Narcolaboratorio en la selva de Quintana Roo: un golpe al crimen que despierta dudas
Todo apunta a un laboratorio improvisado, pero funcional, diseñado para operar en las sombras de una región donde la pobreza y la marginación son terreno fértil para el crimen organizado.
Felipe Carrillo Puerto.- En un operativo que parece sacado de una novela de intriga, autoridades de Quintana Roo desmantelaron este martes un presunto narcolaboratorio en Petcacab, un rincón aislado de Felipe Carrillo Puerto. La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), respaldada por la Fuerza Táctica Jaguar, la Secretaría de Marina, la Sedena, la Guardia Nacional y la Policía Municipal, irrumpió en una zona selvática donde, entre vegetación y lagunas, se escondía un enclave dedicado, según reportes, a la producción de drogas sintéticas. Pero más allá del titular, el hallazgo invita a un análisis crítico: ¿es este un golpe significativo al narco o solo la punta de un iceberg mucho más profundo?
El operativo, resultado de labores de inteligencia y vigilancia, reveló un escenario que destila organización criminal, bidones con líquidos desconocidos, costales de material cristalino, casquillos percutidos, porta fusiles, pistoleras, tanques de gas, radios y bombas de agua conectadas a lagunas cercanas. Todo apunta a un laboratorio improvisado, pero funcional, diseñado para operar en las sombras de una región donde la pobreza y la marginación son terreno fértil para el crimen organizado. Sin embargo, el comunicado oficial de la SSC omite detalles clave: ¿qué tipo de drogas se producían? ¿Hay detenidos? ¿A qué grupo criminal pertenece este laboratorio? Estas preguntas sin respuesta alimentan la desconfianza en un estado donde la violencia y el narcotráfico han escalado en los últimos años.



Quintana Roo, conocido por sus playas y turismo, enfrenta un lado oscuro que no aparece en las postales. Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) muestran un aumento del 12% en delitos de alto impacto en la entidad entre 2023 y 2024, con Felipe Carrillo Puerto como un punto caliente en la zona sur. La presencia de cárteles como el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, disputándose el control de rutas y mercados, no es un secreto. Este hallazgo, aunque significativo, parece un capítulo más en una guerra sin fin, donde los operativos espectaculares a menudo se diluyen en la falta de resultados estructurales.
La SSC presume una “coordinación permanente” con fuerzas federales y municipales, pero la realidad es menos alentadora. La fragmentación en las estrategias de seguridad y la corrupción enquistada en algunos cuerpos policiales han limitado los avances contra el crimen organizado. Además, la ausencia de información sobre el destino de los materiales incautados o el impacto real de este operativo genera escepticismo. ¿Es este un paso hacia la pacificación de Quintana Roo o un mero trofeo mediático para calmar a una sociedad inquieta?



El desmantelamiento del laboratorio es un recordatorio de que el narco no solo opera en las grandes ciudades, sino que se infiltra en los rincones más remotos, explotando la vulnerabilidad de comunidades como Petcacab. Mientras las autoridades celebran el operativo, la ciudadanía espera respuestas concretas: ¿quiénes están detrás de estas operaciones? ¿Qué sigue para evitar que otro laboratorio resurja en la selva? Sin una estrategia integral que ataque las raíces del problema —pobreza, desigualdad y complicidad institucional—, estos golpes al crimen seguirán siendo fuegos artificiales en un horizonte cada vez más turbio.