El Fracaso de la Marina: Reflexiones sobre el sargazo y las Fuerzas Armadas


Por: Esmaragdo Camaz

Cancún.- La Marina Armada de México no dio resultado en su tarea de contener el sargazo en alta mar. Fracasó. Basta ver la costa norte de Quintana Roo para darse cuenta de ello.

Esta tarea le fue impuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien a su vez minimizó el problema del sargazo hace dos años cuando se le informó sobre este impacto al medio ambiente y a la economía del turismo.

Al presidente se le hizo fácil asignar esta tarea a las Fuerzas Armadas. Esta vez a la Marina Armada de México, aún cuando evidentemente este organismo no tiene en su formación responsabilidades de este tipo.

La Marina es un ejército de guerra. Es una corporación de guerra en el mar. Siempre ha sido así y hasta parece insulso, tonto y ocioso tener que repasar las funciones de la Marina Aemamda de México cuando estas son tan claras.

En el sitio de la Secretaría de Marina, la institución define su misión en estos términos:

“La Armada de México es una Institución Militar Nacional, de carácter permanente, cuya misión es emplear el poder naval de la Federación para la defensa exterior y coadyuvar en la seguridad interior del país; en los términos que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las leyes que de ella derivan y los tratados”.

Me parece que no hace falta explicar más. Sólo me queda la duda si el presidente López Obtador entiende cuáles son las funciones de la Marina Armada de México.

Por instrucciones del presidente, la Marina construyó cuatro embarcaciones especiales para recoger el sargazo en alta mar y evitar que la macroalga llegue a las costas.

Ya se ha informado insistentemente que las embarcaciones y personal de la Marina trabajan permanentemente en alta mar recogiendo el sargazo.

Incluso hace unas semanas, la Marina organizó un tour de medios para mostrar su trabajo.

Sin embargo su trabajo no ha servido para lograr el objetivo del mismo, que es evitar que el sargazo llegue a las playas.

En Tik Tok y en otras redes, abundan los video-memes posteados por turistas molestos que llegaron a playas rebosantes de sargazo en Cancún, Playa del Carmen, Cozumel y la Riviera Maya hasta Tulum. Lo mismo en playas públicas que en playas operadas por hoteles ubicados en la costa.

A muchos de estos memes sus autores le han agradado un audio ya viral en el que una mujer grita entre sollozos, “Oh no, los ahorros de toda mi vida”.

La exclamación es un reclamo por los altos costos que significan unas vacaciones en Cancún y la Riviera Maya a cambio de playas llenas de sargazo.

Cierto que este es uno de los años más agresivos de arribo masivo de sargazo a las costas de Quintana Roo, pero también es cierto que este año tenemos la mayor infraestructura para contenerlo liderada por la Marina Armada de México.

En esos términos también está claro que este año es uno de los mayores fracasos en materia de contención de sargazo.

La Marina fracasó y en lo personal eso no me gusta.

Tengo un alto concepto y respeto por nuestras Fuerzas Armadas. Admiración por sus instituciones. Y aunque nunca pertenecí a ninguna de ellas como para conocerlas desde dentro, me basta el excelso desempeño con que se han conducido desde que tengo memoria.

La Armada de México, los Marinos, son un símbolo de rectitud, honestidad y eficacia en mi memoria. También de gallardía, seguridad nacional y admiración. Para mi son un ejemplo y la corporación me representa junto con el Ejército Mexicano, las únicas dos instituciones sólidas y absolutamente confiables de nuestro país.

Por eso es que me molesta ver a la Marina fracasar en una tarea que no está en sus funciones constitucionales.

El presidente de México es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Está la cima de la cadena de mando militar y por ello deben obedecer sin chistar.

Sin embargo, el comandante supremo de las Fuerzas Armadas no es superior a la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.

Con el argumento de que todos son corruptos y de que no confía en nadie, López Obrador optó por el camino fácil. Endilgarle a las Fuerzas Armadas las responsabilidades civiles junto con las militares. El resultado de esto ya lo estamos viendo.

Los Marinos -soldados del mar- vigilan nuestras costas haciendo uso de armamento pesado, estas son sus herramientas de trabajo para defender a la Patria de las amenazas que la pongan en riesgo.

Recoger sargazo no es su chamba.

Cómo tampoco lo es para los soldados meterle al cemento y la cuchara para construir un aeropuerto que tiene pésimos pronósticos.

Y tampoco lo es meterse a constructores de infraestructura ferroviaria como el presidente quiere que lo hagan, pues algunos tramos del Tren Maya han sido asignados a las Fuerzas Armadas.

Hoy los militares mexicanos han sido degradados por su comandante en jefe a una especie de “mil usos”.

Al asignarle todas estas tareas, el presidente López Obrdor corrompe a las Fuerzas Armadas. Las exhibe como ineficientes resultado de forzarlas a ejecutar funciones que están fuera de la Constitución Mexicana.

La Marina Armada de México no es una institución deficiente. Nunca lo ha sido y estoy seguro que en el futuro tampoco lo será siempre que se apegue a sus funciones constitucionales.

Esta política omisa y fácil de López Obrador de endosarle a las Fuerzas Armadas la chamba que a él le corresponde como ejecutivo del país, también ha resultado en una marginación de las instituciones civiles que tendrían que hacerse cargo de temas como el sargazo.

En México hay instituciones públicas a las que les corresponde atender y desarrollar las estrategias y soluciones de contención del sargazo.

También existen organizaciones de científicos e investigadores del medio ambiente que tendrían que estar trabajando en la contención del sargazo.

Pero en ambos casos, estos organismos han sido relegados por el presidente con su cantaleta de que todos son corruptos y por los mismo indignos de su confianza para trabajar en las soluciones que son urgentes, como el caso del sargazo.

Pueden haber muchas razones y explicaciones por las cuales no hay resultados. Y todas pueden ser válidas, pero eso no le importa a los turistas a la hora en que decepcionados y molestos se quejan del sargazo.

Me apena cada vez que estando en la playa documentando la presencia masiva de sargazo, los turistas me hacen reclamos de que, “cómo es posible que al gobierno no le interese limpiar las playas que dejan tanto turismo”.

Mis respuestas resultan inútiles y en más de una ocasión salgo raspado en mi afán de explicarles a los turistas algo que evidentemente no tiene explicación válida, sobre todo cuando ambos vemos en la playa a los heroicos trabajadores municipales rifándosela a pleno sol agitando frenéticamente sus canastos a diestra y siniestra para recoger el sargazo en aguas someras, una dura y loable labor que tristemente a los turistas que lo ven en directo les parece inútil, arcaica y a los más iracundos, hasta patética.


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