Periodismo en punto de inflexión, a propósito de los casos Wikileaks y Ricardo Ravelo (Proceso)


Súbitamente, el periodismo ha dado un giro total y hoy estamos viendo con asombro el renacimiento de este oficio ante los ojos de una clase política que en todo el mundo hace esfuerzos para frenar lo irremediable, mientras en México, el gobierno sucumbe otra vez ante al “dulce ejercicio de la represión de la libertad de expresión”.

Por: Esmaragdo Camaz

En los noventas, un barco de Pemex naufragó en las costas de Veracruz y varios de sus trabajadores perdieron la vida. El caso fue todo un suceso, atrajo la atención de todo el país y despertó –desde luego-, la cólera de los familiares que perdieron a sus seres queridos.

Petróleos Mexicanos argumentó que el hecho era un accidente, mientras que los deudos afirmaban que se trataba de un caso de negligencia, debido a que Pemex no había dado el mantenimiento oportuno a esa embarcación.


Los funcionarios de la paraestatal nunca cambiaron su versión y entre el llanto y el dolor por la pérdida, las familias afectadas enterraron a sus muertos con la zozobra y la impotencia de no poder enjuiciar a los culpables del fatídico accidente.

En la redacción del Periódico Sur de Veracruz, donde trabajaba en ese entonces, un desconocido dejó un sobre a mi nombre. En el interior encontré documentos oficiales de Petróleos Mexicanos. Era la bitácora de mantenimiento de la flota petrolera. Era la prueba documental de la negligencia de Pemex.

Eso fue una filtración. Una filtración anónima.

La resultante de la publicación de estos documentos fue el despido del superintendente de zona, una indemnización justa para los deudos de las víctimas y sobre todo, un acto de justicia para quienes se sentían agraviados.

Nuca supe quien me dejó esos documentos, pero me queda claro que fueron los propios trabajadores de Pemex que se solidarizaron con el reclamo justo de las familias de sus compañeros caídos.

Caso Wikileaks

A propósito del caso Wikileaks, las filtraciones de documentos oficiales entregadas a periodistas no son nuevas. En todos los casos, estas filtraciones son realizadas desde adentro por trabajadores de la institución que es sometida al escrutinio público.

Los filtradores de documentos suelen ser empleados de diversos niveles, que en la mayoría de los casos están molestos con su condición laboral en cualquiera de sus formas. Y sólo en escasas ocasiones podría tratarse de un trabajador con ideales, aunque de esto no se tiene referencia, o al menos, no recuerdo un caso con éstas circunstancias.


Las filtraciones es información documental que hasta hoy día siguen siendo materia de reportajes de alto impacto que publicamos periodistas de todo el mundo en nuestros respectivos medios.

Estas filtraciones se vuelven nuestras exclusivas y con ello ganamos más lectores, prestigio y conocimiento documental que se convierte en parte de nuestro acervo personal-profesional.

Esto siempre ha sido así.

Pero lo sorprendente ahora es que esta práctica ha sido llevada a otro nivel a partir de Wikileaks.

El nuevo periodismo

En la competencia tradicional, cada medio, cada periodista, difunde en exclusiva las filtraciones que sus fuentes le hacen llegar, ya sea de manera anónima o no.

La razón de las filtraciones tiene su justificación por cierto, en un hecho que no da pie a la discusión: Los políticos –dentro y fuera del gobierno-, mienten sistemáticamente y por ello sus dichos carecen de toda credibilidad. Partiendo de este principio, la filtración de documentos a medios de prensa es para sus autores, la única forma en que la opinión pública puede conocer la verdad.

En Wikileaks, el concepto de periodismo es diferente, va en este sentido. Y la verdad no es que sea diferente porque usen el Internet como plataforma, lo diferente es el concepto de difusión, que en este caso es más, de tipo comunitario, que vertical.

En ese sitio, las filtraciones no son notas exclusivas de Wikileaks, sino son material documental de interés público a la alcance de medios, periodistas y la población en general, de tal forma que cualquier persona sin importar su perfil o ubicación geográfica, puede leer y hacer uso de los más de 1.2 millones de documentos que se encuentran en sus servidores.

