Violencia en la penumbra: Hombre de 40 años intenta estrangular a su pareja de 16 en Cancún
Según la información oficial, la agresión ocurrió en el contexto de una discusión alimentada por el consumo de alcohol de ambos involucrados
Cancún.- En la madrugada del 26 de abril, Cancún fue escenario de un nuevo episodio de violencia que pone en el centro del debate la seguridad, la desigualdad de género y las dinámicas de poder en relaciones con menores de edad. Un hombre de aproximadamente 40 años fue detenido por la Policía Municipal, con apoyo de la Guardia Nacional, tras intentar estrangular a su pareja, una adolescente de 16 años, en la supermanzana 236, sobre el Arco Vial con avenida Gastón Alegre López, en la zona de Rancho Viejo. El caso, reportado al 911, destapa una realidad alarmante: no era la primera vez que la menor sufría agresiones por parte de su pareja.
Según la información oficial, la agresión ocurrió en el contexto de una discusión alimentada por el consumo de alcohol de ambos involucrados. La intervención del Grupo Especializado en Atención a la Violencia Intrafamiliar y de Género (GEAVIG) fue crucial para resguardar a la víctima, quien fue trasladada a la Fiscalía General del Estado para recibir atención y formalizar su denuncia. El agresor, por su parte, fue puesto a disposición del Ministerio Público, donde enfrentará cargos por intento de feminicidio y, posiblemente, por violencia familiar reiterada.
Este caso no es un hecho aislado en Cancún, una ciudad que, pese a su brillo turístico, enfrenta una creciente ola de violencia. Tan solo en el mismo día, se reportaron el hallazgo de un hombre envuelto en una hamaca y el ataque armado contra un empleado de una pescadería en la ciudad. Además, en Playa del Carmen, una mujer fue encontrada atada de pies y manos en el fraccionamiento Palmas Turquesa, lo que evidencia un patrón preocupante de agresiones en la región. Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) indican que Quintana Roo registró 1,237 casos de violencia familiar en 2024, un aumento del 12% respecto al año anterior, con Cancún como epicentro de estas estadísticas.
El trasfondo de este caso plantea preguntas incómodas: ¿cómo una menor de 16 años termina en una relación con un hombre de 40? La diferencia de edad, sumada a las dinámicas de poder y posible manipulación, enciende las alarmas sobre la protección de menores en contextos vulnerables. Organizaciones como el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) han señalado que las relaciones entre adolescentes y adultos suelen estar marcadas por desequilibrios de poder, lo que facilita la violencia. En este caso, el consumo de alcohol actuó como catalizador, pero no como causa raíz. La menor, al declarar que no era la primera vez que sufría agresiones, pone en evidencia una falla sistémica: ¿dónde estaban las autoridades, la familia o las redes de apoyo antes de que la situación escalara a un intento de estrangulamiento?
El actuar de la Policía Municipal y el GEAVIG merece reconocimiento, pero también invita a cuestionar la capacidad del sistema para prevenir estos casos. La detención del agresor es un paso, pero la atención a la víctima apenas comienza. La adolescente necesitará no solo justicia, sino también apoyo psicológico y social para romper el ciclo de violencia. Mientras tanto, la sociedad quintanarroense se enfrenta a un desafío mayor: transformar una cultura que normaliza la violencia de género y las relaciones desiguales.
Este caso, aunque doloroso, debe ser un llamado de atención. Cancún no puede seguir siendo un paraíso turístico con un trasfondo de violencia cotidiana. La pregunta no es solo qué pasó esa madrugada en Rancho Viejo, sino qué estamos haciendo como sociedad para que no vuelva a ocurrir.