Alguna vez un paraíso (Foto-Crónica)



Por: Esmaragdo Camaz

Llego a playa “Gaviota Azul”, la que está atrás de Plaza Forum en la Zona Hotelera de Cancún. Atrás de la mega-guitarra del Hard Rock Café. Es un día esplendoroso. Una playa espectacular. Un mar turquesa sencillamente inentendible. La arena blanca. Blanca. Muy blanca. Una playa enorme. Una gran superficie de arena antes de llegar a la orilla de la cristalina agua del mar. Un alucine. Es temprano y hay poca gente. Así es posible apreciar mejor la magnificencia del lugar. Nunca ví algo similar. Conozco muchas playas de México. Incluídas las mejores. Pero esta supera a todas. A todas. Por eso se entiende que esta playa iconográfica de Cancún forme parte de uno de los diez mejores destinos turísticos del mundo. Es un sueño. Es el año 2010.

Además de su belleza natural, la playa está limpia. Muy limpia. Limpia en todos sentidos. No hay basura. No hay vendedores ambulantes. No hay camastros. No hay mesas. No hay cervezas. No hay comida. El único rastro humano son los edificios que se ubican en esa playa. Grandes edificios. Es asombroso que estando apenas a unos metros del agitado tráfico vehicular de la avenida Kukulkán, esta playa se conserve todavía tan natural.


Lo digo porque apenas unos años atrás, en 2003, venía a esta misma playa a producir video-clips para la televisión. Eran sesiones con modelos que mostraban la belleza de este lugar. Cancún se lució en esos años ante el mundo como un verdadero paraíso. Un oasis en medio del vertiginoso crecimiento del cemento. Y pese a todo todavía para el 2010, cuando regresé a esta playa, los arenales, el mar turquesa y la playa misma, prácticamente estaban intactos.

Hoy -este fin de semana- regresé a esa misma playa. Es el Verano de 2018. Estoy atrás de Plaza Forum, atrás de la mega-guitarra del Hard Rock Café. La guitarra por cierto ya no es la misma, playa “Gaviota Azul” tampoco. Esta vez vine a probar una nueva cámara. Es muy buena y me pareció ideal captar la belleza del lugar. Pero me quedé pasmado. Montículos de sargazo en la playa y a la orilla dentro del mar. Obvio que estamos en una contingencia ambiental ya de todos conocida. Pero no sabía que en una playa de Cancún se apilaran montículos de esa alga. Y no entiendo la razón para ello.


Los restos de sargazo ya se mezclaron con la arena. Aquella que fue blanca. Y el color turquesa del mar ya no existe. Los rezagos de sargazo en el mar le han cambiado el color. Se ve que sí limpian la playa. Se nota. Pero no se entiende por qué la acumulan deliberadamente en montículos de alga en proceso de descomposición que dan marco a un espectáculo deprimente. Lastimosamente esta es la nueva imagen de Cancún. Lo que pensé serían unas buenas fotos de sábado, se me convirtieron en la triste realidad de retratar lo que una vez fue un paraíso.


Cuando llegué a la playa el sábado, mi primera reacción fue regresarme a casa. La playa no está en condiciones, me dije. Me quedé un rato en el lugar. Y en algún momento reaccioné. Recordé en ese momento todo lo hecho al medio ambiente. Cómo en los últimos 15 años alteramos el ecosistema. Lo hicimos los cancunenses. Nadie lo hizo por nosotros. Los cancunenses somos transformadores. Esa es nuestra identidad -lo escribí alguna vez-. Y eso es lo que hicimos exáctamente. Transformamos nuestro entorno. Irrumpimos en la naturaleza.



Hace 48 años devastamos la selva para transformarla en un resort de clase mundial. Y en los últimos 15 años fuimos todavía más allá. Construimos enormes moles de concreto sobre la suave arena blanca de nuestras playas. Y cuando miles de toneladas de arena drenaron de forma natural por el exceso de peso, entonces se nos ocurrió la “genial” idea de transformar nuestras playas naturales en artificiales. Y drenamos toneladas de arena del fondo del mar y de otras orillas ubicadas en diversos puntos del Caribe para echarlas encima de nuestras playas, lo que se llamó pomposamente “La recuperación de Playas”.

Siempre supimos que estábamos alterando el ecosistema y sus consecuencias. Pero aún así lo hicimos. Somos transformadores, es nuestra naturaleza cancunense. Hoy el arribo masivo de alga es un precio muy caro que estamos pagando. Qué importa discutir si el sargazo ya nos afectó el bolsillo o no. Sus efectos son obvios. Las autoridades están limpiando el sargazo y ejecutan acciones para solucionar el problema a la brevedad. Los hoteleros limpian todos los días el pedazo de playa que les corresponde para que sus turistas puedan meterse al mar, que eso es por lo que pagaron miles de dólares al venir a Cancún.


Todos en Quintana Roo están preocupados por el sargazo. Afecta a siete de los once municipios del estado. Su arribo masivo se produce en las costas del norte y en las del sur. Cualquiera muy malicioso diría que hasta parece a propósito. Pero los expertos de la UNAM ya explicaron que además de atípico, la llegada masiva de la alga es una consecuencia de la alteración del ecosistema. De su transformación. De nosotros los transformadores.

Entonces al recordar todo esto, me pareció que debía accionar la cámara y captar estas imágenes. Y mientras lo hacía trataba de entender cómo pasamos de la limpieza del sargazo, a la transformación de esta playa con montículos de alga muerta. ¿Por qué no se han llevado este sargazo?, me sigo preguntando. 


El sargazo no es lo único que ha transformado playa “Gaviota Azul”, la icónica playa de Cancún. Es un mercado, una especie de tianguis. Una cantina. Vendedores ambulantes de todo tipo. De todo tipo. Camastros, sombrillas, mesas y sillas apiladas algunas, “acomodadas” otras. Basura por aquí y por allá. Más basura. Es una anarquía. El puesto de rescate, donde antes en vacaciones de Verano había una base de la Cruz Roja, ahora está cerrado. No veo salvavidas. Tampoco policías. Son las tres de la tarde del sábado en periodo vacacional.


Me quedé mirando en perspectiva la escena. La escena completa. E imaginé cuál sería la primera impresión de los turistas y el mensaje que éstos iban a llevar de Cancún a sus lugares de origen. Lo pensé y preferí no preguntar. Mejor me quedé pensando en lo que viene. ¿Qué va a pasar con Cancún en los próximos años?, me pregunté. 


Cancún nació hace 48 años. En este momento hay muchos cancunenses que hacen preparativos para la celebración de los 50 años de Cancún, fecha que llegará dentro de dos años. Muchos de ellos se pelean el alto honor de llamarse pioneros, fundadores o iniciadores. Me pregunto qué vamos celebrar. Me pregunto cómo será esa celebración. ¿Qué Cancún es el que vamos a festejar?

Me pregunto ¿cómo podemos salir de esta si no somos capaces de levantar los montículos de sargazo de una de las icónicas playas de Cancún?

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