Diego Castañón: El arquitecto del desastre de Tulum
Tulum: Un paraíso sacrificado por la corrupción y la ineptitud del alcalde Diego Castañón
Por: C.C.Mayo
Tulum.- Tulum, el que fuera un santuario bohemio del Caribe mexicano, agoniza bajo el peso de una crisis turística que expone la podredumbre de su gobierno municipal. La ocupación hotelera se desploma al 61% en junio de 2025, de acuerdo a estadísticas de la industria hotelera, un contraste humillante frente al 74% de Playa Mujeres. Mientras Playa Mujeres prospera con sus resorts de lujo y playas limpias, Tulum se hunde en una guerra de tarifas que abarata su alma, víctima de la codicia y la ineptitud del alcalde Diego Castañón, cuya gestión ha convertido un destino icónico en un ejemplo de cómo la corrupción puede destruir un paraíso.
Tulum: De edén a campo minado
Las tarifas hoteleras en Tulum han colapsado un 35% entre 2021 y 2024, cayendo de 971 dólares por noche (18,000 pesos) a 678 dólares (12,968 pesos), según STR Global. El mercado de rentas a corto plazo, como Airbnb, es aún más desolador, con una ocupación del 33% en 2025 y una caída del 7.5% en ingresos, según información verificada. El sargazo, que asfixia las playas con algas en descomposición, la inseguridad, con tiroteos , extorsión y un auge inmobiliario descontrolado han alejado a los turistas. Pero el verdadero veneno está en el Palacio Municipal, donde Diego Castañón ha permitido, e incluso fomentado, un saqueo sistemático de los recursos naturales y la confianza de los visitantes.
Diego Castañón: El arquitecto del desastre
El alcalde Diego Castañón no es solo un espectador de esta debacle; es su principal artífice. Bajo su administración, la corrupción ha florecido como el sargazo en las costas de Tulum. El caso del condominio Maiim, aprobados en 2022 en una zona protegida sin evaluación de impacto ambiental, es una bofetada a la comunidad. Este proyecto fue aprobado con permisos falsificados, densidades infladas y una descarada violación del Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial (POET), que protege manglares, cenotes y zonas de anidación de tortugas. Castañón, lejos de sancionar a los responsables, ha permitido que este tipo de desarrollos proliferen, sacrificando ecosistemas únicos en el altar del lucro personal.



La inseguridad, otro flagelo, crece sin control bajo su mandato. Reportes de violencia en la zona hotelera, incluyendo un asesinato en una playa en 2025, han convertido a Tulum en un destino donde los turistas temen por su vida. ¿Dónde está la estrategia de seguridad de Castañón? Inexistente. En lugar de invertir en patrullajes efectivos o inteligencia policial, el alcalde ha optado por el silencio cómplice, dejando que la delincuencia erosione la confianza de los visitantes.
El manejo del sargazo es otra muestra de su ineptitud. Mientras Playa Mujeres implementa barreras flotantes y limpiezas efectivas, Tulum depende de maquinaria ineficiente que no puede competir con la invasión de algas. La infraestructura, un desastre heredado y agravado por Castañón, eleva los costos operativos, los turistas pagan hasta 40 dólares por trayectos cortos en taxi. Proyectos como el Tren Maya y el Aeropuerto Internacional de Tulum, que podrían haber aliviado estas presiones, languidecen, con cancelaciones de rutas aéreas como la de Avianca desde Bogotá.
Un contraste doloroso: Playa Mujeres brilla, Tulum Se apaga
Playa Mujeres en la zona continental de Isla Mujeres, demuestra que el éxito es posible. Con una ocupación del 74% en junio de 2025, según reportes de la Asociación de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos e Isla Mujeres, este destino de lujo se beneficia de una gestión más responsable, menor impacto del sargazo y una percepción de seguridad que Tulum ha perdido. Mientras Playa Mujeres atrae a viajeros con poder adquisitivo, Tulum se desangra en una guerra de tarifas que, como advirtió recientemente en rueda de prensa, Samantha Frachey López-Lira del Grupo Turístico Lomas, “amenaza con destruir la exclusividad del Caribe mexicano”. Cancún, con tarifas hoteleras de 700 a 2,000 dólares por noche (13,400 a 38,300 pesos), sigue siendo un referente de lujo, pero Tulum, bajo el yugo de Castañón, se desliza hacia la mediocridad.
Una gestión de parches y mentiras
Las respuestas de Castañón a esta crisis son insultantes. La inversión de 9.9 millones de pesos en la rehabilitación de la carretera costera, es un maquillaje que no aborda la raíz del problema. La destitución de Lorenzo Bernabé Miranda, ex Director de Desarrollo Urbano Sostenible, tras el escándalo de Maiim, es un intento patético de lavarse las manos. Mientras la comunidad, a través de organizaciones como Defendiendo el Derecho a un Medio Ambiente Sano (DMAS), lucha en los tribunales para detener desarrollos ilegales, Castañón se limita a promesas vacías, sin un plan creíble para actualizar el Programa de Desarrollo Urbano o combatir la corrupción sistémica.
Competencia global: Tulum pierde terreno
El contexto global no perdona la ineptitud de Castañón. Destinos como Punta Cana y Jamaica han incrementado su afluencia turística, mientras Tulum y el Caribe mexicano registran una caída del 2% en visitantes. La inflación en mercados clave como Estados Unidos y Europa reduce el poder adquisitivo, y la falta de conectividad aérea en Tulum, con un aeropuerto semivacío, agrava la situación. Reducir tarifas para llenar camas puede ser una tentación, pero como advierte Frachey, “es un camino hacia un turismo menos rentable que destruirá la marca de Tulum”.
Un ultimátum para Castañón
Diego Castañón debe rendir cuentas. Su administración ha traicionado a Tulum, priorizando el enriquecimiento de unos pocos sobre el bienestar de la comunidad y los turistas. Para salvar este paraíso, se necesitan acciones inmediatas:
Investigar y sancionar la corrupción, empezando por el caso Maiim y todos los permisos ilegales otorgados bajo su mandato.
Actualizar el Programa de Desarrollo Urbano, alineándolo con la sostenibilidad y respetando el POET.
Implementar un plan de seguridad robusto, con patrullajes, inteligencia y cooperación con el estado para frenar la violencia.
Combatir el sargazo con urgencia, adoptando tecnologías como barreras flotantes y limpiezas coordinadas.
Mejorar la infraestructura, con transporte público eficiente y energía sostenible para reducir costos.
Si Castañón no actúa, su legado será el de un alcalde que permitió que Tulum se convirtiera en un destino de segunda, despojado de su magia por la avaricia y la negligencia. Los habitantes de Tulum y los millones de turistas que lo visitan merecen un líder que proteja este tesoro, no que lo venda al mejor postor. La pregunta no es si Tulum puede salvarse, sino si Diego Castañón tiene la decencia de intentarlo o seguirá siendo el verdugo de un paraíso en extinción.