El Tren Maya estancado por la corrupción: A dos años de que se anunció la mega obra, el proyecto está parado

CDMX.- El Tren Maya, la obra magna del sexenio de la Cuarta Transformación, está parada. El objetivo del Presidente Andrés Manuel López Obrador era que en diciembre del 2020 el proyecto estaría arrancando al 100 por ciento, sobre todo porque los tiempos están corriendo y es posible que al término de la administración aún no está concluida, lo que significaría un rotundo fracaso gubernamental.

Y es que la razón por la que el proyecto está detenido tiene que ver con la corrupción que prohíja Pedro Haces Barba, el líder sindical y amigo del Presidente, quien ha amasado una enorme fortuna como cacique sindical, empresario, promotor taurino y dirigente de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM). 

Resulta que gran parte de los materiales para la compactación de los terrenos por donde pasarán las vías del Tren Maya, sobre todo el basalto, lo sacarían del estado de Veracruz, particularmente de las ciudades de Tuxpan, Mozomboa y San Andrés Tuxtla. 

Sin embargo, cuando Pedro Haces y su socio Raúl Uribe Soria metieron las manos, las cosas se detuvieron y es la hora que no han podido sacar ni una piedra de basalto para iniciar la obra magna del sexenio. 

Según se ha podido constatar, el problema es que Haces y Uribe vieron una mina de oro en el proyecto del Tren Maya. Hace algunas semanas, Raúl Uribe reunió a los transportistas del estado de Veracruz. Todos viajaron del norte, centro y sur de la entidad y atendieron la convocatoria de Uribe, brazo derecho de Haces, su cómplice, pues. 

En la reunión, Uribe fue claro: Les dijo que CATEM se haría cargo de sus pagos, que se realizarían en efectivo, sin IVA y en forma directa a cada uno de los transportistas. No fue todo: También les expuso, a manera de orden, que CATEM les vendería todo el combustible que se necesitara para los camiones. 

¿De dónde sacarían el combustible? No lo dijo, pero era claro que aquí entrarían directamente las mafias del huachicol, que por cierto abundan en Veracruz y siguen haciendo negocios multimillonarios a costa del flagelo criminal que supuestamente tanto le preocupa al Presidente López Obrador. Raúl Uribe les ordenó a los transportistas que en todos estos asuntos no debían intervenir para nada los dirigentes de los sindicatos donde están agremiados dueños del transporte. 

Ninguna organización obrera, salvo CATEM, puede meterse en este negocio que incluye, además, la venta de llantas para los camiones, sí, CATEM también les va a suministrar todas las llantas que necesiten. Uribe también les dijo a los transportistas que CATEM se haría cargo de contactar a las navieras, cuyos barcos se utilizarían para el traslado del basalto. 

Y, por si fuera poco, exigió que todos los transportistas deben afiliarse a CATEM, pues de otro modo “no habrá trabajo”. De paso exigió el pago de cuotas para el sindicato de Pedro Haces. Lo grave de todo este asunto es que desde hace tres meses CATEM no les paga a los transportistas ligados al Tren Maya, el proyecto más impulsado del sexenio. Se asegura que en este negocio multimillonario no es ajeno Ricardo Monreal, líder de la bancada de Morena en el Senado de la República, amigo y aliado de Pedro Haces, el llamado impulsor del “nuevo sindicalismo” en México, sobrino de Carlos Aceves, actual líder de la CTM y estrecho amigo de Víctor Flores, el cacique del sindicato ferrocarrilero que ahora está cobijado por la Cuarta Transformación. 

Debido a que las órdenes de Uribe causaron molestia entre los transportistas –a lo que se sumó el enojo de los líderes sindicales por haberlos dejado fuera– los trabajos para el acarreo de basalto están detenidos. Ni una sola piedra ha sido llevada a los estados por donde pasará el famoso Tren Maya. A dos años de que se anunció la mega obra, el proyecto está parado. 

El material básico que se llevaría de Veracruz no se ha extraído. Por esa razón, aseguran las fuentes consultadas, la economía veracruzana está detenida, pues simplemente los trabajos no han iniciado y todo indica que este conflicto, generado por la corrupción y las ambiciones desmedidas de Haces –el amigo del Presidente– va para largo. 

A todo este embrollo se suman los amparos que las comunidades indígenas han interpuesto para que la obra no se realice debido a la destrucción ecológica que ésta implica, algo que no ha sido tomado muy en cuenta por el Presidente, a quien poco o nada le importa el impacto ambiental que esto pueda desencadenar. 

Fuente: Ricardo Ravelo/Sin Embargo

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