Luchando contra el sargazo: Pese a todo, el vaivén entre Playa del Carmen y Cozumel continúa



Fotos y Textos: Esmaragdo Camaz

Playa del Carmen.- El sargazo no da tregua. La batalla contra el arribo masivo de la macroplanta se focaliza este fin de semana justo en el centro de esta ciudad, donde la alga parece haber sentado sus reales pese a la batalla constante de 500 trabajadores que laboran en dos turnos para limpiar las playas y retener al turismo que aún circula por este lugar, un movimiento de paseantes y locales que van y vienen entre Playa del Carmen y Cozumel desde el embarcadero que se encuentra en medio de la invasión marrón.


Son las 16 horas. El sol cae a plomo. Estamos en la canícula y el calor es abrasador. Cientos están en el muelle en espera de la salida del siguiente ferry a Cozumel, embarcaciones que zarpan cada 30 minutos.



En la playa, por el lado del “Señor Frogs”, los arenales están casi limpios. Es prácticamente imposible dejarlos sin rastro de sargazo, pues apenas las cuadrillas terminar la limpieza, la macroplanta invade una vez gradualmente la blanca arena. 



En esta parte de la playa no se ven muchos turistas. Evidentemente no como antes. Aunque sí hay algunos pese al sargazo, lo que prueba que pese a todo los paseantes no se olvidan de Playa del Carmen.




Del otro lado del muelle sobre la playa, justo a la altura del centro de Playa del Carmen, el panorama es diferente. Aquí hay mucho más presencia de sargazo. Tanto que un gran montículo de la macroalga sobresale en la escena. Aquí las cuadrillas de trabajadores van a marchas forzadas. 




Un trascabo va recogiendo el sargazo acumulado por los bobcats que depositan en el montículo la macroalga que las cuadrillas de trabajadores han levantado con sus trinches.




Una vez realizado este ciclo, el trascabo lleva el sargazo a un camión de carga que espera ser llenado de macroalga para llevarla a su disposición final.




Una red perimetral submarina rodea un gran espacio de playa que va desde el centro de Playa del Carmen hasta la curva que se conoce como el recodo. Residuos de sargazo traspasan la red y de cualquier forma el impacto de la macroplanta en los arenales es inevitable. 




Se supone que si las redes no estuvieron ahí sería peor.



En un punto, a unos metros del gran montículo de sargazo recolectado está lo peor. El olor a huevo podrido ya molesta el olfato. Los trabajadores deben portar trapos para taparse la nariz. 



El sargazo en ese punto ya está podrido. 


Por momentos la escena es paradójica. Por un lado los trabajadores y el sargazo. Y por el otro, algunos turistas y locales que no se resisten a “disfrutar” de las playas. Aunque el rostro de alguna que otra turista parece decir lo contrario.


Un bobcat está haciendo un trabajo fino. Está removiendo la arena para exponer posibles bacterias al sol y evitar así que en algún momento la arena contaminada por el sargazo echado a perder cause efectos en los turistas.


“Especialmente los de piel más suave”, dice un funcionario de Semarnat que se encuentra en el lugar y quien opta por el anonimato.


Este panorama no es el verdadero Playa del Carmen. ¿Pero qué se puede hacer?


Todos los sectores, gobierno, iniciativa privada y sociedad civil están preocupados y ocupados en el combate al sargazo. Todos. Cada uno desde su trinchera, hace lo posible para resolver de alguna manera esta desgracia.


Nadie es experto en sargazo. Es la verdad. Todos estamos aprendiendo sobre la marcha. Y está claro que -como dice el funcionario de Semarnat- esta plaga llegó para quedarse. Y seguramente sólo con el tiempo y la experiencia adquirida podremos salir adelante de este nuevo desafío.

Pese a todo el turismo continúa llegando. Los paseantes de México y el Mundo deben saber que los quintanarroenses seguimos esperándolos aquí y que nos mantenemos luchando contra este giro de la naturaleza que por alguna razón no está jugando esta mala pasada.

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