Delfines Abandonados a su Suerte: La Cruda Realidad Tras el Cierre del Dolphinaris Barceló
La falta de coordinación es evidente, no hay un protocolo claro para reubicar a los animales tras cierres como este.
Playa del Carmen.- En el corazón de la Riviera Maya, dos delfines nadan sin rumbo en una piscina sucia y reducida del clausurado Dolphinaris Barceló, un delfinario del Hotel Barceló que fue cerrado definitivamente el 12 de mayo de 2025 por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA). La imagen, captada por la ONG UrgentSeas, expone una verdad incómoda, en Quintana Roo, donde el turismo es rey, la protección animal sigue siendo una promesa vacía.
El cierre del Dolphinaris llegó tras años de negligencia documentada desde 2020, incluyendo un incidente en enero de 2025 donde el delfín Mincho sufrió daños severos en su visión al chocar contra una losa de concreto durante una acrobacia. PROFEPA impuso una multa de más de 7 millones de pesos y presentó una denuncia penal contra Acuario Arrecifal, la operadora, por delitos que podrían derivar en hasta nueve años de prisión. Pero la clausura dejó a los delfines en el limbo. Phil Demers, director de UrgentSeas, denunció que los animales fueron abandonados en “el tanque de delfines más pequeño de América Latina”, evidenciando un fallo estrepitoso en el plan de rescate.
Quintana Roo alberga la mayoría de los 30 delfinarios de México, y ha sido escenario de múltiples controversias por el trato a mamíferos marinos. Estudios como los de Marine Mammal Science (2019) advierten que los delfines en cautiverio sufren estrés crónico y una mortalidad seis veces mayor tras traslados o abandono. A pesar de esfuerzos como los de Humane Society International para capacitar a las autoridades locales en bienestar animal, la falta de coordinación es evidente, no hay un protocolo claro para reubicar a los animales tras cierres como este.
La pregunta resuena en la Riviera Maya: ¿quién protege a los delfines cuando las puertas se cierran? Quintana Roo necesita más que multas y sellos de clausura; urge un sistema de rescate efectivo, con recursos y colaboración real entre gobierno y ONGs, para que el paraíso turístico no siga siendo una prisión para los animales que lo habitan.