Expedientes X 26 de Mayo 2020.- La barda maldita y la manga del muerto… Que la “suspensión” de la construcción del Hotel Gran Solaris Playa Delfines no cayó bien a todos. En redes sociales la gente no cree que esta acción del Ayuntamiento de Benito Juárez regrese a los cancunenses su ventana al mar. Creen que ésto no es una clausura definitiva sino apenas una débil suspensión que deja todo igual. La gente quiere ver que el Ayuntamiento derrumbe la barda de concreto que el hotel construyó ahí hace meses. Pero al interior de la Comuna no hay la menor intención de tumbar la barda, nos dicen. Y en esa diferencia estriba el nuevo engrudo que tienen en sus manos los asesores del Ayuntamiento. Según sus planes, la “suspensión” dejaría zanjado el espinoso asunto de tal forma que ésta administración quedaba limpia. Pero no resultó así. Alguien dentro de la Comuna con una mente muy retorcida, tuvo el plan de fundamentar la “suspensión” con el supuesto testimonio de funcionarios ya muertos, de quienes no mencionamos sus nombres en este texto por respeto a sus memorias. ¿Y qué pasaría entonces si ante un eventual litigio promovido por el agraviado, en este caso el Hotel, pide al juez la suspensión de la “suspensión”?...
Además, no hay que olvidar que la licencia de construcción está vigente. Ésta vence hasta el 27 de septiembre de este año. Así la Comuna ya no tendría mucho margen de acción y por ende terminaría extendiendo una nueva licencia de construcción sin que esto signifique culpa para el Ayuntamiento que en algún momento anunció públicamente la “suspensión” de las obras.
Este relato es más o menos el plan de los asesores del Ayuntamiento de Benito Juárez, nos dicen. Pero no contaban con la “barda maldita”.
La barda del Solaris se convirtió en un emblema de la corrupción. En un símbolo de la depredación ambiental. Y mientras la barda siga ahí, el colectivo pensará que las autoridades no hicieron lo suficiente para evitar el eco-delito.
La barda del Solaris se convirtió en un emblema de la corrupción. En un símbolo de la depredación ambiental. Y mientras la barda siga ahí, el colectivo pensará que las autoridades no hicieron lo suficiente para evitar el eco-delito.
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