“El Mayita Malvado” que se dice Funcionario y que le roba a las mujeres de la etnia Maya sus alhajas


Expediente Quintana Roo publicó el miércoles 28 de Marzo la historia de una mujer de la etnia maya que fue estafada por un individuo quien diciéndose funcionario del programa “Oportunidades”, la despojó de sus alhajas. El relato tuvo réplica en las redes sociales y una joven al leer esta nota acercó a su madre (también maya) a este medio para contar que ella también fue victima de un atraco similar, definiendo al sujeto como “un mayita malvado”.

Por: Esmaragdo Camaz

El modus operandi es el mismo. El sujeto busca en la vía pública a mujeres de la etnia maya que porten alhajas en su indumentaria. Les habla en su lengua y les dice que es funcionario de gobierno, del programa “Oportunidades”. Con engaños, les hace creer que no pueden entrar con alhajas a lugares como tiendas, bancos y/u oficinas de gobierno, por lo que les pide a sus victimas que se despojen de ellas y ofreciéndose a resguardarlas, huye del lugar para siempre con las prendas, mientras la victima espera un trámite servicio.

Así le sucedió a la señora Cristina, una mujer también de la etnia Maya, quien es originaria del estado de Yucatán; vive en la ciudad de Cancún y se dedica a la venta de verduras.

La hija de la señora Cristina leyó la nota de EQR y recordando que a su madre le había sucedido lo mismo, contactó a este medio para compartir con la comunidad su historia, pero sobre todo, esperando que las autoridades se ocupen de esta práctica que parece no ser un caso aislado.


Este es el relato de la señora Cristina:

El martes 27 de Diciembre 2011, Cristina, ataviada con un hipil, aretes, una pulsera y una cadena de dos metros de largo (de las que usan las mestizas), todas estas prendas de oro -la última con un valor de 15 mil pesos-, fue abordada en la calle al bajar de un camión urbano de la Ruta 18, por el rumbo de Niños Héroes, por un sujeto, quien hablándole en lengua Maya, se le presentó como funcionario del gobierno, del programa “Oportunidades”.


El individuo es un sujeto chaparro, moreno, fuerte, gordo y vestía ese día un uniforme de camisa azul cielo, pantalón azul marino y gorra, portando un gafete que supuestamente lo acreditaba como funcionario de gobierno.

El sujeto le dijo a Cristina que la quería ayudar a tramitarle un apoyo de Gobierno, pues “veía” que lo necesitaba, pero la señora rechazó la oferta.

Pero el hombre insistió e improvisó en ese momento una supuesta llamada telefónica con su celular para comunicarse con una persona a la que llamó en todo momento “licenciada” y a quien le dijo que ya tenía a su lado a la persona a la que le iban a dar el apoyo y que en ese momento se disponían a tomar un taxi para ir a la oficina.

La insistencia del hombre terminó por convencer a la señora y esta accedió a subir a un taxi con él rumbo al edificio Madrid de la avenida Náder, donde el supuesto funcionario la llevaría para que le fuera entregado un “apoyo”.

Bajaron del taxi en la avenida Náder pero antes de entrar al edificio Madrid, el sujeto dijo tener hambre, que quería tomar un café y la convenció de que lo acompañara a un restaurante a unos metros de donde bajaron del vehículo.

La señora Cristina cuenta que incluso ya estando sentados en la mesa, el sujeto le dijo que era de mala educación rechazarle un café, por lo que tuvo que tomar uno, en realidad apenas un sorbo.

Entonces el individuo le dijo a la señora que tenía que quitarse sus alhajas para poder entrar al edificio y mientras ella trataba de entender las razones de esta petición, el sujeto improvisó una nueva llamada telefónica con su celular, para decirle a “la licenciada” que la señora ya estaba debajo de la oficina y que ya le estaba entregando las joyas para poder ir a buscar el apoyo.


Entonces el sujeto centró su atención en la cadena de oro y le dijo que se la diera para poder ir a buscar el apoyo. Y ante la duda de la señora, el individuo le preguntó que si desconfiaba de él, a lo que la señora Cristina respondió con un “no” y le entregó la prenda.

Acto seguido el individuo dejó la mesa y dijo que iba a la oficina a preparar todo y que regresaba en minutos por ella para que la llevara a recoger su apoyo.

La señora Cristina dice que segundos después, cuando cayó en la cuenta de lo que había hecho al entregarle su cadena, salió corriendo del restaurante para buscar al hombre, pero desde entonces no lo ha vuelto a ver.

Los empleados del lugar le dijeron a la señora que quizá el hombre regresaría para recoger su morral, pero al revisar el interior del mismo, se dieron cuenta que estaba vacío y les quedó claro que el sujeto no regresaría más.

La cadena que perdió la señora Cristina tiene un costo en el mercado de unos 15 mil pesos, pero para ella el valor es todavía mayor, porque la prenda es un regalo que le hizo su padre hace muchos años, tantos que ya no recuerda con exactitud.

La señora Cristina acepta que si el hombre le hubiera hablado en Español quizá le hubiera dado más desconfianza, la necesaria para no caer en el garlito.

Salvo las dos supuestas llamadas telefónicas a “la licenciada”, el sujeto habló en todo momento en la lengua Maya.

A pregunta expresa, la señora Cristina afirma que el hombre habla la lengua Maya perfectamente bien, como su lengua madre, dice que sin duda el sujeto es del pueblo y que pertenece a la etnia.

Lo define en estos términos:

“Se veía que sí es Mayita el malvado”.

La señora Cristina revela más datos sobre el individuo. Dice que en una hoja de papel le apuntó el nombre de, César Castillo Torres, y le dio dos números telefónicos: 9981938693 y 4809383.

Dice que tras el atraco, preguntó en las oficinas de Gobierno por el sujeto, pero que un vigilante de ese lugar le dijo que el señor César es un señor de edad, por lo que ella descarta que se trate de la misma persona que la despojó de su alhaja.

MÁS CASOS

Este caso parece ir llevando a otros, pues ahora se sabe también de una pareja (un hombre y una mujer), que se instalan en un callejón atrás de la tienda “Parisina”, entre las avenidas Tulum y Náder, en el centro de Cancún, para sorprender a incautos con el cuento de que no pueden entrar al Banco con alhajas y que ellos se las pueden guardar, con el desenlace ya conocido.


Las características principales de las victimas es que son mujeres de la etnia maya y alguien ya las ha identificado como personas que pese a su aspecto humilde, pueden portar bienes de valor resultado de su actividad comercial. 
Publicar un comentario

Comentarios