La entrevista póstuma de Francisco Verdayes que desenmascara mitos fundacionales, despojos históricos y una advertencia: el paraíso turístico se desgasta rápido por individualismo y poder político
A propósito del 55 Aniversario de la Creación de Cancún, las palabras de Francisco Verdayes están hoy tan vigentes como hace cinco años cuando se realizó esta entrevista.
Por: Esmaragdo Camaz
Cancún.— Hace cinco años entrevisté a Francisco Verdayes con motivo del 50 Aniversario de Cancún. La entrevista no se publicó, ya que la Pandemia de Covid canceló todas las actividades. Un año después Verdayes falleció, y ese día, el 19 de Mayo de 2021, publiqué la video-entrevista en mi perfil de Facebook. Ahora que Cancún celebra este 20 de Abril de 2025 sus primeros 55 años de vida, he extraído el texto de esa entrevista para leer y re-leer con más calma las palabras de este historiador, pues me doy cuenta de que —además de no tener desperdicio—, su óptica de nuestra ciudad aún está vigente y sus revelaciones de la historia de cómo surgió Cancún rompen con mitos, leyendas y el romanticismo oficial de un proyecto que nació en medio de la selva al que nadie en su sano juicio quería venir a vivir.
Cancún a los 55 años: Las reflexiones vigentes y polémicas de Francisco Verdayes
Cinco años atrás, Francisco Verdayes Ortiz, periodista e historiador empírico, compartió una visión crítica y apasionada sobre Cancún que, a pesar del tiempo transcurrido, resuena todavía con fuerza en el contexto actual de esta nuestra ciudad. En 2020, cuando Cancún celebraba su medio siglo de existencia, Verdayes desmontó mitos fundacionales, cuestionó narrativas oficiales y señaló problemas estructurales que, en 2025, siguen definiendo los retos de una urbe que se debate entre su éxito económico y su fragilidad social. Sus palabras, pronunciadas en el ocaso de su vida, no solo ofrecen una lección de historia, sino un diagnóstico incisivo de una ciudad que, según él, “se está pudriendo más rápido” que otras por su falta de cohesión e identidad colectiva.
Verdayes desafió la narrativa predominante que presenta a Cancún como un proyecto nacido de la nada en 1970, impulsado por el Banco de México y el gobierno federal. En su libro Cancún antes de Cancún (2010), demostró que la región tenía una historia previa rica y compleja, con un nombre con antecedentes desde el siglo XVIII y una isla formada hace cinco mil años. Más aún, reveló que el turismo en Quintana Roo no comenzó con Cancún: hoteles en Isla Mujeres, Akumal y Cozumel ya operaban antes de que el proyecto cancunense tomara forma. Esta perspectiva rompe con el relato oficial que glorifica a los “pioneros” de los setenta como descubridores de una tierra virgen, ignorando a las comunidades y empresarios que ya habitaban y trabajaban en la zona.
Uno de los puntos más polémicos de Verdayes fue su análisis de los orígenes del proyecto. Contrario a la idea de que Cancún fue una creación para desarrollar el turismo a gran escala, señaló que Tulum era el destino original contemplado desde la época de Lázaro Cárdenas en los años treinta. Proyectos como los hoteles “Los Cocos” en Chetumal y “Playa “en Cozumel, impulsados por el entonces gobernador Rafael E. Melgar, evidenciaban un interés temprano en el turismo quintanarroense. Sin embargo, decisiones políticas en las décadas de los sesenta y setenta, bajo los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, reorientaron el foco hacia Cancún. Verdayes atribuyó la paternidad del proyecto a Rodrigo Gómez Gómez, ex presidente del Banco de México, y destacó el rol de Enrique Zaviñac como el “padre adoptivo” que dio seguimiento al desarrollo. Sin embargo, también sugirió conexiones personales que pudieron influir en la elección de Cancún, como los vínculos de Echeverría con su cuñado, el empresario José de Jesús Lima Gutiérrez, quien ya tenía presencia en Isla Mujeres. Estas afirmaciones, que insinúan favoritismos en la génesis de Cancún, siguen generando debate en círculos históricos y políticos locales, especialmente por la falta de transparencia en los procesos de adquisición de tierras.
