El fin de una era: Muere el Papa Francisco, el reformador que desafió a la Iglesia y al mundo
Falleció a los 88 años en su residencia de Santa Marta, según anunció el cardenal Kevin Joseph Farrell
Vaticano.- El 21 de abril de 2025, a las 7:35 de la mañana, hora de Roma, el mundo recibió una noticia que marcó un hito en la historia contemporánea: Jorge Mario Bergoglio, conocido como el Papa Francisco, falleció a los 88 años en su residencia de Santa Marta, según anunció el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del Vaticano. Su muerte, atribuida a complicaciones derivadas de una neumonía bilateral que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días en el hospital Gemelli, cierra un pontificado de 12 años que transformó la imagen de la Iglesia Católica, pero también desató profundas divisiones internas y externas.
Un Papa del "fin del mundo"
Francisco, el primer Papa latinoamericano, jesuita y no europeo en más de un milenio, asumió el trono de San Pedro en 2013 tras la histórica renuncia de Benedicto XVI. Nacido en Buenos Aires en 1936, hijo de inmigrantes italianos, Bergoglio llegó al Vaticano con un perfil humilde y una visión periférica de la fe, inspirada en San Francisco de Asís, cuyo nombre adoptó. Su elección fue un mensaje claro: la Iglesia necesitaba un cambio radical en un mundo marcado por desigualdades, conflictos y crisis de credibilidad.
Desde el inicio, Francisco rompió con las tradiciones. Rechazó el lujo del Palacio Apostólico para vivir en la modesta Casa Santa Marta, usó zapatos gastados en lugar de los clásicos mocasines rojos y optó por un anillo de plata en vez de oro. Sus gestos, como lavar los pies de prisioneras o visitar campos de refugiados en Lampedusa, resonaron como un llamado a una Iglesia más humana, centrada en los pobres, los migrantes y los marginados.
Reformas y resistencias
El pontificado de Francisco estuvo marcado por un ambicioso intento de modernizar la Iglesia. Promovió una mayor inclusión de las mujeres, nombrando por primera vez a una monja como prefecta de un dicasterio vaticano en enero de 2025. Abrió debates sobre temas tabú, como la inclusión de la comunidad LGBT, declarando en 2013: “Si una persona es gay y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgar?”. Aunque apoyó las uniones civiles, su rechazo a equipararlas con el matrimonio y su ambigüedad en algunos pronunciamientos, como calificar la homosexualidad como “pecado” pero no “delito”, generaron críticas tanto de conservadores como de progresistas.
Francisco también enfrentó los abusos sexuales en la Iglesia con medidas drásticas, como la cumbre antipederastia de 2019 y la renuncia forzada de la conferencia episcopal chilena. Sin embargo, la resistencia de sectores de la Curia y la lentitud en implementar cambios estructurales frustraron a quienes esperaban una reforma más profunda. Sus críticas al capitalismo desenfrenado, la carrera armamentística y las políticas antimigratorias, especialmente las de Donald Trump, lo convirtieron en una figura polarizante, admirada por su compromiso social pero cuestionada por quienes veían en él un “Papa populista”.
Un legado en la cuerda floja
El Papa Francisco deja una Iglesia más diversa, con 79% de los cardenales electores nombrados por él, muchos de regiones periféricas como Mongolia o Timor Oriental. Sin embargo, su visión de una Iglesia menos eurocéntrica y más cercana a los desfavorecidos enfrenta un futuro incierto. El próximo cónclave, que elegirá a su sucesor entre 138 cardenales, será un campo de batalla entre los que buscan continuar su legado y los que anhelan un retorno al tradicionalismo.
Sus críticos conservadores, que lo acusaron de diluir la doctrina, y los progresistas, que esperaban cambios más audaces, coinciden en que Francisco fue un vendaval. Su última aparición pública, el 20 de abril de 2025, en la bendición Urbi et Orbi, mostró a un hombre frágil pero determinado, condenando la “carrera de rearme” global. Horas después, su salud colapsó, y el mundo católico, con 1,400 millones de fieles, comenzó a despedirse.
Contexto y preguntas abiertas
La muerte de Francisco ocurre en un momento de tensión geopolitical y social. El ascenso de liderazgos conservadores, como el de Trump, y conflictos como los de Ucrania y Gaza, que el Papa intentó mediar, plantean desafíos para la Iglesia. Además, el vacío normativo en el Vaticano para casos de incapacidad papal, evidenciado durante su hospitalización, pone sobre la mesa la necesidad de reformas institucionales. ¿Seguirá la Iglesia el camino de Francisco, o virará hacia un conservadurismo más rígido?.
El cuerpo de Francisco será velado en la Basílica de San Pedro antes de ser enterrado en Santa María la Mayor, según su deseo de simplicidad. Mientras las campanas de Roma tañen en luto, el mundo reflexiona sobre un Papa que, como él mismo dijo, vino “del fin del mundo” para cambiarlo. Su legado, lleno de luces y sombras, será juzgado por la historia y por el cónclave que ya se prepara.