Narcolaboratorios en Quintana Roo: una amenaza creciente en la selva
Un segundo narcolaboratorio en la selva de Felipe Carrillo Puerto, en menos de dos años, enciende las alarmas sobre la expansión del narcotráfico en una región.
Felipe Carrillo Puerto.- El descubrimiento de un segundo narcolaboratorio en la selva de Felipe Carrillo Puerto, en menos de dos años, enciende las alarmas sobre la expansión del narcotráfico en una región tradicionalmente asociada al turismo de lujo y la biodiversidad. La semana pasada, autoridades locales desmantelaron una instalación clandestina en la que se encontraron bidones con químicos no identificados, costales con materiales cristalinos, portafusiles, pistoleras y casquillos de armas largas, evidenciando la presencia de actividades ilícitas de alto calibre en zonas remotas del estado.
El secretario de Seguridad Ciudadana, Julio César Gómez Torres, reconoció la gravedad del hallazgo, que ya forma parte de la agenda estatal. Según el funcionario, la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) emplea drones con tecnología de detección de calor para localizar estos laboratorios, un esfuerzo que refleja la dificultad de operar en la densa selva quintanarroense. Sin embargo, la recurrencia de estos decomisos —el segundo en 24 meses— plantea preguntas sobre la efectividad de las estrategias de vigilancia y la capacidad de las autoridades para contener la incursión del crimen organizado en áreas rurales.
Por su parte, el fiscal estatal, Raciel López Salazar, subrayó que los narcolaboratorios son un asunto de competencia federal, aunque destacó la colaboración interinstitucional con los tres niveles de gobierno. Esta declaración, aunque refleja un esfuerzo coordinado, también pone en evidencia una posible dilución de responsabilidades entre las autoridades locales y federales, lo que podría complicar una respuesta contundente al problema. La falta de detalles sobre los químicos hallados o los avances en la investigación refuerza la percepción de opacidad en el manejo del caso.



El contexto no es menor, Quintana Roo, conocido por destinos como Cancún y Tulum, enfrenta un aumento en la violencia ligada al narcotráfico, con un incremento del 12% en homicidios dolosos entre 2023 y 2024, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. La instalación de narcolaboratorios en zonas selváticas sugiere que los cárteles están diversificando sus operaciones, aprovechando la geografía para evadir la detección. Este fenómeno no es exclusivo de Quintana Roo; estados como Sinaloa y Michoacán han reportado un aumento similar en laboratorios clandestinos, lo que apunta a una estrategia nacional de los grupos criminales.
El hallazgo plantea un desafío doble, por un lado, la necesidad de fortalecer la vigilancia en áreas remotas sin comprometer los recursos destinados a las zonas turísticas; por otro, la urgencia de una estrategia integral que aborde las causas estructurales del narcotráfico, como la pobreza y la falta de oportunidades en comunidades rurales. Mientras las autoridades insisten en la coordinación, la ciudadanía espera resultados concretos que frenen esta amenaza antes de que la selva de Quintana Roo se convierta en un nuevo bastión del crimen organizado.