Otro aspecto controvertido fue la crítica de Verdayes a la adquisición de terrenos para el proyecto. Desmintió la narrativa romantizada de que los terrenos fueron comprados a “pescadores humildes” por parte de Carlos Nader y otros empresarios. Según Verdayes, los verdaderos propietarios originales fueron despojados años antes por figuras influyentes como los Ponce (de la familia Coca-Cola), los Barbachano, un exalcalde de Mérida y el propio Lima Gutiérrez. Este señalamiento pone en tela de juicio la legitimidad de las transacciones fundacionales de Cancún y plantea preguntas éticas sobre el desplazamiento de comunidades locales, un tema que resuena en las discusiones actuales sobre el desarrollo inmobiliario en la región.
A pesar de su tono crítico, Verdayes expresó un profundo amor por Cancún, al que describió como una “ciudad potencia” con una zona hotelera comparable a Miami y un aeropuerto de primer nivel. Sin embargo, su admiración venía acompañada de una advertencia: Cancún sufre de un individualismo que debilita su tejido social. En 2020, comparó la falta de fraternidad en la ciudad con la cohesión de comunidades más pequeñas como Cozumel o Holbox, donde los vecinos se conocen y actúan colectivamente contra problemas como la delincuencia. Esta observación resulta inquietantemente vigente en 2025, cuando Cancún enfrenta crecientes desafíos de inseguridad, desigualdad y fragmentación social. Verdayes argumentó que la identidad no es un lujo cultural, sino una herramienta esencial para unir a una población diversa —compuesta por 120 nacionalidades y más de 50 etnias— y combatir problemas estructurales. Su llamado a los gobiernos para promover esta identidad colectiva sigue siendo un reto incumplido, mientras la ciudad lucha por equilibrar su crecimiento económico con la calidad de vida de sus habitantes.
En su reflexión final, Verdayes celebró la resiliencia de los cancunenses, a quienes describió como “guerreros” que llegaron a una ciudad abandonada por el gobierno en sus primeros años y la construyeron con esfuerzo colectivo. Este espíritu pujante, según él, es lo que ha hecho de Cancún una marca global. No obstante, advirtió que la ciudad se “avejenta” rápidamente y necesita renovarse para no sucumbir a sus propias contradicciones. Cinco años después, sus palabras invitan a una reflexión crítica: Cancún, a sus 55 años, sigue siendo un símbolo de éxito y ambición, pero también de desigualdades y desafíos pendientes. Las voces de historiadores como Verdayes, que combinaron pasión y escepticismo, son un recordatorio de que conocer la historia no es solo un ejercicio académico, sino una guía para construir un futuro más justo y cohesionado.
Verdayes también destacó el peso político de Cancún como una “ciudad estado” que concentra una influencia desproporcionada en Quintana Roo. En su visión, la ciudad no solo es un motor económico, sino un epicentro electoral donde se define gran parte del futuro político del estado. Afirmó que ser alcalde de Cancún equivale a una plataforma natural hacia la gubernatura, reflejando la relevancia de la ciudad en la toma de decisiones regionales. Esta perspectiva, expresada hace cinco años, subraya la percepción de Cancún como una potencia pujante, cuyo crecimiento continuo y dinamismo social la convierten en un símbolo de poder y oportunidad, pero también en un espacio donde los liderazgos deben responder a las demandas de una población diversa y exigente.
La Entrevista
Francisco Verdayes Ortiz, soy licenciado en periodismo y a la par de los 37 años que tengo de periodista, soy también historiador, historiador empírico, desde los 15 años me dedico a la cuestión de la historia. Mi maestro es el profesor Velio Ríos Valdés, cronista de la isla de Cozumel y de ahí empecé a tomar el amor por la historia y me fui especializando, he comprado cualquier cantidad de libros de historia, estudio de historia y me fui especializando en la historia de Quintana Roo. De Quintana Roo y por supuesto que cuando abrazas la historia primero de Cancún, luego vas sobre Quintana Roo, luego vas sobre México y luego terminas estudiando historia mundial.
Yo llegué en 1994 muy a mi pesar, casi todos te platican, yo llegué a Cancún porque era la promesa, porque mejor, yo llegué en contra de mi voluntad, porque yo quería estar con mi familia y el periódico Novedades me contrató para Chetumal y curiosamente yo soy cozumeleño, pero toda mi vida profesional la hice en la Ciudad de México, Ovaciones, El Día, Radio Educación y varias cosas. Y sin embargo, llegué a Quintana Roo y de ahí me jalaron para Cancún y yo dije chin, me nombraron jefe de información del periódico Novedades y de ahí después subdirector, luego director y luego ya sabes, me fui quedando en esta ciudad. Me metí en la historia, en la historia local y de alguna manera hice el libro Cancún antes de Cancún, que tiene que ver con la historia de Cancún antes del proyecto.
