Crónica: Un medio día en el Averno o una visita al Hospital General de Chetumal


Una visita médica al Hospital General de Chetumal es como un viaje alucinante a una dimensión desconocida, o reconocida para aquellos quienes tienen la desfortuna de caer en este lugar en el que tienen que esperar hasta tres horas para que los médicos se presenten a trabajar, esto en medio de un calor infernal, pues no hay aire acondicionado. Tampoco hay dónde sentarse mientras esperan el largo retraso del personal médico.

Por: Esmaragdo Camaz

Es medio día y el Hombre está sofocado. Hace un calor de la chingada—le dice a su acompañante.

La cita es para la 2PM y el Hombre llegó puntual. Una hora antes ya está en la sala de espera del Hospital General de Chetumal para ser uno de los primeros en sacar ficha. Espera de pie a que le toque pasar con el médico, esto debido a que no hay sillas en la sala de espera del nosocomio.


Es porque están en reparaciones—le dice la acompañante al Hombre.

Ya son las dos de la tarde y el Hombre cree que de un momento a otro va a pasar con el médico. Juntos, él y su acompañante, esperan a que les toque su turno. Pero los minutos avanzan sin resultados.

Puta madre a qué hora va a llegar el pinche doctor—le dice el Hombre a su acompañante 30 minutos después, luego de que ya tuvo su primer encontronazo con una de las empleadas del Hospital, quien ya lo regañó por andar de preguntón.


Mientras en la sala de espera, donde no sirve el aire acondicionado, un bebé ya casi echó el pulmón después de mantener un chillido sostenido por muchos minutos.

También la mamá que no sale aunque sea a que le de un poquito el aire al chamaquito—le dice la acompañante al Hombre, tratando sin resultados de meter relax al caos en la sala de espera.

Una mujer, también en la sala de espera del Hospital, tenía cita para las 2PM, pero con el ginecólogo. Lo malo que ya son 2:30 y el doctor no llega.


A una abuela en silla de ruedas los suyos la llevan y la traen por toda la sala de espera para ver si la espera se hace más llevadera, esto luego de que a la señora ya la batearon varias veces del módulo de información, donde le dicen a la familia por enésima ocasión que el doctor no ha llegado.

Todas las citas empiezan a las 2PM, según lo han dicho los de trabajo Social del Hospital. Pero ya son las tres de la tarde, el calor en este momento ya ha transformado la sala de espera en una especie de horno y el doctor todavía no llega.

Ninguno de los doctores.

Uta madre estos cabrones sí se pasan de lanza—le dice el Hombre a su acompañante, quien ya no sabe cómo controlar la desesperación ascendente del sujeto.


Unos deambulan por toda la sala de espera ya tipo zombis por el calor abrasador que en ese momento es mayor en el interior que en el exterior del edificio.

Mientras otros de plano hace un buen que fueron al piso, pues a no aguantan el dolor de pierna de estar de pie por tanto tiempo.

Uno dice que el piso está un poco más fresco y por eso se va a ras de tierra. La abuela sigue dando vueltas por la sala de espera, mientras el niño de brazos mantiene su chillido en todo lo alto. La mujer que va con el ginecólogo desespera, mientras el Hombre ya mienta madres.


Coño qué poca madre de estos cabrones, ya casi son las 4 y estos hijos de la chingada todavía no llegan—dice ya encolerizado el Hombre.

Verano cuatro de la tarde en exteriores en Chetumal es una especie de olla hirviendo. En interiores, sin aire acondicionado, esto es el averno. Uta ahorita se me antoja una bien fría—le dice el Hombre a su acompañante.

El hombre ya está desvariando. Con el calor ya alucina.

Ya van a dar las cuatro de la tarde, cuando súbitamente, una mujer avisa que ya van a empezar a pasar a consulta. Los pacientes por fin exhalan una especie de suspiro inverso, después de casi tres horas desde su llegada al nosocomio.
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