los españoles-. Acá es el sol y el mar. La hamaca, el chupe, el reventón. La disco, las drogas, el destrampe, el baile, la música, el sexo, el degenere pues. Acá son los grandes espectáculos, el glamour, las fiestas privadas. Acá es la alucinante y delirante vida de lujos en los mega-resorts de la Zona Hotelera y de la Riviera Maya. Acá la gente de todo el mundo viene a hacer lo que no pueden hacer en su chamba, en su vida diaria. Acá se viene a descansar, a disfrutar de la familia, de la vida. Acá la gente viene a fantasear. Un encuentro con la cultura Maya, la arqueología y los grandes parques temáticos mezclados con la naturaleza a modo. Acá la gente viene para olvidarse de la fábrica, del ganado, del campo, de la manufactura y de todo aquello que le signifique trabajo. Acá es el paraíso y como tal hay que promoverlo.
¿Cómo se supone entonces que se debe promocionar la industria turística del Caribe Mexicano? ¿Este nuevo gobierno de la 4T viene a enseñarle cómo a hacer turismo a los expertos prestadores de servicios de Quintana Roo que en 45 años hicieron de esta región una potencia económica? O sea, eso sería como querer enseñar a hacer chiles a Clemente Jacks ¿no?
¿Cómo es entonces el mensaje de la 4T para los turistas de todo el mundo? ¿Que el presidente de México combate la delincuencia acusando a los criminales con sus mamás? ¿Que el sargazo en el Caribe mexicano no es “gravísimo”? ¿Que la gente debe portarse bien y no gastar en lujos?
Con Carlos Joaquín al frente, el gobierno de Quintana Roo reestructuró su sistema de Seguridad Pública y de impartición de Justicia. Hoy coordina las policías municipales con el Mando Único estatal y combate a los criminales con fuego cuando es necesario, sin rehuir a su responsabilidad como mandatario. “El que la hace en Quintana Roo, la paga”, es una frase firme y recurrente del gobernador. En las circunstancias actuales, ya no se trata de hacer lo deseable o lo mejor, sino de hacer lo necesario. Se trata de atender el reclamo popular, salvaguardar la integridad de la población y resguardar la economía de Quintana Roo, que aún potente, también es frágil, pues ella está basada en la percepción. La Policía Quintana Roo se debate en las calles con los delincuentes y ha perdido la vida de ocho de sus elementos este año, que no es cosa menor. La Fiscalía de Quintana Roo -también renovada- y en coordinación con la Policía estatal, han detenido a casi medio millar de presuntos delincuentes este año, una cifra inimaginable todavía hace unos meses. Y muchos de estos delincuentes ya están procesados.
En el tema del sargazo el gobierno de Quintana Roo actuó de acuerdo a las circunstancias. Carlos Joaquín lo explicó en su momento cuando dijo que se enfrentaban a algo nuevo y que todos estábamos aprendiendo. El gobernador no se cruzó de brazos a esperar. Él, los alcaldes, las corporaciones de Protección Civil, la industria del Turismo, particulares, organizaciones civiles, escuelas y diversos sectores de la población se pusieron en acción. Todo esto pese a las desafortunadas declaraciones del presidente López Obrador que vino a Tulum a desacreditar la gravedad de un problema que puso en riesgo la economía de Quintana Roo y que los quintanarroenses actuaron en la medida de sus posibilidades. Es muy desafortunado que el presidente en vez de arropar a los suyos los minimice con el ya clásico “no es gravísimo”.
En estos dos temas -La Seguridad y el Sargazo-, que tienen un impacto en la economía de los quintanarroenses, el gobierno federal se ha quedado corto. El lo relativo a la Seguridad, López Obrador desmanteló la Policía Militar que su antecesor dejó instalada en la nueva Ciudad Militar de la zona continental de Isla Mujeres. Se llevó más de la mitad de los 2 mil 500 elementos que recién se habían establecido aquí con sus familias. Y ahora ya como “guardias nacionales” no hay forma que los devuelva a Quintana Roo. Y en el asunto del Sargazo, AMLO ordenó a la Marina Armada de México la construcción y operación de sargaceras para colectar la alga en altamar. Lo que no dijo es que ahora la SEMAR les está cobrando millones de pesos a los Ayuntamientos de los destinos con sargazo para poner en marcha este programa.
¿Entonces, cuál es la ayuda del Gobierno Federal para Quintana Roo?
Y todavía está el tema del presupuesto. Carlos Joaquín ya había adelantado un primer déficit superior a 2 mil millones de pesos del presupuesto de la Federación. Ahora ya se sabe que el gobierno de la 4T de López Obrador prácticamente no asignó recursos para obra pública para Quintana Roo. También eliminó otras partidas, de tal forma que como lo dijera el gobernador ayer en el Foro Forbes, la aportación del Gobierno Federal no es equitativa para el estado.
Carlos Joaquín ha tenido que reestructurar también su política financiera y recaudatoria. Desde SEFIPLAN se reorganizó la recaudación, se creó una especie de SAT-QR y se establecieron acuerdos con tiendas de conveniencia para acercar al público las cajas recaudatorias. La administración de los recursos estatales ha tenido que ser más severa y en algunos rubros ha sido necesario hacer también ajustes.
Con justa razón, Carlos Joaquín mandó ayer un mensaje al gobierno Federal para que éste considere “un nuevo esquema de coordinación fiscal más equitativo para los estados”. Este llamado del gobernador al presidente cuenta con el respaldo de los quintanarroenses que esperan también de la 4T una recomposición más justa de la retribución de la Federación hacia Quintana Roo. En conclusión y en todos los casos, Quintana Roo y su economía es diferente al resto del país. Es una economía muy potente, pero a la vez muy frágil. No hay tiempo para esperar que el presidente algún día entienda cómo funciona ésta. Los quintanarroenses no pueden adaptarse al modo del presidente, más bien el presidente tiene que adaptarse al modo nuestro y ojalá esto sea pronto. No vaya a ser que un día quedemos desfasados unos de otros.
En conclusión y en todos los casos, Quintana Roo y su economía es diferente al resto del país. Es una economía muy potente, pero a la vez muy frágil. No hay tiempo para esperar que el presidente algún día entienda cómo funciona ésta. Los quintanarroenses no pueden adaptarse al modo del presidente, más bien el presidente tiene que adaptarse al modo nuestro y ojalá esto sea pronto. No vaya a ser que un día quedemos desfasados unos de otros.
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