Porque yo siempre que leía Cancún parecía como que lo habían inventado en 1970, yo leía el libro de Fernando Martí, parecía que todo era inventado por el Banco de México, todavía ha sido inventado por el gobierno, y conforme fui investigando me di cuenta que no, es un libro valiosísimo, pero no. El nombre de Cancún, el más antiguo registro es de mil setecientos treinta y tantos y la isla se formó hace cinco mil años y bueno, en fin, veinte mil cosas que me permitieron hacer un libro. En 2010 presenté el libro Cancún antes de Cancún, en donde se rompe con el mito de los que llegaron en el 70, eran los que descubrieron América y toda la cosa.
Inclusive en un curso que doy en el Centro de Diseño y Arte, hablo de los pioneros del turismo. Antes de que llegara el Banco de México y antes de que llegara Cancún, ya habían hoteles en Isla Mujeres, ya habían hoteles en Akumal, ya habían hoteles en Cozumel, ya había hotelería, ya habían líneas aéreas, es decir, todo el mito ese de que Cancún se forma en el 70 y a partir de eso. No, no, no.
Entonces me encantó la historia y a pesar de que soy crítico de Cancún, soy un apasionado y un enamorado de la historia de Cancún y he terminado por coleccionar una cantidad impresionante de datos, fotos, voces. Tengo voces de gente muerta y no es que sea el sexto sentido ni mucho menos, simplemente que las grabé de personas que de pronto se me iban muriendo, de pioneros que se me iban muriendo y tengo ese archivo. Sí, sí, sí.
Se ha hecho glamorosa porque ya te la pintan así idílica por completo, pero Cancún como tal, de hecho no iba a ser Cancún, la idea original era Tulum. Desde la época del general Cárdenas, Tulum es la tierra prometida. Cárdenas quiso hacer, a través de Rafael E. Melgar que era el gobernador, quería hacer una serie de hoteles, de hotelería. Es el primero que cree en Quintana Roo como turismo y crea Los Cocos en Chetumal, el hotel, crea el Hotel Playa en Cozumel, que es el actual museo de la isla y pone como que la primera piedra del hotel, Ruinas, pero estamos hablando de 1936, todavía ni siquiera hay carretera. Entonces lo que se busca es carretera que venga de Valladolid, que haga el entronque hacia Playa del Carmen para buscar Tulum. Y después de todo esto que se hizo y todo el rollo, finalmente en la década del 67, todos así, ya no es aquí, es allá.
Inclusive López Mateos iba a ser un puerto con alizcafos y transportes, no sé qué, en Tulum. In la época de López Mateos, en los 60, y en la época ya de Luis Echeverría, bueno de Gustavo Díaz Ordaz, dan la orden de que la tierra es Cancún. Cambiaron todo, pero era Tulum.
No, por supuesto que no, el padre de Cancún fue... El padre biológico de Cancún se llama Rodrigo Gómez Gómez. Rodrigo Gómez Gómez es el de la avenida Kabhá, que todos creen que es Javier Rojo Gómez. Javier Rojo Gómez era un gobernador. Y don Rodrigo Gómez Gómez fue presidente del Banco de México. Él es el verdadero padre de Cancún, padre biológico. Ahora bien, tú bien sabes que el que estuvo ahí, el que venía acá, el que venía esto, el padre, el que le siguió, vamos, el que tuvo al hijo fue don Rodrigo. Y el que le siguió fue Enrique Zaviñac. Y en ese aspecto sí le doy un mérito a Zaviñac, porque Zaviñac era el hombre que estaba pendiente del niño. El otro ponía el dinero, pero se murió don Rodrigo Gómez.
¿Y qué rol jugó en todo eso Luis Echeverría?
Luis Echeverría Álvarez, bueno, en los 70 es presidente, pero antes era secretario de Gobernación. Y poco antes había sido subsecretario de Gobernación. Echeverría viaja en los 60 como subsecretario de Gobernación y sobrevuela toda esa zona. Pero además lo más importante es que su cuñado, José de Jesús Lima Gutiérrez, era un empresario que estaba aquí en Isla Mujeres. Él sabía de esta zona. Eso de que Echeverría era enemigo y todo. Los mismos Lima dicen, sí, mi tío no quería Cancún. Pero eso de que empiece a investigar, como dice Fernando en su libro, que empiece a investigar si no tiene intereses, no me acuerdo uno de los funcionarios de esa época. No, porque Echeverría conocía la zona. Echeverría conocía Cancún antes de que se haga. Porque Lima era el dueño de la casa. Sí, la casa Lima es del 68, 67, 68. La que está en el Parque Kabah. Entonces, a través de su cuñado sabía perfectamente que este no era un territorio de nadie, prácticamente. Era un proyecto.
