Infancias en tránsito: Menores migrantes en el limbo
El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, ha generado un efecto dominó en el Caribe mexicano
Playa del Carmen.- En los primeros meses de este año, el Instituto Nacional de Migración (INM) ha resguardado a seis menores de edad en Quintana Roo, todos provenientes de Honduras, El Salvador, Guatemala, Venezuela y Colombia. Estos niños, según Armando García, oficial de Protección a la Infancia del INM, no son víctimas de trata, sino que forman parte de un flujo migratorio impulsado por la búsqueda de mejores condiciones económicas o el anhelo de llegar a Estados Unidos. Sin embargo, detrás de estas cifras se esconde una realidad más compleja que merece un análisis crítico, la vulnerabilidad de los menores en un contexto de políticas migratorias endurecidas y la falta de soluciones estructurales.
El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, especialmente bajo la administración de Donald Trump, ha generado un efecto dominó en el Caribe mexicano. Quintana Roo, conocido por su atractivo turístico, se ha convertido también en un punto de paso y retorno para migrantes. García destacó que las autoridades están priorizando la atención inmediata a los menores detectados, pero esta respuesta, aunque necesaria, no aborda las causas profundas de la migración infantil. La pobreza extrema, la violencia y la falta de oportunidades en los países de origen siguen siendo los motores de este éxodo, mientras que las políticas migratorias restrictivas en la región limitan las opciones de las familias.
Un aspecto preocupante es la situación de aquellos migrantes que, agotados por el viaje o la incertidumbre, desean retornar a sus países pero carecen de recursos. García mencionó la existencia de “mecanismos de apoyo” para facilitar estos retornos, pero no especificó su alcance ni accesibilidad. En un contexto donde la opacidad y la burocracia suelen obstaculizar el acceso a programas gubernamentales, queda la duda de si estas soluciones son realmente efectivas o si se quedan en buenas intenciones. Según datos del INM, en 2024 se repatriaron a más de 15,000 menores centroamericanos desde México, pero no hay información clara sobre cuántos de ellos recibieron apoyo integral para reintegrarse a sus comunidades.
La invitación de García a las familias migrantes a acercarse a las autoridades es un gesto que, aunque bienintencionado, ignora una realidad, la desconfianza hacia las instituciones mexicanas, alimentada por años de reportes sobre abusos, detenciones arbitrarias y condiciones precarias en los centros migratorios. Organizaciones como Amnistía Internacional han documentado que los menores migrantes en México enfrentan riesgos de detención prolongada y falta de acceso a servicios básicos, lo que pone en entredicho la narrativa oficial de “atención profunda”.
Este panorama nos obliga a preguntarnos: ¿es suficiente con resguardar a estos menores y ofrecerles un retorno asistido? La respuesta es no. Sin políticas regionales que ataquen las causas estructurales de la migración y garanticen la protección efectiva de los derechos de los niños, historias como las de estos seis menores en Quintana Roo seguirán repitiéndose. La atención inmediata es un paliativo, pero la solución exige un compromiso mucho mayor.
Con información de: Quadratín