Hace apenas unos años hubiera sido impensable que un medio –aún ya con el Internet-, estuviera dispuesto a compartir libremente este tipo de información documental que sólo puede llegar a los periodistas en forma de filtración.


Julian Assange, el creador de Wikileaks, ha cambiado para siempre la forma de hacer periodismo. Aquel término de que “todo ya está inventado” queda desechado a partir de esta nueva forma de dar cauce a información de interés público.

Los prestigiosos The New York Time, en los Estados Unidos; The Guardian en el Reino Unido y El País, en España, han difundido al unísono los detalles de los miles de documentos que plasman las jugarretas de la diplomacia de los Estados Unidos y que revelan información de interés público sobre asuntos delicados de muchos países, entre ellos México.

La participación de estos medios es un respaldo tácito al trascendental trabajo de Wikileaks y es de paso –por si quedaba duda-, una confirmación de que el Internet, como plataforma informativa, es un medio tan válido y respetable como los medios tradicionales y que, a diferencia de éstos, tiene recursos y características que superan por mucho a las antiguas formas de informar.

En resumen, la exclusividad es un término que ha desaparecido entre los medios y la trascendencia de una información es por sí misma más importante que el medio que la difunde.

Gobierno represor

Del otro lado están los gobiernos del mundo liderados y presionados por los Estados Unidos, que buscan desesperadamente frenar este nuevo tipo de periodismo y que han encontrado en esta última entrega de Wikileaks, el pretexto ideal para frenar de una buena vez, la prensa crítica que exhibe a los políticos a través de Internet, sin fronteras.

En 1960, un año después del triunfo de la Revolución cubana, los Estados Unidos aplicaron un embargo comercial a Cuba, basado en la presión que el gobierno yanqui ejerció sobre gobiernos y particulares de diversos países, para imponer un bloqueo comercial que hasta hoy, impide el florecimiento comercial de la Isla.

Una presión similar ejerce hoy el gobierno de los Estados Unidos sobre empresas que tienen relación comercial con Wikileaks. Amazon, probablemente la tienda más grande en Internet y donde el equipo de Julian Assange hospedaba originalmente el sitio, ya clausuró ese servicio al portal de filtraciones.

Lo mismo hizo PayPal, la empresa de transacciones financieras por Internet más importante del mundo. Wikileaks recibía a través de esta empresa donaciones de sus lectores, mismas que les servían para continuar ensanchando sus archivos de documentos filtrados.

En ambos casos, estas empresas emitieron comunicados que dañan la salud mental de cualquier lector. Con sendas mentiras, dijeron que la suspensión de las cuentas de Wikileaks no obedecen a presiones de gobiernos, sino a que el sitio violó las condiciones de uso del sitio.

Polemizar sobre las razones de la suspensión de las cuentas es ocioso y no tiene sentido. La verdad de los hechos es muy clara.

En tanto, el debate ahora apunta hacia un hecho que desde hace mucho es una preocupación entre la comunidad mundial. ¿Se atreverán los gobiernos –los políticos- a censurar el Internet? – En China y en Cuba ya lo hacen.

Caso Ricardo Ravelo (Proceso)

Pero a propósito de Wikileaks y la censura, en México, el presidente Felipe Calderón no resiste la tentación y se avienta de frente en una lucha contra la libertad de expresión.

El caso concreto es el del periodista Ricardo Ravelo, de la prestigiada Revista Proceso.


Al inicio de este relato, quise citar el caso del buque de Pemex con deliberada intención, pues en ese entonces, cuando trabajaba como reportero para el periódico Sur de Veracruz (hoy Imagen de Veracruz), del periodista José Pablo Robles Martínez, hoy por cierto en la víspera de recibir Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas de México A.C. y uno de los tres nominados a recibir el Premio Pulitzer, compartía espacio en la sala de redacción con el también periodista y en ese entonces reportero de ese periódico, Ricardo Ravelo.

