Quintana Roo: un oasis libre de sarampión en medio de la alerta nacional
La Ssa reporta que, a nivel nacional, se aplicaron más de 715 mil dosis de la vacuna contra sarampión
Cancún.- En un México donde el sarampión resurge con fuerza, Quintana Roo se mantiene como un bastión de tranquilidad. Según el más reciente boletín del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave), este estado no ha registrado un solo caso de la enfermedad en lo que va de 2025, un logro que contrasta con el panorama nacional, donde 362 personas han sido diagnosticadas, según informó David Kershenobich, titular de la Secretaría de Salud federal (Ssa). Pero, ¿qué hay detrás de esta excepción en el Caribe mexicano? ¿Es solo suerte, o hay un esfuerzo deliberado que otros estados podrían emular?
El sarampión, una enfermedad viral altamente contagiosa que puede prevenirse con vacunas, ha golpeado con dureza en Chihuahua, donde se concentran 347 casos, el 95% del total nacional. Otros estados como Campeche, Oaxaca, Sinaloa, Sonora, Querétaro y Zacatecas reportan cifras menores, pero suficientes para encender las alarmas. Durante la conferencia matutina del 15 de abril de 2025, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, Kershenobich reveló que cinco pacientes están hospitalizados por complicaciones graves, como neumonía, y lamentó un fallecimiento en Chihuahua. Este caso, un adulto con diabetes y daño renal, no estaba vacunado, lo que resalta un problema recurrente: la resistencia o el acceso limitado a la inmunización.
Quintana Roo, sin embargo, parece haber esquivado la tormenta. Aunque el boletín del Sinave no detalla las razones específicas, expertos consultados por medios nacionales señalan que el estado ha mantenido una cobertura de vacunación robusta, especialmente en comunidades turísticas como Cancún y Playa del Carmen, donde la afluencia de visitantes internacionales exige controles sanitarios estrictos. La Ssa reporta que, a nivel nacional, se aplicaron más de 715 mil dosis de la vacuna contra sarampión entre enero y marzo de 2025, pero en Quintana Roo, las campañas locales han sido particularmente agresivas, enfocándose en menores de edad y poblaciones vulnerables.
Aun así, este éxito no debe llevar a la complacencia. El sarampión es un recordatorio de lo frágil que puede ser el control de enfermedades prevenibles. La muerte en Chihuahua no es solo una estadística; es una advertencia. La víctima, según Kershenobich, no solo carecía de la vacuna, sino que sus condiciones de salud preexistentes agravaron el cuadro. Esto pone sobre la mesa preguntas incómodas: ¿está México preparado para lidiar con brotes en poblaciones con alta prevalencia de enfermedades crónicas como la diabetes? ¿Son suficientes las campañas de vacunación, o hay que repensar su alcance en zonas rurales y marginadas?
Quintana Roo, por ahora, respira con alivio. Pero en un mundo globalizado, donde un solo viajero puede desatar un brote, la vigilancia no puede bajar. El contraste con Chihuahua, donde el sistema de salud está bajo presión, debería servir como un llamado a reforzar la prevención, no solo en el Caribe, sino en cada rincón del país. Porque si algo enseña esta enfermedad, es que nadie está a salvo hasta que todos lo estén.
Con información de: Quadratín