Dolphinaris bajo fuego: Clausura y multa millonaria destapan el costo del entretenimiento con delfines
La titular de Profepa, Mariana Boy Tamborrell, afirmó que la sanción es un mensaje claro contra el abuso y la negligencia en instalaciones con mamíferos marinos.
CDMX.- La clausura definitiva del delfinario Dolphinaris Barceló en la Riviera Maya, acompañada de una multa de más de 7.5 millones de pesos, ha puesto en el centro del debate el trato a los mamíferos marinos en México. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) señaló al centro, operado por Acuario Arrecifal, S.A. de C.V., por una serie de irregularidades que van desde maltrato animal hasta la omisión de reportes médicos, incluyendo el grave caso del delfín Mincho, lesionado en un espectáculo en 2020.
Un caso que sacude
El incidente de Mincho, un delfín de 35 años que chocó contra una plancha de concreto durante una acrobacia, es el eje de la controversia. La lesión, que no fue reportada a las autoridades, dejó al animal con queratitis crónica, ceguera total en un ojo y solo 60% de visión en el otro. Este caso, viralizado en redes sociales en 2025, derivó en una denuncia penal ante la Fiscalía General de la República, con posibles penas de hasta nueve años de prisión por daño a un mamífero marino.
Profepa documentó siete violaciones a la Ley General de Vida Silvestre y a la NOM-135-SEMARNAT, que regula el manejo de mamíferos marinos en cautiverio. Entre las irregularidades destacan el uso de delfines enfermos en espectáculos, acrobacias no autorizadas, exceso de visitantes en actividades interactivas y temperaturas del agua superiores a los 27°C, perjudiciales para la salud de los animales. La ausencia de evaluaciones médicas periódicas y el ocultamiento de incidentes graves completan un panorama de negligencia sistemática.
Contexto: Una industria cuestionada
La clausura de Dolphinaris Barceló no es un hecho aislado. En México, la industria de los delfinarios ha enfrentado críticas crecientes por parte de organizaciones ambientalistas y expertos en bienestar animal. Según la organización Empty the Tanks, el cautiverio reduce significativamente la esperanza de vida de los delfines, que en libertad pueden vivir hasta 50 años, frente a los 20-30 años en recintos. Además, la NOM-135-SEMARNAT, aunque vigente desde 2006, ha sido señalada como insuficiente para garantizar condiciones óptimas para estos animales.
El caso también refleja un cambio en la sensibilidad social. En 2019, el Congreso de la Ciudad de México prohibió los espectáculos con mamíferos marinos, y otros estados como Quintana Roo han debatido regulaciones similares. La clausura de Dolphinaris podría acelerar estas iniciativas, en un momento en que el turismo sustentable gana terreno en la Riviera Maya, una región que aporta cerca del 8% del PIB turístico nacional, según datos de la Secretaría de Turismo.
¿Un punto de inflexión?
La titular de Profepa, Mariana Boy Tamborrell, afirmó que la sanción es un mensaje claro contra el abuso y la negligencia en instalaciones con mamíferos marinos. Sin embargo, persisten preguntas, ¿qué pasará con los delfines que aún están en otros recintos? Mincho, ahora en otro delfinario, no participa en actividades de alto impacto, pero su caso pone en duda la viabilidad de rehabilitar animales en cautiverio para su liberación.
La clausura de Dolphinaris Barceló marca un precedente, pero también un desafío. Mientras el público exige un trato ético hacia la vida silvestre, México debe equilibrar la presión económica del turismo con el compromiso de proteger su biodiversidad. Este caso, lejos de ser solo una sanción, es un llamado a repensar el costo humano y animal del entretenimiento.
Con información de: InZoom.mx