Pero además, cuando llegan a hacer Cancún, el libro de Fernando dice que Carlos Nader le compra a los dueños originales que eran pescadores, gente sencilla, los que chamaquearon. Les compraron el terreno, los chamaquearon y todo. Esto no es del todo cierto. Te voy a decir por qué no es del todo cierto. Porque la lista de los que estaban en ese momento eran los Ponce, que eran de la Coca-Cola, eran los Barbachano, que son ricos, por ahí había un exalcalde de Mérida, estaba un ex senador de Quintana Roo, de aquí de Isla Mujeres. O sea, no eran gente... Estaba José de Jesús Lima Gutiérrez. Estos cuates no eran pescadores. O sea, no era gente que... Lo que pasa es que ellos sí chamaquearon a los auténticos dueños, nada más que los chamaquearon años antes.
Mira, alguien me preguntaba qué tan importante era la historia, qué tan importante era la identidad. Y yo creo que es básica. La identidad no es una cuestión romántica, una cuestión de cultura, del Instituto de la Cultura. La identidad no es una cuestión de llaveritos y de porcelanas y de cosas de esas. La identidad es algo que nos hace idénticos, unidos a ti y a mí. Eso es lo que nos ocurre a los quintanarruenses, a todos los quintanarruenses y a los cancunenses también. Por ejemplo, aquí hay de Culiacán, hay de Mazatlán, hay de Jalisco, hay de Sonora, hay de Michoacán, hay de Turquía, hay de Francia, hay de Bolivia, hay de Perú, hay de todos lados. Pero ¿en qué nos parecemos todos? Nos parecemos en que somos retadores, en que los que llegamos aquí luchamos contra los mejores. Esta ciudad tiene a los mejores sastres, a los mejores carpinteros, a los mejores ingenieros, a los mejores periodistas. Porque bien podemos estar en la Sierra Madre trabajando y siendo los grandes líderes de opinión, pero estamos allá. Acá estamos compitiendo contra los mejores. Eso es lo que nos hace parecidos a todo lo que vivimos en Cancún, que aquí están los mejores. Porque aquí vinieron muchos y quemaron sus naves y vinieron a trabajar aquí, a ganársela. Y los que no pudieron, se tuvieron que regresar. Aquí están los mejores.
Aquí tenemos una zona hotelera que no le pide nada a Miami. A mí me ha tocado conocer Washington y de pronto yo veo los malls de Washington y de aquí y digo, no le pedimos nada a nada. Aquí tenemos hoteles, no de cinco estrellas, de cinco diamantes. No le pedimos nada a nada. Cancún es una marca registrada en todo el mundo, es una marca conocida en todo el mundo. Imagínate el nivel que tenemos como mexicanos, teniendo el aeropuerto más importante del país con dos pistas y cuatro terminales, más importante del país. Eso es lo que nos hace parecidos a todos los cancunenses.
El problema es que no lo sabemos. La labor del gobierno es hacernos entender en qué nos parecemos. Ya sabemos en qué no nos parecemos. Tú eres de un estado, yo soy del otro lado. Tú eres alto, yo soy chaparrito. Tú eres así, tú eres asado. Aquel es rubio, aquel es así. Esa es la diferencia. La labor del gobierno es ver en qué nos parecimos. Aquí hay 120 nacionalidades reunidas y 50 y tantas etnias. Aquí tenemos de todos lados en qué nos parecemos todos. Esa es la labor de los gobiernos. Que nos digan en qué nos parecemos y en promover esa identidad. ¿Por qué? Porque esa identidad es la que nos hace que nos hagamos tú y yo juntos combatamos la delincuencia. Y es la que de pronto dice ¿A poco si todos se sienten muy unidos vamos a combatir la delincuencia? Por supuesto, claro.
