Diego Castañón hace berrinche y se lava las manos: Dice que el Parque del Jaguar no le hace caso y que ya le vale madres
Castañón no escatimó en dramatismo al señalar que “ya hay un hartazgo, la gente está enojada con toda razón”.
Tulum.— En una rueda de prensa que parecía más un desahogo de cantina que un informe oficial, el presidente municipal de Tulum, Diego Castañón, descargó su furia contra el Parque del Jaguar. Con un tono que oscilaba entre la indignación y el hartazgo, el edil denunció que “no los dejan entrar a la playa porque está dentro del parque del Jaguar”, a pesar de un supuesto acuerdo con la empresa que, según él, permitía el acceso gratuito a los locales con solo “enseñando las credenciales”. Pero, oh sorpresa, “no se ha respetado ese acuerdo”, se quejó Castañón, visiblemente harto de que sus documentos enviados al parque lleven diez días acumulando polvo sin respuesta.
En un momento de sinceridad brutal, el munícipe soltó un “me vale madre, perdón, no me interesa” que resonó como un grito de rendición. Según Castañón, el Parque del Jaguar no solo les niega el acceso a las playas, sino que tiene la desfachatez de exigir que el Ayuntamiento limpie sus arenas. “Nos piden que limpiemos las playas a nosotros, sus playas”, reclamó, subrayando la ironía de que “no nos dejan entrar en las áreas naturales protegidas, pero eso sí tienen que estar limpias por el municipio”. Con un ademán que parecía desafiar a duelo, el edil insistió en que “los acuerdos se respetan” y que “un acuerdo de palabra es más importante que un acuerdo firmado”.
Castañón no escatimó en dramatismo al señalar que “ya hay un hartazgo, la gente está enojada con toda razón”. Defendiendo su bandera tulumnense, proclamó que “yo estoy defendiendo a Tulum porque yo represento y soy de Tulum”, y amenazó con ir a manifestarse si el parque sigue ignorando los acuerdos forjados tras “meses y meses de mesas de trabajo”. Como plan B, propuso una iniciativa para garantizar al menos un día a la semana de acceso libre a las playas, porque, al parecer, solo el Congreso puede salvarlo de este culebrón.
Mientras Castañón se desgañita, los ciudadanos de Tulum siguen sin poder disfrutar de sus playas sin pagar, atrapados en una telenovela de promesas rotas y un edil que, entre gritos y ademanes, parece más dispuesto a tirar la toalla que a encontrar soluciones. ¡Qué manera de empezar el lunes!