Como compañeros del mismo diario y reporteros ambos en ese entonces, puedo decir que Ricardo Ravelo es el tipo de reportero investigador que siempre es grato tener como colega. Su visión es aguda y su olfato periodístico apunta siempre a la revelación de datos e información del interés público.

Desde siempre acostumbrado a los temas espinosos y con un origen en Carlos A. Carrillo, una población ubicada en la cuenca del Río Papaloapan, en el estado de Veracruz, Ricardo Ravelo ha ofrecido siempre en cualquier medio para el que haya trabajado, un trabajo documental que ha servido a la opinión pública sobre temas que son de su interés general y últimamente, en los últimos diez años en su paso por Proceso, dedicado a las vicisitudes que la sociedad mexicana ha tenido que sortear con el narcotráfico.

El 1 de diciembre, Joaquín López-Dóriga presentó en Televisa un video en el que el traficante Sergio Villareal “El Grande”, dice que le mandó a Ricardo Ravelo 50 mil dólares para que no escribiera más sobre él en la Revista Proceso.


En la nota, el reportero Mario Torres, con quien por cierto fui compañero a principio de los noventas en la ciudad de México, en ABC Radio, radiodifusora propiedad del ex secretario de educación pública, Miguel González Avelar, esposo de Tere Vale, y medio que en ese entonces tenía como director de noticias a Carlos Marín, todavía en aquel momento uno de los principales directivos de la Revista Proceso, narra que las declaraciones de “El Grande” son del 24 de Noviembre, cuando fue interrogado por la PGR, tras su detención.

Al término del video difundido por Televisa, el narcotraficante dice que Ricardo Ravelo no lo ha mencionado más en la Revista Proceso, excepto “esta vez que me sacan en portada”.

“El Grande” se refirió ese 24 de Noviembre a la portada de la Revista Proceso que apareció en el mercado hasta 17 días después de la supuesta grabación del video, y que se refiere a la ocasión en que este narcotraficante fue presentado al presidente Felipe Calderón por un senador durante la fiesta de un familiar del legislador.

¿Cómo pudo saber “El Grande” de esa publicación? ¿Acaso adivina el futuro?

La explicación es muy simple, el video no corresponde a la fecha citada por el reportero de Televisa y las declaraciones del narcotraficante están inducidas, práctica recurrente en el sistema judicial mexicano.

Posterior a esta portada de Proceso, la revista publicó otra portada explosiva. Dio cuenta de un encuentro promovido por el ex secretario de gobernación, Juan Carlos Mouriño, entre el presidente Felipe Calderón y Joaquín “El Chapo Guzmán”.


En diferentes foros, como en los espacios de Carmen Aristegui, Ricardo Ravelo ha reiterado que las acusaciones de “El Grande” son difamaciones orquestadas por Felipe Calderón a través de Televisa, como una respuesta a los duros reportajes que lo exhiben en su lucha contra el narcotráfico.

En otros foros, pero también de Televisa, como “Tercer Grado”, los periodistas de la televisora y otros afines, como el propio Carlos Marín, denostaron el trabajo de Proceso y calificaron a la revista como un medio dedicado al chantaje, haciendo la aclaración de que esta condición en Proceso existe desde hace unos 10 años, coincidentemente, después de que él dejara ese medio.

Habrá que decir que el estilo de Proceso es el mismo desde que la Revista existe.

Los políticos mexicanos aprovechan coyuntura

Y al igual que el caso del Wikileaks, en México, la clase política en su conjunto aprovechó la oportunidad para sacar su frustración por la exhibición de que son objeto en la prensa crítica y que ven en Proceso un buen punto para el ataque. Aquí algunas citas:

Dip. Felipe Cervera (PRI).- “Cuando te pego se vale, cuando me pegas me duele, esto es lo que está diciendo en pocas palabras la revista proceso… han cometido grandes irresponsabilidades periodísticas sin importarles si dañan familias, si dañan honras o si ponen inclusive en peligro de vida o muerte a personas y todo lo hacen por vender más revistas”.