Las islas tienen menos delincuencia que nosotros y no nada más porque son islas, sino porque tienen nuestras sociedades más compactas. En las islas se saben tu vida y la mía. Tú puedes ir a Cozumel y preguntas por mí y te van a decir ¿Cómo no? Es el hijo del señor Verdayes. Trabajaba en tal y tal y tal y tal. ¡Ah, estuvo casado! Y te platican toda mi vida porque son islas. Aquí tú pregúntale a mis vecinos y van a decir ¿Quién es? ¿Ah, el de enfrente? ¡Ah, sí, lo veo! Somos sociedades individualistas. Cancún lamentablemente es una sociedad individualista. No tenemos esa fraternidad que tienen en Chetumal, en Holbox que se conocen, que son hombro con hombro que cuando agarran un delincuente lo agarran todos. Que se echan la mano unos a otros. Acá no. Acá difícilmente nos conocemos. Yo le pregunto a mis alumnos de la universidad ¿Cómo se llama tu vecino? ¿El de la izquierda y el de la derecha y el de frente y atrás? ¿No? Pero si le preguntas a uno de Pueblito te va a decir ¡Ah, no! ¿Cómo no? Don Fulano que tiene una tienda. Don Perengano que no sé qué. ¡Ah, ese don Fulano le anda poniendo el cuerno a su esposa! Y se saben todo.
Mira, lo que pasa es que en número de años no me atrevo a medir. Porque por ejemplo, nosotros tenemos una sociedad que ha avanzado. Por cada 10 años de nosotros son... ¿Qué te gusta? ¿50 de los otros? ¿O 40 de los otros? Cozumel es de 1847. Holbox e Isla Mujeres es de 1850. Nosotros hemos avanzado en 10 años, 40 de ellos. Porque sé lo que se le llama tiempo y espacio. El problema es que nosotros nos estamos avejentando más rápido que ellos. Y nosotros tenemos una sociedad que se está pudriendo más rápido que ellos. Nosotros tenemos que renovarnos inmediatamente. Buscarle otras cosas. Sí, de pronto tú dices Bueno, pues es que Cozumel, digo, crecía... En 1970 tenía 5 mil habitantes y en el 71 tenía 5 mil 20. Y el otro tenía 5 mil 22, ¿no? Y así crecía. En Cancún, ¿no? Acuérdate el ritmo. Y que ahora si quieres ver cómo era Cancún tienes que irte a Playa del Carmen. Si quieres ver cómo era Playa del Carmen te tienes que ir a Tulum. Y si quieres ver cómo era Tulum te tienes que ir a Puerto Morelos. Porque así va la onda. Así van creciendo. Aquí ya se detuvo. Pero aquí Cancún es el momento en el que tiene que tomar el control de su identidad. Y los gobiernos o la iniciativa privada tenemos que hacer que esto funcione.
Yo creo que sí, por supuesto. Hay que celebrar que somos una sociedad creada a partir de los grandes guerreros. Que esta sociedad, que este Cancún en algún momento fue abandonado por el gobierno durante dos años. En el 70, 71 los dejaron así al garete. Los grandes empresarios no creían en Cancún y aquí teníamos 5 mil albañiles, carpinteros y todos fletándose a esta ciudad. A esta ciudad nada más nos dijeron tantitito y ya estábamos. Esta sociedad de la gente que llegó a rajársela, a rifársela, ¿no? Y que fue la fuerza de esa gente la que hizo que los empresarios dijeran bueno, pues vamos a meterle. Y empezaron a meterle. Mexicana de Aviación ya extinta, no la iba a meter. Aeroméxico dijo, bueno, pues vamos a meter aviones de hélice. Y empezó a jalar, a jalar, a jalar, a jalar, a jalar. Y con dos años de Aeroméxico al tercer año Mexicana dijo no, sí, sí le vamos a meter. Regresó Mexicana. ¿Tenemos que celebrar? Sí, tenemos que celebrar. Somos una ciudad potencia. Somos una ciudad estado como dirían los antiguos mayas, ¿no? Aquí políticamente tú sabes que se juega la mayor parte del electorado, ¿no? Entonces, el que es alcalde de Cancún es un candidato natural a la gubernatura. Tenemos que celebrar que tenemos un aeropuerto potente tenemos que celebrar que todavía no se ha cerrado el crecimiento de Cancún. Tenemos que celebrar que somos una sociedad pujante.
Y no lo digo por rollo nada más. Es que de verdad, la gente le echa ganas. Aquí te vas a encontrar la identidad hasta manejando. El de Holbox maneja como si estuviera en carrito de golf, ¿no? Como si estuviera en carrito de golf, ¿no? El de Isla Mujeres con su carrito de golf, ¿sí? El de Chetumal un poquito más lentón. El de Cancún, el de México, vienen... Se vienen metiendo y toda la cosa. Sabes de dónde vienen nada más por el hecho de verlos manejar.