“El Cancún de 10”: ¿Una mala broma?


Por: Esmaragdo Camaz

Es tan insistente Remberto Estrada en su desgastado discurso del “Cancún de 10” que en verdad repetirlo una y otra vez parece una broma de mal gusto. Por no decir una burla a la inteligencia colectiva. Anoche mismo mientras Remberto repetía su cantaleta en el Palacio Municipal, no muy lejos de ahí en el restaurante Carl Jr de Plaza Outlet se gestaba un asalto. Dos sujetos entraron a ese local y pistola en mano sembraron el terror entre los comensales que estaban cenando en ese momento. Eran alrededor de las 21 horas cuando a estos cancunenses los alcanzó su realidad. Más o menos el mismo momento en que el alcalde iba saliendo del grosero besamanos. 

Mientras Remberto departía con sus invitados a modo, los 20 cancunenses atrapados en Carl Jr eran presa del pánico. Uno de los dos hombres propinó un cachazo a un empleado para que le entregara el efectivo. Mientras el otro sujeto mantenía a los clientes con el temor a su máxima expresión. 

Para Remberto fue un gusto anoche vestirse de blanco para repetir su sonsonete. Organizó un mega-desmadre en el centro de Cancún. Mandó a su policía a cerrar la avenida Tulum en el tramo ADO-Ceviche a partir de las 18 horas. Y por atrás del Ayuntamiento cerró la avenida Nader desde el medio día. Se hizo rodear de cientos de policías para sentirse más seguro y ya con este desmadre bien organizado, subió al templete a repetir su previsible perorata.

Remberto taponeó el centro de Cancún justo a la hora de la salida de los trabajadores del turismo y en el momento en que miles bajan de la Zona Hotelera para confluir en el centro de la ciudad. El caos vial se tornó insoportable y la progenitora de Remberto sin deberla ni temerla fue la víctima de automovilistas, de cancuneses de a pie que se quedaron varados por falta de un servicio urbano fluido y del público en general que supo en ese momento del discurso que el alcalde daba en la Plaza de la Reforma a costilla de ellos.

La porra también mandó saludos a Remberto. 

Las personas se conocen por sus acciones. Lo que Remberto hizo anoche a los cancunenses fue un agandalle. Una tropelía. Es la forma de actuar de un porro. Le valió madres los demás y los puso a parir chayotes en medio del caos vial. Él quiso lucirse ante su comparsa de 3 mil invitados a modo y lo hizo. No le importó nada ni nadie más.

El robo a Carl Jr ya estaba en proceso. El congestionamiento vial se extendió en un amplio perímetro. Desde Bonampak hasta Kabah y desde El Crucero hasta la Luis Donaldo Colosio. Cientos de policías estaban ocupados cuidando a Remberto en los alrededores del Palacio Municipal mientras otra parte de la tropa hacía estragos lidiando con el pesado tráfico.

Remberto ocupó innecesariamente el tiempo de miles de cancunenses para leer una serie de cifras que cualquier interesado en ellas podría leer en el portal de Internet del Ayuntamiento de BJ donde actualmente se encuentra el lastimoso discurso del alcalde. 

A diferencia de Remberto, los comensales del Carl Jr no tuvieron policías que los cuidaran. Valientes, se presentaron sin escolta a cenar en el céntrico restaurante de Plaza Outlet. Apenas 48 horas antes otros dos restaurantes habían sido asaltados probablemente por la misma banda. El Café Nader de Pabellón Cumbres y La Parilla, de la Yaxchilán. 

Ese es el Cancún de 10 que Remberto tanto pregona.

Remberto terminó de leer su informe, bajó del templete en medio de aplausos y se dejó arrullar por los dulces brazos del besamanos. Los comensales del Carl Jr esperaron a que se fueran los asaltantes, llenos de miedo dejaron la cena a medias e impotentes salieron entre sollozos a buscar refugio y consuelo entre sus familiares. Este tipo de sentimiento no es muy diferente al que muchos cancunenses experimentaron anoche en el caos vial del tráfico organizado por Remberto Estrada.

Con 117 asesinados en este 2017 nuestro destino no puede ser un Cancún de diez. Primero, el narcotráfico y las vendetas entre los barones de la droga fue el pretexto para no dar resultados en materia de Seguridad Pública. Después las extorsiones y el cobro de piso. Pero ahora ya estamos entrando a la fase del robo con violencia a establecimientos con clientes adentro. ¿Qué más sigue?

Tenemos un alcalde, me refiero a Remberto Estrada, que ya se convirtió en parte del problema. No da resultados. Hasta hace apenas una semana no teníamos secretario de Seguridad Pública en Benito Juárez. Siempre un “encargado del despacho”. Pero aún hoy, la inseguridad se mantiene en ascenso y cada vez más cerca de las familias. De la familia común.

Por ello insistir en el discurso de un “Benito Juárez de 10” es lastimoso. Molesto. Irritante. Cuando no hay algo bueno qué decir es mejor no decir nada. Basta leer un rato los múltiples comentarios que los cancunenses dejan en redes sociales en contra de esta insultante cantaleta acuñada por Remberto.

El fiasco de “Cancunsito” no le fue suficiente. No aprendió. 

El público necesita andar en la calle a salvo. Salir a cenar como antes. Disfrutar de su tiempo y de su familia. Los ciudadanos ya cumplimos con dar el voto a quien nos prometió un estado de bienestar. No somos policías, no tememos los medios ni los recursos ni la responsabilidad de velar por la Seguridad Pública. Todas estas son facultades exclusivas del presidente municipal en turno, o sea, responsabilidad directa y exclusiva de Remberto Estrada Barba.

Joseph Goebbles -el publicista de Hitler- dijo que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Y tenía razón. Remberto ha repetido tantas veces su discurso del “Cancún de 10” que ya terminó por creerlo él mismo como una verdad. Lo malo para él es que ningún otro cancunense sensato lo cree así.

Su cantaleta del “Cancún de 10” lo va aislando lentamente de las urnas. Ese discurso desgastado sin un respaldo que lo apuntale con resultados lo va a llevar a la derrota electoral. Y al mismo tiempo, está abriendo la puerta para que otros personajes todavía peores, como Emiliano Ramos del PRD, o Gregorio Sánchez -a quien de plano mejor ya ni nombrar-, tengan posibilidades de gobernar esta rica y jugosa ciudad.

Pavimentar algunas calles, recoger la basura y hacer una que otra obra no es suficiente ni es motivo de aplauso. Esa es parte de la obligación de Remberto. Insistir en regalar despensas a cambio de votos lo puede llevar a la cárcel tarde o temprano. No sería el primer alcalde verde en lograr ingresar al penal de Cancún.

Ya dejó pasar el primer año y le queda uno más. Remberto difícilmente va a ganar una reelección si no recompone pronto.
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