Dip. Jorge Arana (PRI).- “Uno de los periodistas que trabajan para esta revista, que han estado descalificando sin tener argumentos…”

Dip. Leonardo Guillén Medina (PAN.- “Pero definitivamente que está hoy la Revista Proceso sufriendo algo que ordinariamente ellos hacen sufrir a personajes que no tienen nada que ver en esta vida delictiva”.

Dip. Carlos Alberto Pérez (PAN).- “Podría existir un debate entre el tema de la labor periodística y el daño que se pueda generar con revelar alguna información que pueda servir incluso para la delincuencia.”

Dip: Emilio Serrano (PRD).- “Cómo se va a confiar en la veracidad que pueda emitir esta revista, si en este caso, si es como se dice, que uno de sus reporteros está involucrado, cómo va a ver credibilidad en lo que publique”.

Dip. Guillermo Cueva (Verde).- “Vimos que también sacó una nota de la cámara de diputados que sin fundamentos, apuntó el dedo sobre vario compañeros diputados diciéndoles que eran protegidos del crimen organizado, entre otras cosas, cuando no tenía pruebas”

Dip. Daniel Gabriel Ávila (PAN).- “Que no estén diciendo cosas, como en mi caso personal hace ya algunos meses atrás publicaron pues que de alguna manera yo estaba involucrado con el crimen organizado, cosa que me tiene sin cuidado, los yucatecos saben perfectamente quien soy, conocen a mi familia muy bien, nunca han probado nada, y pues eso me llama mucho la atención…”

Sen. Silvano Auroles (PRD).- “No se vale, no es correcto éticamente, en unos casos decir que la información sí es válida y en otros negarla”.
Sen. Francisco Labastida Ochoa (PRI).- “No deberían de reproducirse las declaraciones, no de testigos protegidos, ni de nadie que esté sujeto a un proceso de investigación”.

Sen. Guillermo Tamborrel (PAN).- “Lo que no podemos hacer es que, cuando las declaraciones nos favorecen o digámoslo así, nos gustan, darles credibilidad y darlas por correctas, y que cuando esa declaración, pues es en contra o nos perjudica, o simplemente no nos gusta, descalificarla”.

Hasta aquí la citas de los políticos.

La acusación absurda de Televisa

La causación de Televisa sobre Ricardo Ravelo se basa en el hecho de que los narco-traficantes son chantajeados por el reportero y Proceso para no ser exhibidos en la revista. Un argumento raya en lo ridículo.

Más si se consideran los documentales del National Geographic Channel en los que músicos norteños de la onda grupera han reconocido haber sido financiados por afamados narcotraficantes que les pagan para ser inmortalizados a través de sus hazañas delictivas plasmadas en pegajosos corridos que son del gusto popular.

Más aún, la “Barbie”, uno de los capos estrellas del gobierno federal para enaltecer su lucha contra el narcotráfico, reveló haber financiado una película que dejaría constancia de su exitosa carrera delictiva.


Está claro que el perfil del narcotraficante promedio apunta a la promoción de su imagen y no mantener en discreción su estilo de vida. Y por otra parte sobran los casos de periodistas y medios que han sido asesinados y sufrido atentados respectivamente, por publicaciones que los exhiben. O sea, los narcos tienen otra forma de actuar.

Las declaraciones de “El Grande” respecto a que fue presentado con Felipe Calderón constan en actas, mientras que sus declaraciones en las que acusa a Ricardo Ravelo derivan de un video que no tiene validez legal y que está claro, fue grabado después de que Proceso ya había publicado la anécdota entre el narcotraficante y el jefe del ejecutivo.

Discutir más sobre el asunto es ocioso.


Con estas referencias, los casos Wikileaks y Ricardo Ravelo (Proceso), ponen al periodismo respecto a los políticos que en México tienen la exclusividad de regir el gobierno, en una posición de inflexión, pues ahora más que nunca, los grupos de poder en todas partes del mundo y en nuestro país, cierran filas para encontrar la justificación que les permita cercar el paso a la libertad de expresión.

La proximidad del proceso electoral en México para renovar la presidencia de la República es un factor adicional que hace este forcejeo todavía más incierto. 
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