Sargazo invade Tulum: La batalla contra un enemigo natural
La Secretaría de Marina (Semar) ha instalado barreras contenedoras a lo largo de más de 9,500 kilómetros de costa
Tulum.- En las paradisíacas costas de Tulum, Quintana Roo, un intruso recurrente está poniendo a prueba la paciencia de autoridades, empresarios turísticos y habitantes: el sargazo. Este alga marina, que desde hace más de una década ha transformado las playas de arena blanca en un tapete marrón, ha intensificado su presencia en las últimas semanas, desafiando los esfuerzos de contención desplegados por el gobierno mexicano. Aunque la Secretaría de Marina (Semar) ha instalado barreras contenedoras a lo largo de más de 9,500 kilómetros de costa, las condiciones del oleaje están complicando la tarea, dejando a varias zonas vulnerables ante la embestida de esta plaga natural.
El fenómeno del sargazo no es nuevo. Desde 2011, las costas del Caribe mexicano han enfrentado arribazones masivas de esta macroalga, impulsadas por factores como el cambio climático, el aumento de nutrientes en el océano debido a la contaminación y las corrientes marinas alteradas. Según un reporte de la Red de Monitoreo del Sargazo de Quintana Roo, en 2023 se recolectaron más de 500,000 toneladas de sargazo solo en las playas de este estado, y las proyecciones para 2025 no son alentadoras. Los expertos señalan que el calentamiento global y la deforestación en la cuenca del Amazonas, que incrementa el flujo de fertilizantes al Atlántico, están exacerbando el problema.
Las barreras contenedoras, una de las principales estrategias del gobierno para mitigar el impacto, han mostrado resultados mixtos. Si bien la Semar ha logrado cubrir extensas áreas del litoral, el fuerte oleaje en regiones como Tulum impide su instalación en puntos clave. Esto no solo dificulta la recolección del sargazo, sino que pone en riesgo el atractivo turístico de la zona, que depende en gran medida de sus playas. Según la Asociación de Hoteles de Tulum, la ocupación hotelera cayó un 15% en los picos de arribazón de 2024, y los empresarios temen que la situación se agrave si no se implementan soluciones más efectivas.
Más allá de los esfuerzos logísticos, el manejo del sargazo plantea preguntas incómodas. ¿Es suficiente confiar en barreras físicas cuando las causas estructurales del problema —como la contaminación y el cambio climático— siguen sin abordarse de fondo? Organizaciones ambientalistas, como Greenpeace México, han criticado la falta de políticas integrales para reducir la contaminación por fertilizantes y regular las actividades agrícolas que contribuyen al crecimiento desmedido del sargazo. Además, la disposición final de las algas recolectadas sigue siendo un desafío: gran parte termina en rellenos sanitarios, desaprovechando su potencial como materia prima para fertilizantes o biocombustibles.
La situación en Tulum es un microcosmos de una problemática global. Mientras las autoridades luchan contra las olas y el sargazo, los habitantes y el sector turístico enfrentan un dilema: adaptarse a una nueva realidad o presionar por soluciones de largo plazo. Por ahora, las playas de Quintana Roo siguen siendo un campo de batalla donde la naturaleza, transformada por la mano humana, reclama su espacio.
Con información de: InZoom.mx