Av Yaxchilán: El cementerio de restaurantes, antros, folklore y cultura que rememora el Cancún pacífico que alguna vez fue
La historia no romantizada de la degradación de este icónico espacio urbano de los cancunenses.
Por: Esmaragdo Camaz
Cancún.— La madrugada del 20 de abril de 2012, sujetos a bordo de una camioneta blanca pasaron por la Av Yaxchilán, y sin descender del vehículo, rafaguearon los bares y restaurantes comprendidos entre la Uxmal y la Sunyaxchen, con saldo de un muerto y varios heridos. Ese fue el punto de quiebre de lo que hasta ese momento fue la bulliciosa vida nocturna de “La Yax”, como se le decía a la Yaxchilán en ese entonces. Hoy, la Avenida es un cementerio de restaurantes, antros, espacios folklóricos y culturales que rememoran el pacífico Cancún que alguna vez fue y que cada vez se ve más lejano.
Pero la degradación de la Av Yaxchilán ya venía desde antes de aquella balacera.



Hasta antes del 2003, las autoridades municipales —presididas hasta el 2002 por Magaly Achach Solís, y hasta el 2004 por Juan Ignacio García Salvidea—, eran el acoso de los propietarios de los antros de la Yaxchilán. Cobros excesivos, multas y moches, eran las cuotas regulares que los empresarios debían “apoprtar” a los funcionarios del Ayuntamiento de Benito Juárez.
A partir del año 2003 surgió el “derecho de piso” y entonces la cosa se puso peor. Los empresarios ahora tenían que dar una cuota a los Zetas, el primer grupo criminal que hizo acto de presencia en la Yaxchilán. Otros eran los “chavitos”, un grupo menor “aprendiz” de los primeros, a quienes también había que pasarle cuota.



Al paso de los años, los grupos criminales se diversificaron y eso marcó el ascenso gradual de la violencia y la disputa entre ellos por hacerse de la cuota que los empresarios de la Yaxchilán pagaban de manera forzada.



Y la violencia escaló hasta la madrugada de ese 20 de abril de 2012, cuando los restaurantes y antros fueron rafagueados desde la camioneta que irrumpió en la Av Yaxchilán a una hora en que todavía había cientos de clientes.
La gente, los clientes, los cancunenses —y los turistas también— empezaron a alejarse gradualmente en los siguientes días, meses, años.
En 2005, la Yaxchilán recibió otro duro golpe. Esta vez fue el Huracán Categoría 5 Wilma. La “Yax”, por siempre la zona de Cancún que se transforma en un río con una lluvia regular, esta vez con el monstruo, la zona simplemente sucumbió.


Otro factor que por ese entonces también aportó a la degradación de la Yaxchilán fue el ascenso del “todo incluido”. La Zona Hotelera de Cancún unificó ese modelo en prácticamente todos los centros de hospedaje y el resultado fue el declive de la actividad comercial del centro de la ciudad, pues los turistas quedaron atrapados en enormes, deliciosos y suculentos bufetes en los hoteles del área de playas, de los cuales ya no hubo forma de salir.
Todavía en un intento por salvar la vida económica de la Av Yaxchilán, tras los golpes de Wilma y el Todo Incluido, algunos propietarios de establecimientos se reunieron para proponer una campaña de promoción y re-lanzamiento de la zona, aunque sin resultados, pues señalan que Manuel García Jurado, —propietario de La Parrilla y por aquel entonces con una presencia importante en la Canirac—, asumió una postura individualista y con un “yo no necesito”, desechó la propuesta colectiva y ésta ya no progresó.




Pero la estocada que terminó de hundir la Yaxchilán llegó en 2016 de la mano de Paúl Carrillo, cuando el entonces presidente municipal reactivó el cobro de “horas extras” a los restaurantes y bares a partir de las 21 horas. Algunos empresarios de la Yaxchilán debían pagar casi medio millón de pesos por esas horas “extras”, lo que obligó el cierre temprano de los establecimientos y consecuentemente, los clientes dejaron de llegar. Por cierto, Paúl Carrillo es actualmente el secretario de Desarrollo Económico del Gobierno de Quintana Roo.



Lo demás fue cuestión de tiempo. Los restaurantes, antros y espacios folklóricos y culturales de la Yaxchilán fueron cerrando gradualmente hasta quedar como se ve hoy. Los excesos de los funcionarios de gobierno, la delincuencia organizada, las tendencias del turismo y múltiples intereses, junto con una falta de atención del gobierno municipal —que se ha traducido también en un proliferación alarmante de la inseguridad—, fueron factores que combinados, terminaron con la vida comercial y cultural de la Av Yaxchilán.



Este artículo está fundamentado con datos aportados por quienes conocen desde dentro lo que pasó con la Yaxchilán. Las fotografías que ilustran este texto fueron tomadas este domingo y en los pies de foto se dan algunos detalles de los lugares y establecimientos que brillaron en el pasado y que hoy ya son historia.
Existe un caso particular fuera de la Av Yaxchilán, pero en la misma zona, a una cuadra de distancia, en la Calle Margaritas, a unos pasos del Parque de Las Palapas. Es “La Habichuela”, un restaurante que durante años ofreció exquisita comida regional y que conquistó el gusto de locales y turistas de todo el mundo. No estuvo ajeno a los mismo problemas de los restauranteros de la Yaxchilán y hoy permanece cerrado. Por su trascendencia y aportación a la gastronomía regional, es importante incluirlo en este relato.



