¿La estrategia de López Obrador?



Expediente
Por: Esmaragdo Camaz

¿Acusar a vándalos y delincuentes con sus mamás es la estrategia del presidente Andrés Manuel López obrador para combatir a los criminales? Parece un chiste. Pero también parece ser cierto. Hoy en la mañanera al responder sobre los desmanes en recientes manifestaciones en la Ciudad de México y de lo que puede suceder este día en la marcha del 2 de Octubre, el presidente de México advirtió a los violentos: “Los voy a acusar con sus mamás y abuelos, estoy seguro que los papás, los abuelos no están de acuerdo (con que actúen de manera violenta), sino me dejo de llamar Andrés Manuel”. 

Quiero pensar que el presidente habla en sentido figurado. De otra forma no entiendo cómo López Obrador va a lograr pacificar lo que prácticamente ya es un estado sumido en la violencia. 

Quiero ser absolutamente serio en el tratamiento de éste texto, pero no es fácil cuando el presidente les advierte a los violentos que sus mamás “los verían como malcriados” y que “les darían sus jalones de oreja y sus zapes” si delinquen. Por eso -dice López Obrador a los delincuentes-, deben portarse bien.

¿A qué juega el presidente? ¿O habla en serio?

Antes, el 9 de septiembre en Tula, Tamaulipas, López Obrador les pidió a los narcotraficantes pensar en sus “mamacitas” antes de delinquir. “Yo los llamo a que recapaciten que piensen en ellos, pero sobre todo que piensen en sus familias, que piensen en sus madres, sus mamacitas, saben cuánto sufren las mamás por el amor sublime que se le tienen a los hijos y ellos tienen que pensar en eso”.

¿Es en serio presidente?

En Soto la Marina -también Tamaulipas- López Obrador lanzó el ya clásico “fuchi, guácala” a la delincuencia: “¡Ya, al carajo la delincuencia, fuchi, guácala; es como la corrupción, fuchi, guácala!”

Evidentemente los dichos y consejos de López Obrador no han servido para inhibir a los delincuentes. A los criminales las recomendaciones del presidente les entran por un oído y les sale por otro, para decirlo en términos llanos como acostumbra AMLO.

Tan sólo en agosto de este año, México registró 3 mil 54 asesinatos. Colima, Baja California y Chihuahua son líderes en homicidios. Mientras Veracruz es el número uno en feminicidios.

En este panorama y bajo la batuta de López Obrador, los soldados son humillados, vejados y ridiculizados por grupos criminales que lo mismo se dedican al narcotráfico que al huachicol. Me quiero imaginar qué piensan los altos mandos del Ejército Mexicano de su comandante en jefe. El presidente les tiene amarradas las manos a los militares y no les permite aplicar el uso de la fuerza. Varios soldados han muerto a manos de criminales en este periodo en estas circunstancias.

Y ya se vio que en otros casos la indicación para los policías es similar que la de los soldados, como en los actos vandálicos contra comercios durante marchas de protesta en la Ciudad de México. Los policías sólo ven cómo los vándalos -criminales- hacen destrozos ante la impotencia de las víctimas. 

López Obrador desmanteló la Policía Militar que ya operaba en diversos estados del país para tomar de ahí soldados y formar la “Guardia Nacional”. Ya con nuevos uniformes e insignias, los re-distribuyó a los lugares más conflictivos para resguardar la paz. 

¿Pero de qué sirve esto si la Guardia Nacional tampoco puede hacer uso de la fuerza? 

¿Y qué pasará por la mente de las víctimas de la violencia cuando escuchan a López Obrador llamando “malcriados” a los delincuentes y amenazándolos con acusarlos con sus mamacitas y sus abuelos?

No entiendo qué pasa con este presidente. Pero me da la impresión de que López Obrador no quiere asumir el costo político del uso de la fuerza pública, como tuvieron que asumirlo sus antecesores. Gustavo Díaz Ordaz sigue pagando aún desde su tumba, la acción del Ejército Mexicano contra el movimiento estudiantil del 68. Carlos Salinas de Gortari pagó caro la acción militar contra los zapatistas en 1994. Y Felipe Calderón Hinojosa quedó estigmatizado de por vida como el detonador de miles de asesinatos derivados de su guerra contra el narcotráfico. 

En cambio, López Obrador se niega a usar la fuerza pública que irremediablemente conlleva un costo político, ésto pese a la evidente y ascendente ola delictiva que el mandatario no ha sido capaz de frenar en este su primer año de gobierno. El presidente parece estar en una campaña electoral permanente -que tampoco entiendo- y me da la impresión de que el cuidado de su imagen y del nivel de aceptación ante el público es la prioridad para él.

La seguridad sigue siendo el principal reclamo de los mexicanos. 

Expediente Extra

Los cientos de mexicanos exhibidos hoy como beneficiarios de las condonaciones de impuestos durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto son corruptos, menos Yeidckol Polevnsky. En la lista figuran personajes como José José, Paulina Rubio y Juan Gabriel, entre otros. El presidente Andrés Manuel López Obrador ya aclaró que en el caso de la presidenta de Morena, la condonación de impuestos por parte del SAT, por un monto de 16 millones de pesos, se trató de un error. O sea, que la Polevnsky -a diferencia de los demás de la lista-, no es corrupta según el presidente de la 4T.

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