Un nuevo jaguar en Tizimín: ¿Conservación o espectáculo en el zoológico La Reina?
¿Es un espacio como La Reina, con fines recreativos y turísticos, el lugar adecuado para un animal que requiere vastos territorios para prosperar?
Tizimín, Yucatán.- La llegada de un jaguar macho de ocho años al zoológico La Reina ha generado entusiasmo entre los habitantes de esta ciudad del oriente yucateco. Procedente del santuario Noc Ac en Mérida, el felino fue presentado como el nuevo “inquilino” del recinto, con la promesa de que su presencia impulse un programa de reproducción junto a “Morita”, una hembra que ya habita el lugar. Sin embargo, detrás de la celebración, surgen preguntas sobre las condiciones de vida de estos animales y los verdaderos alcances de esta iniciativa en la conservación de una especie en peligro crítico.
El jaguar (Panthera onca), ícono de la selva maya, enfrenta una situación alarmante en México. Según datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), su población ha disminuido drásticamente debido a la deforestación, la cacería furtiva y la fragmentación de su hábitat. En la Península de Yucatán, los esfuerzos por protegerlo han incluido santuarios, reservas ecológicas y programas de monitoreo, pero los zoológicos siguen siendo un punto de controversia. ¿Es un espacio como La Reina, con fines recreativos y turísticos, el lugar adecuado para un animal que requiere vastos territorios para prosperar?
Las autoridades de Tizimín y el personal del zoológico aseguran que el jaguar cuenta con un hábitat “adecuado”: una pileta de agua, una cama interior y un encierro diseñado para su bienestar. Sin embargo, expertos en vida silvestre advierten que los estándares de bienestar animal en zoológicos mexicanos suelen ser insuficientes. Un estudio de 2023 de la organización World Animal Protection señaló que el 60% de los zoológicos en México no cumplen con las condiciones mínimas para garantizar la salud física y psicológica de grandes felinos. La Reina, aunque querido por la comunidad, no está exento de estas críticas, especialmente cuando se trata de especies que, como el jaguar, son solitarias y territoriales por naturaleza.
El plan de reproducción entre el nuevo jaguar y Morita también despierta dudas. Si bien el objetivo es contribuir a la preservación de la especie, la cría en cautiverio enfrenta obstáculos significativos. Los cachorros nacidos en zoológicos rara vez son reintroducidos a la vida silvestre, lo que limita su impacto en la recuperación de poblaciones naturales. Además, la endogamia y el estrés del encierro pueden afectar la salud genética y el comportamiento de los ejemplares. “¿Cómo lo sacamos de allí?”, cuestionó Araceli Domínguez Rodríguez, presidenta del Grupo Ecologista del Mayab (Gema), en un comentario que refleja la preocupación de quienes abogan por alternativas como santuarios especializados o la restauración de hábitats naturales.
El zoológico ha invitado a la población a participar en la elección del nombre del jaguar, una estrategia que busca involucrar a la comunidad y fomentar el turismo local. No es la primera vez que La Reina utiliza este tipo de dinámicas; en 2019, una iniciativa similar para nombrar a un ocelote atrajo a decenas de familias. Pero más allá del entusiasmo, la llegada del felino pone sobre la mesa un debate más profundo: ¿puede un zoológico, por más buenas intenciones que tenga, ser un aliado real en la lucha por salvar al jaguar? O, como muchos activistas sugieren, ¿es hora de replantear el modelo y priorizar la conservación en libertad?
Mientras Tizimín celebra, el rugido del nuevo jaguar resuena como un recordatorio: la supervivencia de esta especie depende de decisiones informadas, recursos bien empleados y un compromiso que trascienda las rejas de un recinto.
Fotos: Redes