Chetumal Bajo el Agua: La Lluvia de 10 Minutos que Desenmascaró la Gestión de Yensunni
Una ciudad que se hunde, una administración que flota en promesas
Chetumal.- La capital de Quintana Roo, lleva años lidiando con un drama recurrente: cada lluvia, por breve que sea, transforma sus calles en ríos, sus avenidas en lagunas y sus promesas de cambio en burlas ciudadanas. El pasado temporal, que duró apenas 10 minutos, fue suficiente para exponer, una vez más, la fragilidad de las "obras dignas" promocionadas por la presidenta municipal, Yensunni Martínez. La avenida Constituyentes con Tomás Aznar, rehabilitada con un presupuesto millonario y anunciada como un hito de la gestión municipal, se convirtió en un espejo de agua que reflejó el descontento de una ciudad cansada de excusas.
Un colapso anunciado
La obra en cuestión, que incluyó supuestos pozos de absorción de 25 metros de profundidad, fue presentada como la solución definitiva al problema de inundaciones en una de las zonas más transitadas de Chetumal. Sin embargo, la realidad fue implacable: tras la lluvia, los automóviles quedaron varados, los peatones improvisaron travesías acuáticas y las redes sociales se llenaron de imágenes que oscilaban entre la indignación y el sarcasmo. Los pozos, si es que existen, parecen ser un mito urbano, tan invisibles como las soluciones de fondo que la ciudadanía reclama.
No fue solo la avenida Constituyentes la que sucumbió. La biblioteca "Diana Laura Riojas de Colosio", inaugurada con gran alarde en días recientes, sufrió filtraciones que pusieron en riesgo su acervo. El parque infantil, otro proyecto estrella, se convirtió en una piscina improvisada, más apta para aves migratorias que para niños. En la colonia Pacto Obrero, las calles quedaron tan anegadas que el tránsito tuvo que ser desviado, un guion que los chetumaleños ya conocen de memoria: llueve, la ciudad colapsa, las autoridades prometen investigar.
La gestión de Yensunni: selfies frente a socavones
Mientras los ciudadanos sorteaban charcos y lidiaban con el caos, Yensunni Martínez mantenía su narrativa optimista. En declaraciones oficiales, la alcaldesa ha insistido en que su administración está "transformando vidas" y que las obras realizadas son un paso hacia un Chetumal moderno. Sin embargo, las imágenes de avenidas inundadas y proyectos recién inaugurados bajo el agua cuentan una historia diferente. La inversión millonaria, cuya transparencia sigue siendo cuestionada por los habitantes, no ha traducido en resultados tangibles. ¿Dónde están los estudios técnicos que respaldaron estas obras? ¿Quién supervisó la ejecución de los pozos de absorción? Las preguntas flotan, pero las respuestas se hunden.
El problema de las inundaciones en Chetumal no es nuevo. La ciudad, ubicada en una zona de alta pluviosidad y con un sistema de drenaje obsoleto, requiere soluciones integrales que vayan más allá de parches cosméticos. La rehabilitación de avenidas y la construcción de infraestructura deben estar acompañadas de estudios hidrológicos serios, mantenimiento constante y, sobre todo, una rendición de cuentas clara. En lugar de ello, la gestión de Martínez parece apostar por la propaganda: fotos sonrientes, cortes de listón y discursos que se diluyen con la primera gota de lluvia.
Un contexto de desencanto
El colapso de las obras en Chetumal no es un caso aislado. En los últimos años, Chetumal ha enfrentado críticas por la opacidad en el manejo de recursos públicos y la priorización de proyectos de alto impacto mediático sobre necesidades estructurales. En Chetumal, la falta de un sistema pluvial eficiente es un problema que data de décadas, pero que ninguna administración ha abordado con la seriedad que merece.
La ciudadanía, por su parte, no se queda callada. En redes sociales, los chetumaleños han convertido el desastre en un ejercicio de humor negro, con memes que comparan la ciudad con Venecia o que ironizan sobre la "natación sincronizada" en las bibliotecas municipales. Pero detrás de las bromas hay una frustración profunda: la sensación de que los recursos públicos se dilapidan en obras que no resisten ni un aguacero de 10 minutos.
¿Qué sigue para Chetumal?
La lluvia exprés que desnudó las carencias de la gestión de Yensunni Martínez es un recordatorio de que las ciudades no se transforman con discursos ni con inauguraciones apresuradas. Chetumal necesita un plan integral de infraestructura que contemple un sistema de drenaje moderno, mantenimiento continuo y, sobre todo, transparencia en el uso de los recursos. Los ciudadanos merecen saber cómo se gastan sus impuestos y por qué las soluciones prometidas no llegan.
Mientras tanto, la ciudad sigue a la espera de una administración que entienda que la verdadera transformación no se mide en selfies, sino en calles transitables, bibliotecas secas y parques donde los niños puedan jugar sin necesidad de chalecos salvavidas. Porque en Chetumal, cuando llueve, no solo caen gotas: también se derrumba la confianza en quienes prometieron un cambio.